Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – La campaña contra el acoso sexual en Estados Unidos es lo más parecido a un tsunami. Por su fuerza y por el lodo que emerge tras cada denuncia.
Si algo está claro, es que el tema no es solo “cosa de mujeres”, ni de conservadores o liberales.
Hillary Clinton ha sido alcanzada por la longitud de onda del movimiento.
El diario The New York Times denuncia que Clinton se habría negado a despedir a Burns Strider, un consejero de su campaña presidencial de 2008.
Strider fue acusado por una joven subordinada de acoso sexual: manoseo, un beso inapropiado y correos inadmisibles en un ambiente laboral sano.
Según el periódico, la joven fue colocada en un nuevo puesto y en cuanto a Strider, tuvieron que transcurrir ocho años para que en 2016, se le indicara cuál era la puerta de salida. Por cierto, no respondió a las solicitudes que le hizo CNN para que ofreciera su punto de vista.
Hilary Clinton aseguró en Twiter que estaba al tanto de todo lo que sucedía en torno a su concejero.
Un detalle que me enternece: Strider presidía la fundación para la educación “American Values Network” y, siempre según el Times, cada día le enviaba a Hillary Clinton unas lecturas bíblicas.
Poco después de que más de uno acogiera lo anterior con un dejo de asombro y otros con indignación pura y dura, Donald Trump impactaba en el debate nacional sobre el acoso con el ímpetu de un torpedo fuera de control.
“No, no diría que soy feminista”, admitió en una entrevista con la televisión británica durante su estancia en Davos. Y a renglón seguido agregó: “Estoy a favor de las mujeres, a favor de los hombres, a favor de todo el mundo”.
El feminismo es definido por la Real Academia Española como la “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”.
Ahí lo dejamos, hasta la próxima caricatura, como finalizaban siempre los dibujos animados cuando yo era niño.