(CNN) – La adicción a las drogas saboteó la vida de Brayden Morton durante cinco años. A lo largo de ese tiempo, intentó desintoxicarse del fentanilo 16 veces antes de salir airoso. Por eso, cuando encontró a la persona que le robó a su querida perra, Darla, y descubrió que era adicta al fentanilo, supo qué hacer: pagar su rehabilitación y ayudar a salvar su vida.
En junio, Morton estaba trabajando en su casa de Cranbrook en la Columbia Británica, mientras Darla, una shar-pei china de 3 años, descansaba en la terraza tomando el sol.
Mientras trabajaba, Morton oyó un fuerte ruido seguido del sonido de la apertura de su puerta.
“Miré por la ventana y ya no vi a Darla. Bajé las escaleras y salí a la terraza, Darla ya no estaba, y vi que una camioneta Ford azul salía a toda velocidad”, dijo Morton, de 35 años, a CNN.
Cuando le robaron a Darla, la vida de Morton se detuvo, dice: nada importaba más que encontrarla.
“No pensé que la recuperaría ni que la volvería a ver”, dijo, conteniendo las lágrimas. “Pensé que acabaría en un ring de lucha o algo peor. Pensé que se había ido para siempre”.
“Sabía en mi corazón que esta persona tenía a Darla”
Morton llamó a la policía inmediatamente después de la desaparición de Darla. Le aconsejaron que iniciara una búsqueda en las redes sociales.
Escribió una publicación en Facebook en el que ofrecía una recompensa de US$ 5.000 para quien ayudara a regresar a Darla a casa. Recibió miles de pistas. La mayoría, dice, eran promesas vacías e intentos de conseguir el dinero de la recompensa.
Pero entonces recibió una pista que esperaba que fuera real.
Una mujer dijo que había visto la misma camioneta, una Ford azul de modelo antiguo, y que estaba estacionada dentro de un taller mecánico con un perro dentro.
“Así que conduje hasta allí y vi la camioneta y, para no hacer más larga la historia, Darla no estaba allí”, dijo Morton. “Estaba muy alterado y en actitud acusadora hacia el caballero que estaba en el vehículo. En ese momento estaba seguro de que era él, así que no estaba siendo amable”.
Pero un día después Morton recibió una llamada de un número bloqueado.
“Lo contesté y todo lo que oí fue lo que parecía una joven llorando”, dijo. “Supe en mi corazón que esa persona tenía a Darla. Le dije que no estaba enojado con ella… y que tomaría el dinero de la recompensa y acudiría a ella”.
Morton llamó a la policía. A pesar de sus intentos de acompañarlo al lugar de encuentro, Morton decidió ir a ver a la persona solo para que no se asustara e intentara huir. Cuando llegó allí, lo primero que vio fue a Darla.
“En cuanto la vi, corrí hacia ella y la cogí. Me pareció demasiado bueno para ser verdad”, dijo Morton. “Estaba tan feliz de verme. Estábamos tan contentos de vernos”.
Pero entonces, al mirar a la joven que se había llevado a su perro, dice que reconoció en sus ojos una vieja versión de sí mismo.
“Era evidente que estaba enganchada a las drogas”, dijo. “Le di un abrazo y me dijo: ‘¿Por qué abrazarías a un pedazo de basura como yo?’”.
Morton le dijo: “Fui adicto a las drogas durante años. Sé lo que estás tomando. Sé lo que haces. Te perdono completamente”.
En lugar de darle el dinero de la recompensa, por miedo a que se lo gastara en drogas, Morton le preguntó si podía pagarle un tratamiento de rehabilitación.
Ella dijo que sí y se abrazaron y lloraron juntos.
El portavoz de la Real Policía Montada de Canadá, el sargento Chris Manseau, confirmó la historia a CNN.
“Tuvieron una conversación y él recuperó el perro. Se habló de una recompensa”, dijo Manseau. “El propietario no quiso presentar cargos contra la persona que devolvió el perro. Esa persona intentó implicar a otros. Sin embargo, no pudimos llegar a esa conclusión”.
Su propia batalla contra las drogas
Tras crecer en Red Deer en Alberta, donde estaba rodeado de personas adictas al fentanilo, Morton se vio envuelto en pandillas y drogas. A los 24 años ya era adicto al fentanilo.
Tras intentar desintoxicarse 16 veces, Morton dice que se rindió e intentó quitarse la vida.
“No estaba haciendo nada bueno con mi vida. Todo se estaba desmoronando para mí”, dijo. “No tenía nada”.
En un momento dado, Morton, que también era traficante de drogas, fue tomado como rehén, le dispararon y apuñalaron, dice. Escapó con un machete clavado en la cabeza, contó. Después de que los médicos le quitaran el machete, su única preocupación era salir del hospital y drogarse.
“Necesitaba drogarme para no sentirme mal. Es el peor miedo de cualquier adicto al fentanilo, intentar dejarlo y enfrentarse a los síntomas de abstinencia”, dijo Morton. “Ahí es donde me encontraba en la vida”.
Días después del incidente, mientras caminaba hacia su casa y pasaba por un teléfono público, Morton recordó el número de teléfono de Tricia Hedrick, una amiga de la familia que también era especialista en rehabilitación de drogas.
“Fue uno de esos momentos de los que la gente siempre habla, como si Dios intentara decirte algo”, dijo Morton. “Me acerqué y marqué su número. Cuando contestó, me dijo: ‘Brayden, tus padres creen que estás muerto. Tienes que intentar desintoxicarte una vez más’”.
Planeó subir a un autobús al día siguiente. Pero la noche lo atormentó con dudas, dice. Pensó que nunca se desintoxicaría.
“Tomé un montón de alcohol, fentanilo y pastillas para dormir y esa noche me lo tomé todo. Me dije que si no me moría y me despertaba de alguna manera, iría a rehabilitación”. No sé cómo ni qué pasó, pero me desperté”.
Morton dice que dejó las drogas y nunca volvió a ellas.
Pagando su rehabilitación y recuperación
A pesar de su alegría por reencontrarse con Darla, algo dentro de Morton seguía sintiéndose roto.
Tras hablar con la joven que se había llevado a Darla, que pidió permanecer en el anonimato, Morton descubrió que estaba enganchada a las drogas desde los 16 años.
Había robado a Darla por $150 que le habían ofrecido unas personas que buscaban un shar-pei chino, muy probablemente con fines de cría, explica Morton. Cuando vio la publicación de Darla en Facebook, le dijo que no tenía el corazón para hacerlo y robó el perro de vuelta para él.
“Estaba tan feliz de tener a mi perro de vuelta, pero se me rompió el corazón por esta chica”, dijo Morton. ” Simplemente estaba tan perdida”.
Llamó a Westminster House, un programa residencial de recuperación de adicciones con el que Morton suele trabajar y que trata a chicas jóvenes y mujeres adultas.
Susan Hogarth, directora ejecutiva en recuperación de adicciones en el centro de rehabilitación, confirmó a CNN que Morton hizo un depósito para reservar una cama para la joven y que pagará su tratamiento médico y de rehabilitación cuando llegue.
“Tan pronto como aparezca, será trasladada por Westminster House a su tratamiento”, dijo Hogarth. “Se le proporcionará atención médica inmediatamente y medicación para estabilizarla. Trabajamos regularmente con Brayden, que es un apoyo increíble”.
Aunque le dijo a la chica que había pagado su ingreso en el centro de rehabilitación e incluso había comprado su pasaje de avión allí, ella ha cancelado su ingreso al centro tres veces, dice Morton.
“Yo hice lo mismo antes”, dijo Morton. “No es algo fácil de hacer, ir a rehabilitación, pero no voy a renunciar a ella. Ella sabe que esta oferta siempre estará aquí, siempre que esté lista para ir, está pagada y es un trato hecho”.
Ese mismo día, mientras se dirigía a su casa, Morton alcanzó a ver la camioneta azul y al propietario al que había acusado por error de robar a Darla. Con la esperanza de disculparse, se detuvo junto a él.
“Vine a disculparme contigo. Sé que no fuiste tú quien robó a Darla”, le dijo Morton.
Para su sorpresa, los dos se hicieron rápidamente amigos. El dueño de la camioneta compartió su propia y difícil historia. Se había quedado sin hogar después de haber sorprendido a su mujer teniendo una aventura. Decidió marcharse inmediatamente, llevándose a sus dos perros y conduciendo sin rumbo hasta llegar a Cranbrook.
Cuando los dos se despidieron y Morton salía del estacionamiento, dio un giro en U, volvió con el hombre y le dijo que lo siguiera a un hotel donde Morton le pagaría la semana.
“Simplemente quería ayudarle a levantarse de nuevo”, dijo Morton.
Con la ayuda de algunos de sus amigos y sus donaciones, pudieron pagarle una semana más de estancia en el hotel. Ahora se compró su propia caravana y consiguió un trabajo a tiempo completo, según Morton, que compartió una foto de ambos juntos en Facebook.
Morton sigue en contacto con ambas personas que, según él, le enseñaron lecciones muy valiosas y le recordaron lo importante que es ayudar a las personas que no tienen a quién recurrir.
“Fue una lección de humildad y, de hecho, esas personas también me ayudaron a mí”, afirma. “En ese momento estaba pasando por algunas cosas personales y fue muy emotivo y reconfortaron mi corazón. Se los agradezco”, concluyó.