(CNN) – No le digo la verdad a mis hijos todo el tiempo.
Les digo que las espinacas de sus panecillos realzan el sabor de las chispas de chocolate. Les digo que sus dibujos son preciosos aunque parezcan manchas de nada. También digo mentiras más grandes, tratando de convencerme de que los protejo ocultando detalles de nuestras vidas y diciendo que sé lo que es mejor, incluso cuando me preocupa no saberlo.
Los padres mentimos por omisión cuando omitimos detalles para preservar la inocencia de nuestros hijos sobre el mundo en general, suavizando las aristas más duras de la vida. Y algunos padres no comparten secretos sobre los escándalos familiares, los delitos o la paternidad.
Aunque algunos padres juran que no mienten, estoy segura de que muchos de nosotros sí lo hacemos. Sin embargo, me pregunto si debería mentir, ya sea por omisión o abiertamente.
Me doy cuenta de que probablemente hay una línea diferente en la arena para cada familia, y que puede cambiar con el tiempo. Aunque conocemos a nuestros hijos mejor que nadie y creemos saber lo que pueden soportar, los expertos tienen algunas pautas sobre cuándo mentir a tus hijos.
¿Qué es una mentira?
Una mentira, en la definición más sencilla, es decir algo que no es cierto. Les enseñamos a nuestros hijos que mentir está mal.
La mitología, como la historia de George Washington y el cerezo, predica que la honestidad es la mejor política. Fábulas como la de Pedro y el lobo advierten de las nefastas consecuencias de las mentiras. Sin embargo, seguimos mintiendo.
Si has estudiado filosofía o has visto “The Good Place”, sabrás que los intelectuales llevan miles de años debatiendo la definición de mentira, así como la cuestión de cuándo está bien mentir, si es que lo está. Para algunas personas, eso depende de los tipos de mentiras, ya que cada tipo de mentira se define por la razón para mentir.
¿Por qué mientes?
A veces mentimos para preservar la magia de la infancia, como el hada de los dientes o el “Ratón Pérez”. A veces mentimos para proteger a nuestros hijos de lo que consideramos temas inapropiados para su edad.
“Normalmente, les mentimos a nuestros hijos por amabilidad, porque no queremos que se molesten o tengan que enfrentarse a lo horrible del mundo”, dice Judi Ketteler, autora de “Would I Lie to You”. Estas mentiras “amables” se llaman mentiras prosociales.
“Puede ser una mentira de comisión, decir declaraciones falsas a propósito, una mentira de omisión o una verdad a medias, como reconocer que un ser querido tuvo un accidente, pero no admitir que ellos causaron el accidente porque estaban bebiendo”, dijo Ketteler.
Cuando se trata de manejar situaciones potencialmente traumáticas, los cuidadores “deberían acudir a un terapeuta familiar especializado en este tipo de cosas”, instó Ketteler.
Es importante analizarse para saber por qué le mientes a un menor, dijo Ketteler. Pregúntate si estás mintiendo para beneficiar a tus hijos o si mientes más para beneficiarte a ti mismo. “Eso es una mentira de beneficio propio”, dijo.
Por mucho que nos cueste admitir que metemos la pata como seres humanos y como padres, estas mentiras basadas en el ego no son necesariamente amables ni saludables para tus hijos.
¿Por qué está bien mentir por omisión a los niños?
Muchos expertos creen que mentir por omisión no es una mentira.
“Cuando se trata de niños, hay que omitir partes de la verdad porque hay que tener en cuenta el contexto más amplio de su desarrollo”, dice Amy Stoeber, psicóloga de Oregón especializada en traumas en niños y familias. Establecer un límite basado en la edad, la madurez y la personalidad de tu hijo no es una mentira. Es lo que tenemos que hacer como padres para proteger a nuestros hijos”.
A la escritora Dove Bennett le cuesta mucho hablar con sus hijos, de 5 y 2 años, sobre la brutalidad policial. Ella dice: “Cuando nos cruzamos con la policía, no me atrevo a decirles la verdad”.
La verdad puede ser traumatizante. Pero para los padres negros como Bennett, que planea contarles a sus hijos cuando cumplan 10 años por qué no deberían sentir tanta confianza hacia la policía, la discusión será necesaria para tratar de mantenerlos a salvo.
¿Decir toda la verdad? Es un tema de desarrollo
Cuando hablamos con nuestros hijos sobre sexo u otros temas delicados, no es necesario que les contemos toda la historia.
“Cualquier conversación que valga la pena tener, vale la pena tenerla cien veces”, dice Stoeber. Cada vez que surja una conversación, se pueden añadir más detalles según se considere apropiado para el desarrollo.
Cómo manejar el divorcio
Un punto conflictivo habitual en este tema es el divorcio.
La mayoría de los padres que se divorcian deciden omitir los detalles, como la infidelidad, la adicción y el abuso. Stoeber dice que no se cuenta toda la historia porque no se quiere “difamar a su padre o a su madre”.
El divorcio es una situación especial. Legalmente, lo mejor es mantener los detalles en secreto.
“Un padre que, en otras circunstancias, se considera estable podría ser visto como irresponsable durante una batalla por la custodia si se descubre que dio detalles inapropiados que fueron perjudiciales para el estado mental o el bienestar del menor”, dice Kem L. Marks, abogada de Just in Time Legal Solutions en Alabama.
Ella aconseja a los clientes que no revelen detalles que puedan considerarse inapropiados para el desarrollo del menor o que puedan interpretarse como una táctica para colocar a uno de los padres en contra del otro. Decir la verdad, en este caso, no vale la pena el riesgo.
Sin embargo, Stoeber dijo que está bien, cuando te preguntan por qué te divorcias, decirle a tu hijo que las razones son de “contenido adulto” y que “aún no está preparado para saberlo”. Esa palabra, “todavía”, habla de una mentalidad de crecimiento y da a tu hijo un sentimiento de apego seguro. Un buen apego no es mentir para manipular. Es un acto de amor para cuidar la salud emocional de tu hijo.
La verdad suele salir a la luz
Al final del día, la verdad sale a relucir.
Los menores a los que se les miente tienden a rellenar ellos mismos los huecos, lo que puede llevar a la desinformación, a la desconfianza y a una mayor probabilidad de que se conviertan en mentirosos, señalan Ketteler y Stoeber, citando diversas investigaciones.
“Es importante proteger a los menores y no sobrecargarlos con cosas del mundo de los adultos. Pero llegado un punto, no se les puede ocultar nada. Incluso los niños más pequeños saben preguntarle cosas a Siri”, dijo Ketteler.
Para ayudar a manejar estas conversaciones, “crea una cultura en tu familia en la que se pueda hablar de cualquier cosa en cualquier momento. Sé una puerta abierta para tus hijos. Crea una atmósfera de confianza. Hay que hablar de los temas delicados una y otra vez”, aconseja Stoeber.
Cada vez que surja una posible oportunidad de omitir algo, valora la personalidad, el temperamento, la edad, el desarrollo y el estado emocional de tu hijo para que te sirva de guía, no para mentirle, sino para decirle la verdad de forma amable, cariñosa y adecuada.
Tal vez tenga que sincerarme con mis hijos sobre la mentira de las espinacas. Parece que se han dado cuenta del cuento del Ratón Pérez, pero siguen jugando conmigo para ganar dinero. En cuanto a las grandes mentiras, voy a observar, esperar y pedir consejo cuando sea el momento adecuado.
–Laura Wheatman Hill vive en Portland, Oregon, con sus dos hijos. Puedes encontrarla en su página web.