Nota del editor: Holly Thomas es una escritor y editora británica residente en Londres. Tuitea desde la cuent @HolstaT. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivas del autor. Ver más artículos de opinión en CNN.
(CNN) – Desde que Greggs anunció su nuevo enrrollado de salchicha vegana el 2 de enero, Internet ha estado ardiendo con opiniones opuestas. Muchos se han mostrado encantados, con muchos locales de la cadena de comida rápida del Reino Unido vendiendo todas las unidades del nuevo producto antes de la hora de almuerzo. Otros sin embargo, no han estado tan emocionados.
En el anuncio de Greggs, el presentador de televisión y columnista del periódico Piers Morgan tuiteó: “Nadie estaba esperando una maldita salchicha vegana, payasos”. Él, y muchos otros, han seguido lamentándose de “jugar con el rollo de salchicha perfecto”. Un comprador tuiteó un video titulado “Cómo comer un enrrollado de salchicha vegana”. Se muestra comprar el enrrollado, luego caminar hacia un contenedor y tirarlo.
Ahora, cualquier discusión sobre el veganismo en línea tiende a ser un total campo minado. Pero a pesar de toda la trifulca alrededor, la alimentación basada en plantas parece estar en aumento. Una encuesta realizada en 2016 descubrió que más de 540.000 personas se describieron a sí mismas como veganas, un aumento de casi cuatro veces en 10 años. Más de 2.000 libros están disponibles en Waterstones con la palabra “vegan” en el título, las búsquedas de Google se han multiplicado en el espacio de unos pocos años, y en 2017, Just Eat vio un aumento de 987% en la demanda de comida para llevar vegetariana.
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Reducir el consumo de productos animales es demostrablemente bueno para el medio ambiente y nuestra salud, y la nueva tirada de Greggs se desarrolló en respuesta a una petición firmada por 20.000 personas. La idea de que no hay interés o mercado para un rollo de salchicha vegana es evidentemente ridícula. Entonces, ¿por qué afirmarla?
La señal de la virtud es una frase ahora obsoleta nacida en 2015, que describe a las personas que públicamente destacan su apoyo a las buenas causas, pero que se preocupan más por que el resto lo note que por la causa en sí. Recientemente, un fenómeno opuesto también ha ganado fuerza.
El desprecio performativo por cualquier cosa desconocida es un medio probado y comprobado de obtener atención para cierto tipo de comentarista. Escogen a un objetivo cuyo comportamiento realmente inofensivo parece amenazar con cierta noción de sus “valores fundamentales” y lo exprimen sin cesar, burlándose de cualquiera que lo defienda. Un objetivo favorito de 2018, y también de 2019, son los veganos.
En octubre, el editor de la revista de los supermercados Waitrose, William Sitwell, renunció después de una extraña comunicación por correo electrónico a un periodista independiente que había lanzado una serie de artículos sobre “comidas saludables y ecológicas”. Respondió en menos de 10 minutos y dijo: “¿Qué tal una serie sobre cómo matar a los veganos, una por una? ¿Maneras de atraparlos? ¿Cómo interrogarlos adecuadamente? ¿Exponer su hipocresía? ¿Alimentarlos a la fuerza?”
Apenas unos meses antes, Waitrose había lanzado secciones veganas en más de 130 tiendas, luego de aumentar su gama de productos veganos y vegetarianos en un 60%. Al insultar a los veganos, Sitwell estaba desperdiciando una enorme y creciente porción de su base de clientes. (Habiendo renunciado a la revista Waitrose tras ese escándalo, Sitwell ahora se ha unido al Daily Telegraph como escritor sobre alimentos)
La indignación pública contra Greggs, mientras tanto, parece haber crecido. En la tarde del 2 de enero, Steve Charmley, el líder adjunto del Consejo de Shropshire, tuiteó una protesta contra los anuncios de autobuses para “Veganuary”, diciendo que estaban “siendo usados para promover las noticias falsas de los vegangalistas”. El tuit fue rápidamente recogido por muchos que señalaron que la agricultura animal en su forma actual es insostenible, y que fue una desgracia usar su plataforma para presionar a una empresa para que cambie su publicidad.
Quizás una de las razones por las que la introducción de Greggs del enrrollado de salchicha vegana ha provocado tal furor, además de las relaciones públicas estelares, es que Greggs no ocupa lo que la gente podría imaginar que es un espacio tradicionalmente “vegano”. El veganismo tiende a asociarse en la conciencia pública con un tipo particular de personas acomodadas, las compras de Waitrose, la práctica de yoga, la lectura del burgués The Guardian.
Mito del veganismo
Pero, ¿por qué el veganismo no debería ser más accesible? Gran parte de la noción es que comer comidas a base de plantas, lo que se asocia con una vida más larga y menos enfermedades, es automáticamente más costoso, a pesar del hecho de que los frijoles son considerablemente más baratos que, por ejemplo, el bistec.
No sigo una dieta en particular, pero ha habido momentos en mi vida en los que he dejado de lado el veganismo sin realmente intentar hacerlo, porque no podía costear mucho más que verduras, arroz y legumbres. La introducción de más opciones para las personas interesadas en abrazar o que ya disfrutan de un estilo de vida menos dependiente de la carne, pero que no tienen un montón de dinero disponible, no es más que democrática.
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Perpetuar el mito de que todo veganismo es sinónimo de ansioso crujido de ensaladas es una herramienta útil para trols como Piers Morgan, que pueden descartar las opiniones de veganos como “perchas” y su defensa de la dieta como los arrebatos de la “señalización de la virtud”. Por cierto, el rollo de salchicha vegana Greggs tiene 3 gramos más de proteína que su equivalente en carne.
La última reacción contra el veganismo es inherentemente hipócrita. Quienes piden un enfoque de libre mercado para la producción de alimentos están ignorando el hecho de que esto es exactamente lo que es Greggs. Lo que se está pintando como un movimiento marginal elitista es ahora una tendencia generalizada, y Piers Morgan y otros parecen determinados a que sus defensores son a la vez desnutridos y extremadamente amenazadores.
Quizás el desprecio performativo por el veganismo es menos sobre el veganismo en sí mismo que por el deseo de unir a personas de ideas afines, para quienes el odio hacia los veganos señala otros valores comunes. “Un enemigo de los veganos es un amigo mío”.