Nota del editor: Sajjan Gohel es director de Seguridad Internacional de la Fundación Asia-Pacífico, asesor principal del Partnership for Peace Consortium’s Combating Terrorism Working Group y profesor visitante del Departamento de Historia Internacional del London School of Economics. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – Mientras funcionarios estadounidenses de lucha contra el terrorismo reconstruyen la planificación detrás del ataque ocurrido este martes en Manhattan y las posibles conexiones entre el atacante, de nacionalidad uzbeka, e ISIS, el foco se ha puesto en el papel que Uzbekistán y Asia Central han jugado como bases de reclutamiento y plataformas de lanzamiento de grupos terroristas transnacionales.
El ataque de Nueva York no es único en términos de la táctica de utilizar un vehículo como arma letal, y tampoco es la primera vez que un ciudadano de nacionalidad uzbeka está involucrado en un ataque terrorista de alto perfil. En este caso, el sospechoso es Sayfullo Habibullaevic Saipov , de 29 años.
De hecho, la tragedia de Nueva York no es un punto de partida sino la continuación de ataques previos en términos de magnitud, alcance y región de la que viene el sospechoso.
LEE: Lo que sabemos sobre el sospechoso del ataque terrorista en Nueva York
Cinco exrepúblicas soviéticas –Uzbekistán, Kazajstán, Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán– son consideradas como poderosas áreas de reclutamiento para que ISIS reponga a los combatientes que va perdiendo. Se calcula que cerca de 5.000 combatientes extranjeros de países de Asia Central han viajado a Iraq y Siria, con casi 1.500 de Uzbekistán, según un informe publicado el mes pasado por Soufan Group.
En un periodo de 16 meses, ciudadanos uzbekos –ya sea inspirados, dirigidos o afiliados a ISIS– llevaron a cabo numerosos ataques masivos en Occidente.
En abril pasado, Rakhmat Akilov, uzbeko que pidió asilo sin éxito, embistió con un camión una vía peatonal en Estocolmo y dejó a 4 personas muertas. El 1 de enero, 39 personas murieron y 70 más resultaron heridas en un ataque en una discoteca de Estambul en la que cientos de personas celebraban el Año Nuevo. El atacante fue Abdulgadir Masharipov, un ciudadano uzbeko que más tarde fue capturado. En junio del 2016, 45 personas murieron y más de 230 quedaron heridas en un ataque coordinado en el Aeropuerto Ataturk de Estambul. Los atacantes eran de la región del Cáucaso Norte de Rusia, de Uzbekistán y Kirguistán.
Pero no todos los combatientes de ISIS que son de Asia Central son carne de cañón de ataques, algunos han alcanzado altos cargos dentro de la organización terrorista. Uno de ellos es el coronel Gulmurod Ghalimov, de Tayikistán, quien se convirtió en uno de los miembros de más alto rango de ISIS en la región.
Medios de comunicación de ISIS –incluyendo al Centro de Medios al-Hayat y a la Agencia de Noticias Amaq– han publicado varios mensajes reconociendo el gran número de atacantes suicidas de Asia Central que fueron desplegados contra fuerzas iraquíes y kurdas que buscaban liberar a Mosul y a Raqqa de ISIS.
No se trata solo de hombres. La Brigada al-Khansaa –división exclusivamente femenina formada por el fundador de ISIS Abu Bakr al-Baghdadi– también tiene combatientes mujeres de Uzbekistán, Kazajstán, Tayikistán y Kirguistán.
LEE: Estas mujeres ayudaron a derrotar a ISIS en Raqqa
Y cada vez se registra un mayor uso por parte de ISIS de niños de Asia Central como atacantes suicidas.
El declive del proyecto del califato de ISIS ha impactado el movimiento de combatientes desde y hacia Asia Central, especialmente Uzbekistán. Por eso, la dinámica de los ciudadanos de esa zona que se van a la primera línea de combate en Siria e Iraq ha disminuido notoriamente.
Pero se siguen reclutando personas a través de mensajes encriptados y la llamada web oscura está en curso y, de hecho, aumentando su influencia sobre todo entre uzbekos que viven en Europa y, potencialmente, también en Estados Unidos.
Para lograrlo, ISIS desarrolló Istok, una revista en ruso dirigida principalmente a ciudadanos de Asia Central. ISIS también se vale de Furat Media, una red social en ruso, y de su aparato de inteligencia, Emni, para reclutar a personas de Asia Central ya sea a través de redes físicas o virtuales.
El grupo terrorista busca principalmente en regiones pobres y subdesarrolladas, ubicadas en áreas de grandes bazares o mercados.
Las respuestas gubernamentales a la radicalización en Asia Central, sin embargo, han sido paradójicas e ineficaces. En Uzbekistán, por ejemplo, el fracaso de los gobiernos autoritarios para implantar reformas, acompañado de su enfoque de seguridad de mano dura, ha sido aprovechado por grupos terroristas como ISIS y el Movimiento Islámico de Uzbekistán (IMU, por sus siglas en inglés) para promover su propia agenda de reclutamiento.
La capacidad de ISIS de extender sus tentáculos dentro de su esfera de influencia en Asia Central depende, en parte, de la relación que tiene con sus afiliados. ISIS ‘montó’ una sucursal en Afganistán en enero del 2015, Wilayat Khorasan, que ha alcanzado gran notoriedad y ha ganado territorio tanto a los talibanes como al gobierno afgano.
A medida que el terreno físico de ISIS sigue contrayéndose y cede su influencia a sus afiliados en todo el mundo, hay que prestarle cada vez más atención a lo que pasa en Asia Central. Al ignorar el problema podemos abonar el terreno para que la región sea usada como centro global de reclutamiento, entrenamiento y conspiración terrorista.
Y eso tiene un efecto dominó en países como Afganistán y, desde una perspectiva más amplia, de retroceso en Occidente. La historia tiene una forma inquietante de repetirse a sí misma.