(CNN Español) – Cuando en 1994 Estados Unidos fue el anfitrión de la I Cumbre de las Américas el encuentro tenía un objetivo claro en la región: construir coaliciones hemisféricas con los países democráticos de la región e impulsar “procesos de cooperación regional” que apoyaran sus objetivos políticos.
La Cumbre de las Américas se volvió una ventana para consolidar la democracia en la región y hacer alianzas estratégicas, según el Departamento de Estado de Estados Unidos. La tradición empezó con el presidente Bill Clinton que en diciembre de 1994 recibió a los líderes de 34 naciones del hemisferio, menos a Cuba.
Históricamente ningún presidente de Estados Unidos ha faltado a esta cumbre, pues, como dijo la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Heather Nauret, en una declaración sobre la situación de Perú el pasado miércoles, América Latina y el Caribe es una región en la que están sus intereses y en ella reafirma su “compromiso hemisférico con la democracia”.
El vecindario es tan importante para Estados Unidos que incluso después del escándalo que azotó a Perú la semana pasada que llevó a la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, el presidente Donald Trump irá a la cumbre y participará en varias reuniones bilaterales y culturales, según dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sara Sanders.
La Cumbre de las Américas “representa el compromiso para estrechar nuestros lazos históricos con la región y nuestro compromiso conjunto para mejorar la seguridad y la prosperidad de la gente de Latinoamérica”, dijo Sanders.
Pero aunque Trump vaya a reunirse con “socios y aliados que comparten sus valores para un futuro más seguro, próspero, el comercio justo y recíproco y fronteras seguras”, según la Casa Blanca, y Estados Unidos promueva esta cumbre, el propósito de estas reuniones se ha tergiversado, según le dijo a CNN en Español Otto Reich, quien sirvió bajo los gobiernos de los presidentes George W. Bush y Ronald Reagan en puestos latinoamericanos de alto nivel.
“El propósito original de la cumbre, cuando tomó lugar en Miami en 1994 y todas las siguientes hasta antes de Panamá [2015], era el de reunir a los países democráticos de la región para discutir los temas comunes… y se excluyó específicamente a dictaduras como la de Cuba”, dijo Reich a este medio.
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El exfuncionario dice que al gobierno de Barack Obama le recae gran parte de responsabilidad de que las cumbres ya no son lo que solían ser, pues Estados Unidos permitió la llegada de Cuba a la Cumbre en 2015, por lo que perdió el propósito de reunir a países democráticos.
“Yo digo que hay que poner mucha responsabilidad al gobierno de Estados Unidos —en aquel momento al gobierno del Presidente Obama— por haber adoptado esa decisión equivocada de aceptar la presión de algunos países de la región de aceptar a Raúl Castro y [Nicolás] Maduro en esa reunión”, agregó Reich.
En 2015, la VII Cumbre de las Américas dejó una imagen histórica: Barack Obama y Raúl Castro se dieron un histórico apretón de manos. Las dos naciones habían tenido muy poco contacto oficial desde hacía 50 años. El apretón se dio pocos meses después de que Estados Unidos y Cuba hubieran iniciado acercamientos para descongelar las relaciones bilaterales en más de cinco décadas.
La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, apoyó el pasado 14 de febrero la resolución del grupo de Lima de no invitar al presidente de Venezuela a la Cumbre de las Américas.
“Apoyamos la decisión de Perú, como anfitrión de la próxima Cumbre de las Américas, de retirar su invitación al presidente de Venezuela, [Nicolás] Maduro”, dice el comunicado. “Nuestro hemisferio está unido en nuestro compromiso de promover y defender la democracia, de acuerdo con la Carta Democrática Interamericana”.
Cuba rechazó la exclusión de Venezuela de la Cumbre de las Américas y consideró que la decisión del Grupo de Lima es una “intromisión inaceptable” en los asuntos internos de Venezuela. Cuba aún no confirma la participación de Raúl Castro en esta cumbre.
Entre tanto, según dice Reich, este tipo de cumbres no han contribuido a la creación de ningún bloque regional con el que se avance en los principios democráticos.
“Los avances en esa área se han llevado a cabo por otras vías, no por las vías de las cumbres”, aseguró Reich.
Para Michael Shifter, presidente de Dialogo Interamericano, un centro de estudios con sede en Washington, la primera cumbre de Trump será un desafío que podría traer “sorpresas”, pues aunque el presidente quiera mandar un mensaje de apoyo a las democracias y al Estado de derecho, la relación con el hemisferio es complicada por su posición en algunos temas.
“Es compleja la situación por las políticas antiinmigratorias por el hecho del muro con EE.UU., otras políticas, el retroceso parcial de las políticas hacia Cuba, el tema de drogas, otro tema donde sí hay una brecha entre la agenda de Washington y la de muchos países en la región”, le dijo Shifter a Juan Carlos López de CNNEE.
Además, dice él, hay un gran contenido de la política doméstica de Estados Unidos en la política exterior hacia América Latina, lo que complica las relaciones con la región.