(CNN) - Este miércoles, estudiantes de todo Estados Unidos salieron de sus clases para recordar a las 17 víctimas mortales del tiroteo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas de hace un mes. Y para pedir nuevas restricciones para la adquisición de armas.
Las protestas fueron largamente seguidas en la televisión por cable. Con todos reunidos a las puertas del edificio del Capitolio, habló la líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, demócrata de California.
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El paro fue el precursor de una serie de acciones planeadas en la capital de la nación (y alrededor del país) durante este mes.
También funciona como un momento para reflexionar sobre el último mes en términos de lo que los legisladores han hecho y no han hecho sobre las armas de fuego.
La historia a nivel estatal es diferente que a nivel federal.
A principios de mes, el gobernador republicano de Florida, Rick Scott, promulgó una medida que prohibía los aceleradores de disparos, aumentaba la edad mínima para comprar un arma de 18 a 21 años y presupuestaba más dinero para armar a maestros. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) rápidamente le demandó, alegando que aumentar la edad mínima para tener un arma de fuego violentaba el derecho constitucional a llevar armas.
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En el Congreso no ha habido intentos serios de reformar la ley de armas hasta la fecha. El presidente Donald Trump mostró sus propios principios básicos sobre las armas el domingo por la noche. Propuestas que incluían el “endurecimiento” de las escuelas y reforzar los controles de antecedentes que ya aparecen en las leyes actuales. Fue llamativo que el plan de Trump no incluyera el aumento de la edad mínima para comprar un arma, algo que él había sugerido que apoyaba tras el tiroteo en Parkland, Florida.
Ese patrón de acción a nivel estatal y la inacción a nivel federal se asemeja a lo sucedido después de los tiroteos de Sandy Hook, a finales de 2012. Connecticut endureció sus leyes de control de armas mientras que las propuestas para hacer cambios en las leyes nacionales de armas colapsaron en el Senado.
La realidad es que cuanto más cerca estés de un evento mortal masivo, más urgente lo sentirás para tu propia vida. Cuanto más permanezca el suceso en las noticias locales, más presión hará la comunidad local para que los legisladores hagan cambios.
No importa cómo tu propia comunidad reaccione a un tiroteo masivo, y no importa cuán bien se expresen los niños de esa escuela. La atención nacional simplemente se acaba diluyendo. Mantener la atención nacional y, por lo tanto, hacer posible que el Congreso sienta que TIENE que hacer algo es casi imposible.
El punto: es casi seguro que los cambios en las leyes de armas después de los tiroteos masivos provengan primero del nivel estatal y local (si es que lo hacen). Si el pasado es un prólogo, simplemente no vendrá a nivel federal, no importa cuántas vidas se pierdan ni cuán urgentes puedan ser las peticiones de acción.