Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Fue una de las tardes de televisión más apasionantes de la historia.
Los estadounidenses que decidieron ver la primera audiencia de la comisión selecta de la Cámara de Representantes del 6 de enero vieron a las personas más cercanas al expresidente Donald Trump exponer con detalle la violenta insurrección en el Capitolio de Estados Unidos, trazando una línea directa de responsabilidad hacia Trump por liderar lo que se parece mucho a un intento de golpe de Estado, un complot para tomar el poder por la fuerza y negar al pueblo estadounidense el gobierno de su elección.
Fue una acusación mordaz, aún más poderosa porque las personas que aportaron las acusaciones más dañinas contra Trump eran las más cercanas a él, personas que lo habían defendido enérgicamente en el pasado.
La histórica audiencia fue devastadora para el expresidente, dos veces impugnado. Pero, ¿servirá de algo? Para una muestra de la profundidad del cinismo sobre las perspectivas de que Trump rinda cuentas, basta con fijarse en los comentarios que siguieron a este informe de una investigación sobre su manejo de los obsequios que recibió como presidente.
Los estadounidenses han visto a Trump bajo juicio político; lo han visto romper las reglas implacablemente sin pagar un precio.
¿Sucederá esta vez? El caso era sólido y sabemos que el secretario de Justicia Merrick Garland estaba viendo. Pero el punto clave aquí no es solo qué sucederá con el hombre que, según la vicepresidenta de la comisión, la representante Liz Cheney, “convocó a la multitud, reunió a la multitud y encendió la llama” del ataque al Capitolio.
Lo que le ocurra a Trump importa, pero lo que más importa es lo que le ocurra a la democracia estadounidense. Y es que la trama que produjo el 6 de enero no ha terminado.
La “Gran Mentira” continúa, y no hay garantía de que la democracia estadounidense pueda sobrevivir a otra elección presidencial cuando uno de los dos partidos sigue en deuda con una falsedad confirmada sobre las elecciones de 2020.
Si la comisión puede convencer al menos a un segmento de los no convencidos de lo escandaloso de lo que ocurrió en torno a los esfuerzos de Trump para tomar el poder después de perder las elecciones, podría ayudar a salvar la enferma democracia estadounidense.
La audiencia de este jueves fue un excelente comienzo.
El material meticulosamente desplegado fue presentado con un comportamiento tranquilo pero intenso por uno de los miembros más conservadores del Congreso. Cheney, que fue una de las principales republicanas de la Cámara hasta que se negó a aceptar las falsas afirmaciones de Trump de que había ganado las elecciones, tomó el micrófono después de que el presidente Bernie Thompson diera inicio a la audiencia. Cheney procedió a destripar las afirmaciones del expresidente, y a hacerlo de tal manera que es probable que el Departamento de Justicia y los fiscales de Georgia encuentren de gran interés.
Sabemos que Trump niega haber perdido las elecciones. Pero una abundancia de testimonios sugieren fuertemente que él sabe que eso es una mentira, y eso podría tener graves consecuencias legales, incluso si la mayoría de los republicanos creen erróneamente que su derrota en las elecciones de 2020 fue el resultado de una votación ilegal o de un amaño. En un país polarizado, es difícil cambiar de opinión. Es imposible convencer a todos los estadounidenses de algo hoy en día. Pero hay un segmento de la población que puede cambiar de opinión.
El primer clip de la noche, el primer extracto, fue el testimonio del secretario de Justicia de Trump, Bill Barr. El exfuncionario afirmó que le dijo a Trump que las afirmaciones de que las elecciones fueron robadas eran “una mi***a”. Barr dijo que se oponía a la idea de afirmar que la elección fue robada y “no quería ser parte de eso”.
En cuanto a las teorías de conspiración sobre máquinas de votación amañadas, Barr las calificó de “completas tonterías” y “locuras”.
La hija del expresidente, Ivanka Trump, dijo que respetaba a Barr y “…aceptaba lo que decía”.
Una tras otra, personas cercanas a Trump, sus aliados y su círculo íntimo, dijeron que sabían que la elección era justa y se lo dijeron repetidamente.
Las capturas de pantalla del presentador de Fox News Sean Hannity, un aliado de Trump, enviando mensajes de texto a la secretaria de prensa de Trump, Kayleigh McEnany, mostraron que ambos sabían que Trump estaba dando pie a un juicio político e incluso a una destitución mediante la 25ª enmienda.
Aun así, los republicanos del Congreso siguieron el juego. Cheney dijo que “múltiples” congresistas republicanos buscaron indultos presidenciales a cambio de ayudar a Trump a robar las elecciones. Los indultos no se materializaron, pero si la comisión tiene las pruebas, algunos no están durmiendo bien en Washington, preguntándose qué nuevas revelaciones traerán.
Cheney dijo que Trump tenía un “sofisticado plan de siete puntos” para anular las elecciones. Parte del plan era el asalto mortal al Capitolio y podría haber conseguido la muerte del vicepresidente Mike Pence.
Trump reivindicó repetidamente su participación ilegal en el complot para negar la certificación de la victoria de Joe Biden, incluso mientras sus enfurecidos seguidores gritaban “cuelguen a Mike Pence”. Cheney añadió que Trump sabía de los cánticos, y respondió que “tal vez nuestros partidarios tienen la idea correcta”, Pence “se lo merece”. El principal asesor de Pence, Mark Short, dijo que el exvicepresidente decidió que su “lealtad a la Constitución era más importante que su lealtad al presidente Trump”.
Durante meses, todos vimos cómo el entonces presidente sentaba las bases para la insurrección. Cuando Biden le preguntó si denunciaría a los Proud Boys, un grupo de supremacistas blancos, durante uno de los debates, y Trump respondió: “Proud Boys, retrocedan y esperen”, la investigación de la comisión descubrió que el grupo lo vio como una llamada a las armas. Su reclutamiento se triplicó.
Los líderes de los Proud Boys han sido acusados de conspiración sediciosa. También lo han sido los miembros de otra organización extremista proTrump, los Oath Keepers. Los investigadores de la comisión descubrieron que los Oath Keepers establecieron “fuerzas de reacción rápida”, con armas escondidas en hoteles a las afueras de Washington, en caso de que Trump invocara la Ley de Insurrección para poder movilizarse y ayudarlo a mantenerse en el poder.
Era la escalofriante anatomía de un intento de golpe de Estado.
El nuevo video de los acontecimientos de ese día en el Capitolio se reprodujo como una línea de tiempo, con las repugnantes imágenes acompañadas de la voz de Trump declarando: “¡El amor en el aire, nunca he visto nada igual!”
En las siguientes audiencias, dijo Cheney, la comisión mostrará pruebas de que Trump y su equipo “sabían que, de hecho, había perdido las elecciones”.
Pase lo que pase con el expresidente, lo que de verdad importa es lo que ocurra con la democracia estadounidense. Las audiencias tuvieron un enorme éxito al utilizar las voces de los republicanos, los republicanos proTrump, señalando la culpabilidad de Trump. ¿Será suficiente para salvar la democracia en Estados Unidos? Eso está por ver.