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Petróleo

La mejor cura para los altos precios de la gasolina podría ser... los altos precios de la gasolina

Por Chris Isidore

Nueva York (CNN Business) -- No hay mucho que Joe Biden, el Congreso o la Reserva Federal puedan hacer para bajar los precios récord de la gasolina, pero los precios altos podrían lograrlo por ellos.

Esto se debe a que las grandes oscilaciones en los precios de un bien o servicio suelen estar causadas por un desequilibrio entre la oferta y la demanda. Y cuando los desequilibrios hacen que los precios se disparen, como ha ocurrido con los precios del gas y del petróleo desde que Rusia invadió Ucrania en febrero, esos precios altos pueden ayudar a reequilibrar la oferta y la demanda. ¿Cómo? Provocando más oferta y/o menos demanda.

Aumentar la oferta de energía, especialmente lo suficiente como para reequilibrar los mercados, será difícil. Se necesitarían muchos meses, tal vez años, para aumentar significativamente la capacidad de las refinerías de EE.UU. hasta igualar la que había antes de la pandemia. Y las compañías petroleras parecen decididas a no inundar el mercado con petróleo, lo que podría hacer bajar los precios. En cambio, las compañías petroleras están utilizando sus beneficios inesperados para aumentar la recompra de acciones o los dividendos y ayudar a impulsar el precio de sus acciones.

¿Y qué hay de la reducción de la demanda? Ya hay indicios de que eso está ocurriendo.

"Definitivamente estamos viendo una destrucción de la demanda en las gasolineras", dijo Tom Kloza, jefe global de análisis de energía de OPIS, que rastrea los precios y el volumen de gasolina bombeada para compilar la información de precios diarios que publica la Asociación Estadounidense del Automóvil (AAA, por sus siglas en inglés).

La cantidad de gasolina bombeada en las 130.000 gasolineras del país ha bajado un 7% en la semana que terminó el 11 de junio en comparación con el mismo periodo del año pasado, y un 17% en comparación con la misma semana de 2019, antes de la pandemia, según los datos de OPIS.

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Sin los altos precios, el consumo de Estados Unidos probablemente sería mayor. Hay 6,5 millones más de personas con empleo que hace un año en estas fechas, según el Departamento de Trabajo, y con la reapertura de las oficinas y los trabajadores que vuelven a desplazarse, debería haber más demanda de gasolina.

Pero parece que la gente encuentra formas de conducir menos: por ejemplo, reduciendo o haciendo un solo viaje para hacer recados, limitando el número de días que van a las oficinas recién reabiertas o recurriendo al transporte público.

Hay suficiente demanda acumulada de vacaciones, por lo que no está claro que mucha gente esté dispuesta a renunciar a los viajes planeados desde hace tiempo para evitar pagar la gasolina a US$ 5. Pero el final de la temporada de viajes de este verano boreal podría dar lugar a un descenso aún mayor de la demanda de gasolina en otoño, y a una caída aún mayor de los precios. El consumo de gasolina en EE.UU., y los precios, suelen disminuir de forma constante en otoño y principios de invierno.

"Creo que el consumo va a empezar a sentir los efectos de los altos precios en el tercer y cuarto trimestre", dijo Robert McNally, presidente de la consultora Rapidan Energy Group. "Creo que estaremos más en el rango de los US$ 4 por galón gracias a ello".

El mayor riesgo para la demanda sería que los altos precios de la gasolina hundieran al país en una recesión.

Nada mata la demanda como una recesión, que reduce la actividad económica en general. Cuando la gente es despedida, hay menos necesidad de conducir para ir al trabajo y menos personas que conducen a la tienda u otros destinos.

El anterior récord de precios altos de la gasolina, antes de la actual subida, se produjo en julio de 2008, cuando la media nacional alcanzó los US$ 4,11 el galón. Pero el colapso de los mercados financieros y el aumento del desempleo, causado por el estallido de la burbuja inmobiliaria, y no por el costo de la gasolina, convirtieron rápidamente esos precios altos de la gasolina en un recuerdo lejano.

A finales de 2008, el precio de la gasolina había caído un 60%, hasta US$ 1,62 el galón. Pero la gasolina barata sirvió de poco consuelo para los casi 3 millones de personas que perdieron sus empleos en el transcurso de esos cinco meses, ya que lo que empezó como una recesión normal se convirtió en la "Gran Recesión".

En Wall Street y en los consejos de administración de las empresas aumenta la preocupación de que se avecina otra recesión. Y hay alarmas de que la reacción de los consumidores a los precios de la gasolina podría ser uno de los factores que provoquen una recesión esta vez.

El gasto de los consumidores en comercios distintos de las gasolineras ha empezado a disminuir, según la última lectura del gobierno.

Incluso con un menor consumo de gasolina, la gente tiene que gastar más en las gasolineras debido a los precios récord. Y eso, a su vez, significa que la gente tiene menos para gastar en otros lugares, una señal preocupante para la economía en general, porque el 70% de la economía estadounidense se basa en el gasto de los consumidores.

Y Estados Unidos es solo una parte del panorama. Los precios del petróleo se basan en el comercio de los mercados mundiales de materias primas. Por tanto, el consumo mundial, y no solo el estadounidense, es el principal motor.

En gran parte del mundo, especialmente en las economías en desarrollo, el precio está subiendo aún más rápido. Esto se debe en parte a que los futuros del petróleo se cotizan en dólares, y la fortaleza del dólar hace que los precios suban aún más rápido en gran parte del mundo, dijo Pavel Molchanov, analista de petróleo de Raymond James.

"Las economías que más riesgo corren con un barril de petróleo de US$ 120 son los mercados emergentes en los que la moneda local está sometida a una fuerte presión", dijo Mochanov. "Piensa en lo doloroso que es pagar US$ 120 el barril cuando la moneda de alguien puede estar a la baja en dos dígitos. Eso solo lo agrava".

Así pues, si los actuales precios del petróleo y la gasolina provocan recesiones en las economías de todo el mundo, por no hablar de las de Estados Unidos, cabe esperar que los precios de la gasolina bajen.

Pero no necesariamente será algo por lo que alegrarse.