Nota del editor: Franchetta Groves está en el último año de la Universidad Católica de América en la ciudad de Washington. Es la presidenta de marketing del campus de la Red de Mujeres Ilustradas, una organización nacional de estudiantes universitarias conservadoras, y participa en un programa de becas que el grupo dirige. Las opiniones expresadas aquí le pertenecen únicamente a su autora.
(CNN) – En los próximos días, la Corte Suprema de EE.UU. podría dictar una decisión que anule el caso Roe vs. Wade, si hemos de creer un borrador de la decisión filtrado a los medios de comunicación hace varias semanas.
Los que quieren que el caso Roe vs. Wade se mantenga creen que proporciona a las mujeres elección y libertad.
Los que pensamos de otra manera, que deseamos fervientemente que se anule Roe, también queremos la libertad para las mujeres. Solo que la queremos también para sus hijos no nacidos.
Y si crees, como yo, que la vida comienza en la concepción, entonces también sabes que toda vida, incluso la recién formada, tiene una dignidad inherente y es digna de protección.
Cuando el mes pasado se conoció la noticia de que se había filtrado un proyecto de decisión que anulaba Roe, me alegré mucho, pero me quedé callada. Los estudiantes de la universidad a la que asisto tienen una gran variedad de opiniones sobre el aborto, y no quería decir nada que pudiera ofender a los demás. También vi a muchas mujeres en las redes sociales expresando su desesperación e indignación por lo que, según ellas, podría ser una pérdida de control sobre sus cuerpos si se anula Roe.
Comprendo la angustia que sienten algunas mujeres de mi generación, pero no comparto su opinión. De hecho, como mujer joven que se opone al aborto, estoy a la espera de un Estados Unidos post-Roe. Y sé que estoy en buena compañía. De hecho, según una encuesta de Gallup de este año, el 33% de las mujeres estadounidenses son antiaborto.
Basándome en las reacciones de enojo de la gente del lado del derecho al aborto tras la filtración del borrador del dictamen, solo puedo concluir que nuestra sociedad le ha fallado a las mujeres que se enfrentan a embarazos no planificados.
Me parece que hemos creado una cultura en la que las mujeres no están equipadas con la información y los recursos que necesitan para tomar las mejores decisiones para sí mismas antes y durante el embarazo, decisiones que les permitirían conservar a sus hijos no nacidos.
Como no han tenido acceso a la atención integral y de apoyo que las mujeres necesitan durante el embarazo, muchas han pensado, erróneamente, que el aborto era su única opción.
Eso puede ser diferente en el mundo que viene después de Roe. Los defensores antiaborto, como yo, queremos crear una cultura de mayor apoyo a las mujeres que las anime a rechazar el aborto. Cuando lo hagan, quizá no sientan que renunciaron a un derecho, sino que han salvado una vida.
He podido ver de primera mano cómo puede ser una cultura más solidaria. Durante mi último año en el bachillerato, recaudé fondos para un centro de atención a embarazadas no muy lejos de mi ciudad, en Pennsylvania. Pude conocer cómo estos centros de embarazo acompañan realmente a las parejas en cada etapa del embarazo y la paternidad.
Según las noticias recientes, varios centros de embarazo han sido atacados en los últimos días. Es una pena, porque este país los necesitará más que nunca si se anula Roe.
En el centro para embarazadas de mi comunidad, aprendí cómo las mujeres pueden beneficiarse de una atención prenatal integral, incluso cuando su embarazo no es planificado. Estoy segura de que este tipo de clínicas en todo el país harán lo mismo a medida que más mujeres busquen sus servicios, dando a las futuras madres el apoyo y los recursos que necesitan. Y creo profundamente que cuando las mujeres se den cuenta realmente de todas las opciones que tienen a su disposición, elegirán la vida.
Estoy en contra del aborto por otra razón: he visto en mi propia familia la belleza que puede surgir de embarazos inesperados y no planificados.
Tras las graves y casi mortales complicaciones que tuvo al darme a luz, a mi madre le dijeron que no podía tener más hijos. Unos años más tarde, volvió a quedarse embarazada.
Mi madre se vio sometida a una intensa presión por parte de médicos y familiares que le decían que debía abortar. Visitó un médico tras otro que no querían atender su caso por miedo a las complicaciones y, en cambio, le aconsejaron que el aborto era su mejor opción.
Me estremece pensar lo que habría pasado si mi madre se hubiera dejado presionar para interrumpir su embarazo. En cambio, encontró un médico dispuesto a aceptarla como paciente, que respetó su deseo de conservar a su bebé y la ayudó a superar los problemas médicos a los que se enfrentaba.
Todos los días veo el resultado de la difícil pero sabia decisión de mi madre cuando veo el rostro cariñoso de mi hermana Isabella, que es solo unos años menor que yo. Estoy eternamente agradecida de que mi madre eligiera la vida para las dos. La valentía de mi madre me recuerda a diario que la vida es hermosa y digna de protección.
En este país, hemos visto oscilar el péndulo desde los abortos “seguros, legales y raros” hasta la práctica normalizada e incluso alabada como un resultado positivo. Pero el aborto no es empoderador. La valentía de mi madre y la de tantas otras mujeres, eso sí es empoderamiento.
Como estudiante de último año de universidad, espero tener una vida profesional plena y rica cuando me gradúe antes de tener mi propia familia algún día. Quiero vivir en una sociedad en la que una mujer pueda tener un hijo y seguir su carrera. Eso me empodera.
También me gustaría vivir en una cultura que ofrezca una educación eficaz para que las mujeres puedan tomar decisiones inteligentes y sabias para su salud sexual, que tengan la información necesaria para evitar las posibles consecuencias negativas de las relaciones sexuales prematuras. Es necesario que haya una mejor educación sobre los riesgos de las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no planificados y los impactos emocionales del sexo. Eso también empodera.
Creo que el aborto perjudica a las mujeres. Permite a los hombres librarse de las consecuencias de haber engendrado un hijo y evitar las responsabilidades de la paternidad. Socava la belleza de la maternidad y dice a las mujeres que sus hijos son un obstáculo para sus sueños y que la vida no es una bendición.
Después de Roe, creo que será posible que nuestra nación sea una que no juzgue a las mujeres que se quedan embarazadas, sino que las abrace con amor y compasión. Y también debe ser una que proteja siempre la vida humana y aprecie el valor intrínseco de cada ser desde el momento de la concepción.
A lo largo de las décadas, este debate se ha caracterizado por la hostilidad y la victimización tanto del lado del derecho al aborto como del antiaborto. Solo un diálogo honesto puede ayudar a sanar una cultura fracturada que ha traicionado tan dolorosamente a las mujeres.
Necesitaremos ese diálogo una vez que Roe desaparezca, y la conversación nacional se centre en cómo podemos apoyar a quienes se enfrentan a embarazos en crisis y a sus hijos.
Mientras se decide el futuro de este país después de Roe vs. Wade, pienso mucho en cómo debo responder como individuo, independientemente del resultado cuando el alto tribunal tome finalmente su decisión.
¿Cómo puedo apoyar a las mujeres de mi vida que se enfrentan a un embarazo inesperado? ¿Cómo puedo relacionarme con quienes ven el tema de forma diferente a la mía para entablar un diálogo productivo que me permita crecer y aprender a cultivar una sociedad que apoye mejor a las mujeres? Espero que el más alto tribunal del país que decida este asunto de una vez por todas me permita encontrar respuestas a estas preguntas.
Observo con ansiedad lo que ocurre, y espero que ela Corte Suprema reconozca la dignidad inherente a toda vida humana, y tome medidas para proteger a los que están en el vientre materno, los más vulnerables de nuestra sociedad.