Hong Kong (CNN) – Con el comienzo del nuevo año, China parece albergar esperanzas de que en los próximos meses se produzca una relajación de las tensiones con Estados Unidos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino así lo manifestó a finales del mes pasado, cuando dijo que China daría la “bienvenida” a una visita del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, un viaje esperado que, según los analistas, Beijing veía como una oportunidad para ayudar a fortalecer su economía y reparar los tensos lazos diplomáticos.
Por eso, cuando un globo de gran altitud procedente de China, con una carga útil del tamaño de tres autocares y equipado con lo que las autoridades estadounidenses han descrito como equipos de vigilancia, fue avistado sobre el territorio continental de Estados Unidos, sobrevolando visiblemente un Estado con activos militares clave y, en última instancia, provocando un incidente internacional, naturalmente surgieron preguntas críticas sobre qué había ocurrido y por qué.
China sostiene que la nave, derribada el sábado por Estados Unidos sobre el océano Atlántico, era un globo meteorológico desviado de su ruta. Y, según los analistas, ha dado muestras de que el incidente lo tomó desprevenido y de querer atajar los posibles daños, no solo atribuyendo la situación a factores que escapan a su control, sino también expresando su “pesar” en un comunicado el viernes.
Aunque algunos hechos cruciales de la situación siguen sin estar claros, la respuesta oficial de Beijing —y el momento en que se produjo el incidente, que provocó el aplazamiento de la visita de Blinken por parte de EE.UU.— sugieren que sus dirigentes están lidiando con la forma de gestionar una crisis diplomática que ha exacerbado las mismas tensiones que esperaban superar.
“Según todos los indicios, los dirigentes chinos estaban deseando mantener conversaciones directas con Blinken… sería muy plausible que (el dirigente chino Xi Jinping) quisiera asegurarse de que todo fuera bien en el período previo a la visita”, declaró Chong Ja Ian, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Singapur.
“Que esto ocurra es desconcertante y extraño”, añadió.
Las posibilidades
Beijing ha dado escasos detalles sobre el origen del globo, que confirmó por primera vez que procedía de China en una explicación emitida más de 12 horas después de que el Pentágono anunciara que estaba rastreando el objeto.
En un comunicado emitido a última hora de la tarde del viernes (hora local), el Ministerio de Asuntos Exteriores chino describió el globo como una “aeronave civil utilizada para investigación, principalmente meteorológica”, que se había desviado “lejos de su rumbo previsto” debido a su “limitada capacidad de autodirección” y a los vientos del oeste.
En un comunicado posterior, este domingo, Beijing pareció vincular el artefacto a “empresas” y no a su gobierno o ejército, aunque en China la prominencia de las empresas estatales y un sólido complejo militar-industrial difuminan la línea entre ambos. Este lunes, Beijing admitió que, en los últimos días, un segundo globo se había “desviado gravemente” de su ruta prevista y había surcado los cielos de América Latina y el Caribe “por error”. Sin embargo, declinó proporcionar más información sobre qué entidad fabricó los globos.
Estados Unidos, por su parte, ha presentado detalles que enmarcan el incidente en un esfuerzo de vigilancia impulsado por una flota de globos espía chinos que, según afirma, han sido avistados en los cinco continentes durante los últimos años.
Los observadores de la élite política china afirman que el momento elegido para esta intrusión poco sutil, en medio de un esfuerzo concertado de China por volver a relacionarse con el mundo y rebajar el tono de su propia retórica combativa, sugiere explicaciones que van desde un grave error de cálculo por parte de Beijing hasta una costosa falta de comunicación dentro del gobierno o con otra entidad.
Steve Tsang, director del SOAS China Institute de la Universidad de Londres, afirmó que cualquier operación de vigilancia que afecte al espacio aéreo estadounidense tendría que contar “casi con toda seguridad” con la aprobación de los máximos dirigentes, incluido Xi.
Eso sugiere, según Tsang, que o bien hubo un “error de cálculo total” en el que el líder chino y sus asesores pensaron que EE.UU. no respondería con firmeza al globo, o bien los altos dirigentes no “unieron los puntos” entre varias actividades para darse cuenta de que el envío de un globo tendría el potencial de afectar a la visita de Blinken.
“Xi quería que Blinken visitara y discutiera asuntos de interés mutuo. Xi está tratando de poner parches a la economía tras el desastre de la política de covacha cero y las restricciones estadounidenses a los semiconductores. Por tanto, no podía querer un incidente sobre el globo que hiciera descarrilar dicha reunión”, añadió.
En Singapur, Chong planteó otra posibilidad: “Como muchas otras grandes burocracias… puede que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda y que haya una simple falta de coordinación”, dijo.
Las consecuencias
Aunque el trasfondo del incidente sigue sin estar claro, ya que las autoridades chinas aún no han facilitado información adicional, y es posible que no lo hagan, el resultado es un duro golpe para la diplomacia chino-estadounidense y para Beijing, según los expertos.
“Creo que los dirigentes chinos a nivel nacional se sintieron claramente molestos y eclipsados por este globo”, dijo Dali Yang, politólogo de la Universidad de Chicago, señalando que la explicación inicial del Ministerio de Asuntos Exteriores chino fue “inusualmente conciliadora” con su rara expresión de “pesar”, especialmente en comparación con su retórica a menudo agresiva de los últimos años.
“Esperaban claramente que esto pudiera suavizarse de alguna manera, especialmente teniendo en cuenta el contexto de la visita prevista del Secretario Blinken en ese momento”, dijo Yang.
La retórica de Beijing se endureció significativamente después de que el ejército estadounidense derribara el globo, y el Ministerio de Asuntos Exteriores de China acusó a Estados Unidos de “reaccionar de forma exagerada” y de “violar gravemente la práctica internacional”. El Ministerio de Defensa, por su parte, expresó su “solemne protesta”, advirtiendo que China “se reserva el derecho a utilizar los medios necesarios para hacer frente a situaciones similares”.
Este lunes, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino afirmó que los restos del globo no pertenecen a Estados Unidos. “El dirigible es de China, no de EEUU”, dijo un portavoz del ministerio en una rueda de prensa habitual, al ser preguntado sobre si EE.UU. debería devolver los restos del globo a China.
“Se trata de un asunto delicado que se ha desarrollado de forma muy pública entre los dos países. Por lo tanto, hay posturas”, añadió Yang. “Los dirigentes chinos también tienen un público nacional al que atender”, dijo, aludiendo a la necesidad de Beijing de no parecer débil.
No obstante, China ha dado muestras de intentar mantener a raya la retórica nacionalista en torno al incidente, en lugar de avivar la indignación, como hizo anteriormente durante acontecimientos que avivaron las tensiones entre Estados Unidos y China, como la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán el verano pasado (en el hemisferio norte).
Los medios estatales chinos anunciaron también el sábado que el jefe del servicio meteorológico del país había sido relevado de su cargo, en una medida que algunos analistas consideraron un intento de apuntalar la postura de Beijing de que el globo de gran altitud era de carácter civil y tenía principalmente fines meteorológicos. Sin embargo, ya se esperaba que el funcionario abandonara el cargo tras ser nombrado para un nuevo puesto en enero.
Pero las repercusiones diplomáticas del incidente tendrán consecuencias graves y duraderas, según los expertos.
“Este incidente con el globo nos hace retroceder significativamente, porque el calendario de las relaciones entre Estados Unidos y China para los próximos meses no deja mucho espacio para que ambas partes se reajusten”, declaró Jude Blanchette, titular de la Cátedra Freeman de Estudios sobre China en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), añadiendo que la reunión había sido una oportunidad para establecer algunos límites en la relación.
China celebrará el próximo mes sus sesiones legislativas anuales, en las que se formalizará una remodelación de la cúpula del Gobierno central. En Estados Unidos, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, tiene previsto visitar Taiwán, lo que inevitablemente provocará la ira de Pekín.
“Creo que la relación se dirige a un lugar muy, muy oscuro si las dos partes no encuentran alguna manera de poner un suelo debajo”, dijo Blanchette.