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01:06 - Fuente: CNN

(CNN) – Hace poco fui a recoger una tarjeta de regalo para un amigo en un restaurante y me encontré con un espectáculo indecoroso. El local estaba lleno a rebosar de gente, sin mascarilla, chocando vasos, intercambiando bromas amistosas y actuando como si la pandemia fuera una palabra reservada para las recomendaciones de películas de terror o de thrillers psicológicos en streaming.Era la primera vez que se levantaba el aforo de los restaurantes y bares de mi zona tras los bajos índices del covid-19.

“Hemos estado muy ocupados ahora que todo el mundo se está vacunando”, me dijo el camarero, mientras yo esperaba ansioso, todavía con mi traje espacial apocalíptico y mis mascarillas de doble capa.

Me sentí como el niño al que no eligieron para el equipo de quemados, como si me hubiera perdido el memorándum de que, de alguna manera, las cosas habían vuelto a la normalidad y debía despojarme al instante de los 14 meses de miedo y precaución que me habían metido en la cabeza. ¿Y qué hay de mi extensa colección de desinfectantes de manos?

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01:44 - Fuente: CNN

Al igual que el niño al que no eligieron para jugar quemados, también sentí un poco de alivio por no poder jugar, ya que al menos no me aplastarían la cabeza con un objeto volador grande y redondo del tamaño de una pandemia.

Mientras observaba a la gente a mi alrededor volver a las actividades anteriores a la pandemia, por mucho que lo intentara, no podía deshacerme fácilmente de la sensación de temor que me invadía desde hacía un año.

Es más, no podía evocar mi sensación interna de alegría o entusiasmo ante la idea de volver a las cosas que antes me alegraban tanto, como las buenas cenas, las vacaciones, las reuniones sociales, y a las que había lamentado tener que renunciar durante el punto máximo de la pandemia.

¿Qué estaba pasando? ¿Estaba deprimido? ¿Otros se sentían así?

Ese sentimiento tiene un nombre

Se suponía que la tarjeta de vacunación contra el covid-19 era un pase a tiempos más felices. Pero para algunas personas, sigue siendo un camino difícil.

En muchas partes de Estados Unidos, las tasas de vacunación van en aumento y, a su vez, las restricciones disminuyen. Debería ser un momento para alegrarse o al menos sentir alivio.

Sin embargo, muchos siguen sintiendo lo que los expertos denominan “languidez”, también conocida como esa sensación de “aburrimiento”, en la que no estamos técnicamente deprimidos pero tampoco estamos floreciendo.

El término languidez, definido como “ausencia de salud mental” en 2002 por Corey Keyes, investigador y profesor de la Universidad de Emory, en el Journal of Health and Social Research, significa que se tiene dos veces más probabilidades de ser propenso a la depresión. Keyes también postuló que los que estaban casados tenían menos probabilidades de languidecer, pero es de destacar que no estaba realizando la investigación durante una pandemia en la que los cónyuges estaban atados el uno al otro las 24 horas del día.

No hace falta dar un gran salto de fe para relacionar por qué el hecho de vivir una crisis sanitaria mundial única en su género puede generar sentimientos de languidez o desafiar nuestra capacidad de sentir alegría.

Un estudio realizado en 2020 demostró que una “parte significativa” de los trabajadores sanitarios que languidecieron durante la pandemia fueron diagnosticados posteriormente de estrés postraumático, según publican investigadores de la Universidad de Milán, Italia en el Journal of Affective Disorders.

Tus sentimientos anormales son en realidad normales

Si todavía te sientes sombrío e inseguro sobre el futuro en esta pandemia, no estás solo.

Estamos atravesando una época especialmente extraña, con paradojas y circunstancias inciertas. Algunas personas están vacunadas, pero otras no. Algunas cosas se están reabriendo, pero no todo y no del todo.

Los índices de covid-19 son más bajos en algunos lugares y en otros no. Algunas personas están volviendo a los aviones y a los cubículos y a las mesas de los restaurantes con toda su fuerza y otras todavía se sienten incómodas al poner un pie en el supermercado.

El paisaje desigual está causando ansiedad y confusión para algunos y, en algunos casos, parece más difícil de navegar que cuando estábamos experimentando una oleada de covid-19 porque las indicaciones son menos claras.

Es razonable sentirse confundido y ansioso por tomar las decisiones “correctas” y sentirse seguro al mismo tiempo que se vuelve a disfrutar de algunas de las cosas que podríamos tener antes de la pandemia.

“La pandemia nos ha pasado factura; estamos languideciendo”, afirma Sheila Forman, psicóloga de Santa Mónica, California.

“Algunos languidecen más que otros”, en parte porque algunas personas son más propensas a la depresión o a otros problemas de salud mental y porque el aislamiento social puede haber afectado más a los extrovertidos.

Deja de languidecer

Sigue el ejemplo de estas personas que van de excursión por el sendero del Lago Esmeralda, en el Parque Nacional de las Montañas Rocosas, en Colorado. Un paseo enérgico podría ayudarte a cambiar tu perspectiva.

La buena noticia es que puede haber formas de mitigar esa languidez que sientes.

“Las emociones no te ‘ocurren’”, dice Lisa Feldman Barrett, distinguida profesora de psicología de la Universidad Northeastern y directora científica del Centro de Derecho, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Harvard. “Las haces tú. O más concretamente, las hace tu cerebro mientras está en constante conversación con tu cuerpo y el mundo que te rodea”.

Como tal, “eres un arquitecto de tu experiencia. Una vez que te das cuenta de esto, tienes más oportunidades de controlar lo que haces y cómo te sientes”.

La clave para extinguir la languidez es llegar a la causa de fondo.

“Determina si tus sentimientos se deben a un problema de salud mental o solo a una reacción a los tiempos actuales”, dice Forman. “Esto puede hacerse con una cita con un proveedor de salud mental”.

Si puedes identificar que tu atasco se debe a estar físicamente estancado o aislado, ¡ponte en movimiento!

“Cuando las restricciones de la pandemia empiecen a cambiar, haz planes para ver a tus amigos y familiares, aunque de forma segura”, dijo Forman.

Mantén la atención y exprésate

Las actividades de atención plena, como la meditación, pueden ayudarte si te sientes ansioso o nervioso. Puedes acceder a aplicaciones gratuitas o de bajo costo.

Un estudio de 2017 encontró que la medicación era efectiva para tratar los síntomas del estrés postraumático, según los investigadores de la revista médica Psychological Trauma: Theory, Research, Practice and Policy.

Por último, habla de cómo te sientes. “No eres el único que se siente así”, dice Forman. “Comparte tus sentimientos con alguien. Puede ser un terapeuta o un amigo”, dijo.

Si no te gusta hablar, escríbelo, haz un dibujo o ve a disparar una ballesta en un bosque vacío con tu mejor amiga.

Encuentra una salida que te permita expresarte y saber que, sobre todo, las circunstancias actuales no son las de siempre. Hay luz al final del túnel.

Allison Hope es una escritora y neoyorquina de nacimiento que prefiere el humor a la tristeza, los viajes a la televisión y el café al sueño.