Antes del evento, The Weeknd explicó que, debido a los protocolos de covid-19, no habría invitados sorpresa durante su actuación. Chris O'Meara / AP

Nota del editor: Juan Carlos Arciniegas conduce desde Hollywood Showbiz, el segmento de CNN en Español dedicado al mundo del espectáculo y la farándula internacional. Juan Carlos también es crítico de cine y fue creador y conductor del espacio cinematográfico Ojo Crítico. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivas del autor.

(Hollywood CNN) – Mientras escribo desde mi casa-oficina, escucho las canciones del álbum “After Hours”, el más reciente del cantante conocido como The Weeknd, el primer artista canadiense que en la noche del domingo asumió solo el espectáculo de medio tiempo de la gran final del fútbol americano.

Describo el ambiente porque considero necesario confesar que soy fiel admirador de Abel Tesfaye, nombre de pila del cantante, quien tras su presentación de 14 minutos en un estadio de Tampa desató críticas negativas en redes sociales, donde se le tildó de ‘aburrido’ o poco impactante.

Desde la semana pasada venía comentándolo, no venía al caso comparar su participación con la de Jennifer López y Shakira el año pasado en Miami. Estamos hablando no solo de estilos musicales muy diferentes, sino también de puestas en escena en las que The Weeknd no iba a caer: desenfrenadas y sugestivas coreografías, apresurados cambios de vestuario o prioridad de la forma sobre el fondo. Eso no es lo suyo.

Aun así, no escatimó en levantar un vistoso escenario en el lugar que la pandemia le permitía: las gradas del estadio. La idea era evitar el tráfico de miles de personas que en cuestión de segundos suelen levantar las tarimas a mitad de campo. Hubo algo de futurista en su propuesta y también una iconografía de Las Vegas o cualquier otra gran y luminosa ciudad.

A diferencia de lo que se ha venido haciendo en los últimos años, The Weeknd quiso cantar solo. Por las razones que fueran, JLo y Shakira lo hicieron el año pasado con colegas como Bad Bunny. En 2019, Maroon 5 se hizo acompañar de dos raperos. Y ni qué decir de Coldplay hace cinco años, cuando un cúmulo de artistas tuvo que apoyar a esta banda británica.

The Weeknd, uno de los intérpretes de rhythm & blues y pop alternativos más exitosos de la última década, tenía los éxitos musicales necesarios para llenar sus 14 minutos de espectáculo. Fueron 8 temas en total, comenzando con “Starboy” y cerrando con un electrizante “Blinding Lights”.

Hubo fuegos artificiales, bastantes, pero aun así los críticos consideraron que a esta presentación le faltó el factor ‘wow’. Y aunque también se hizo acompañar de un numeroso grupo de coristas y músicos, además de un ‘ejército’ de bailarines en la cancha la atención estuvo centrada todo el tiempo en él. The Weeknd, por cierto, miraba directamente a la cámara, al espectador, y por ello un espectáculo multitudinario, en ocasiones se sentía muy íntimo. Algo necesario en tiempos de distanciamiento.

Lo más parecido al momento de euforia que tanta esperaron sus detractores quizá ocurrió cuando The Weeknd ingresó a un luminoso laberinto y allí, en medio de un caos muy organizado, los bailarines se unieron por primera vez a él. Todos tenían sus rostros vendados, siguiendo el hilo narrativo que el cantante creó para su nuevo álbum y que evidencia la cultura de superficialidad y plasticidad en Hollywood.

Pero si ese instante de divertida desorganización durante el show no pudo convencer a la audiencia, hoy por lo menos se ha convertido en objeto de memes que en redes sociales la gente está utilizando para expresar su propio estado de desorientación.

Igual atención debería recibir la única pieza destacada de su vestuario, una brillante chaqueta o saco rojo de la casa Givenchy que tomó miles de cristales y unas 250 horas para su confección. Quizá esta prenda no vaya a tener el valor de un guante de Michael Jackson, pero sí el de las pulseras que en los años 80 marcaron a Madonna. Son piezas inherentes a la estética de quien las usa.

Pese a su supremacía en las listas de popularidad, he llegado a la conclusión de que si esta presentación no gustó a muchos es porque simplemente no son grandes admiradores del artista aquí analizado. Y es que tampoco es monedita de oro, porque, aunque tenga una que otra canción digna de bailarse, su repertorio en general es sombrío, melancólico. La gente esperaba algo muy, muy diferente a lo que verdaderamente representa The Weeknd.

Sin embargo, al final es él quien ríe de último y ríe mejor. Una vez concluido el concierto, sus canciones regresaron a la lista de las más vendidas o descargadas de la tienda virtual iTunes. Veinticuatro horas después, siete de estos temas se mantenían en el Top 10 de ese ranking.

Y no olvidemos que “Blinding Lights”, su gran éxito lanzado en noviembre de 2019, sí, 2019, se ha vuelto a ubicar entre las más populares de Estados Unidos, según la revista Billboard. Fue número uno en marzo del 2020 y hoy, casi un año después, vuelve a ascender en ese listado ubicándose en la tercera posición.

Quizá somos pocos los que consideramos que este fue un espectáculo digno del artista que lo protagonizó, pero tampoco necesita de nuestra defensa. Como canadiense, The Weeknd hizo historia. Logró además que las cosas se hicieran a su manera y hasta puso US$ 7 millones de su bolsillo para defender su integridad artística. ¿Es ese el caso de quien cada año se presenta en el Super Bowl?