(CNN) – Puede que la batalla contra las bolsas de plástico de un solo uso no esté ganada, pero sin duda vamos por buen camino.
En casi una docena de estados de EE.UU. y en muchos otros países del mundo se han establecido restricciones a su uso. Y, en muchos casos, estos esfuerzos han conseguido eliminar nuevas ventas de bolsas de plástico finas y endebles que flotan a los árboles, obstruyen los drenajes, filtran microplásticos al suelo y al agua y dañan la vida marina. (Por supuesto, estas restricciones no tienen en cuenta las bolsas de plástico que ya existen y que tardarán siglos en descomponerse).
Pero este éxito medioambiental oculta otro problema.
Muchos de nosotros nos ahogamos en bolsas reutilizables —de tela o de plástico más grueso y duradero— que los minoristas venden a bajo precio o regalan a sus clientes como una alternativa supuestamente más ecológica al plástico de un solo uso. (Yo tengo 15 bolsas de algodón y 12 de plástico resistente guardadas en un cajón de la cocina, de las que solo unas pocas ven la luz del día).
Los activistas afirman que esta acumulación de bolsas crea nuevos problemas medioambientales, pues las bolsas reutilizables tienen una huella de carbono mucho mayor que las bolsas de plástico fino. Según un estimado sorprendente, una bolsa de algodón debería utilizarse al menos 7.100 veces para que fuera una alternativa realmente ecológica a una bolsa de plástico convencional.
La respuesta a cuál es el sustituto más ecológico de una bolsa de plástico de un solo uso no es sencilla, pero el consejo es: reutiliza todas las bolsas que tengas en casa, tantas veces como puedas.
Y aquí hay algunas cosas que debes tener en cuenta cuando vayas al centro comercial o al supermercado.
Consecuencias imprevistas
Las prohibiciones y limitaciones bienintencionadas de los plásticos de un solo uso están teniendo en algunos casos consecuencias imprevistas.
En Nueva Jersey, la prohibición este año de las bolsas de plástico y papel de un solo uso ha provocado que los servicios de reparto de comestibles se hayan pasado a las bolsas de gran capacidad. Sus clientes se quejan ahora de que hay un exceso de bolsas reutilizables de gran capacidad con las que no saben qué hacer.
En el Reino Unido, donde yo vivo, la persona media compra ahora unas tres bolsas de un solo uso al año, frente a las 140 que compraba en 2014, el año antes de que se impusiera una tasa a las bolsas de un solo uso. Sin embargo, Greenpeace señaló que los supermercados británicos vendieron en 2019 1.580 millones de bolsas de plástico duraderas —conocidas aquí como “bolsas de toda la vida”—, lo que equivale a 57 por hogar y más de una bolsa a la semana. Y esto supuso un aumento del 4,5% respecto a 2018.
Esto sugiere que este modelo, por el que se ofrece una bolsa más pesada para fomentar la reutilización, simplemente no está funcionando.
“Si las empresas se limitan a darnos bolsas de plástico más gruesas, yo diría que entonces la política es un fracaso general”, dijo Judith Enck, exadministradora regional de la Agencia de Protección Ambiental y ahora presidenta de Beyond Plastics, una organización estadounidense sin fines de lucro que trabaja para poner fin a la contaminación causada por los productos de plástico de un solo uso.
A la hora de evaluar el impacto ambiental de una bolsa a lo largo de su vida útil, hay que tener en cuenta muchos aspectos: el material, su peso, el proceso de fabricación y cómo se desecha. Una bolsa de plástico resistente fabricada con el mismo material que la clásica bolsa de plástico de un solo uso pero con el doble de peso tiene el doble de impacto ambiental, a menos que se reutilice más veces, razón por la cual una bolsa fina de plástico de un solo uso puede parecer una opción benigna en función de su impacto climático.
La clave para las bolsas de plástico de gran resistencia es reutilizarlas fielmente y deshacerse de ellas con cuidado para que no acaben como contaminación plástica.
Según un informe elaborado en 2020 para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés), se calcula que una bolsa de polipropileno (PP) gruesa y duradera (suelen tener un tacto tejido) debe utilizarse entre 10 y 20 veces en comparación con una bolsa de plástico de un solo uso, mientras que una bolsa de polietileno (PE), más fina pero aún reutilizable, entre 5 y 10 veces.
“Siempre habrá casos en los que olvidemos nuestras bolsas (reutilizables) en casa. Deberíamos intentar no hacerlo, pero cuando lo hagamos, tendremos que comprar una bolsa. Y si entonces ya tenemos demasiadas bolsas duraderas en casa, sería mejor desde una perspectiva climática, al menos, comprar una bolsa de papel o plástico de un solo uso”, afirmó Tomas Ekvall, uno de los autores del informe del UNEP y profesor adjunto de la Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia.
Sin embargo, subraya que la bolsa de plástico de un solo uso personifica la cultura del usar y tirar y que solo por eso quizá sea una razón para evitar su uso.
“Si aspiramos a un futuro sostenible con menos mentalidad de comprar y tirar, la bolsa de un solo uso no es muy coherente con ese modo de vida. Así que, en ese sentido, podría ser razonable intentar evitarla, aunque esa elección no suponga específicamente un beneficio medioambiental”.
El problema del algodón
La bolsa de algodón se ha convertido en un símbolo de estatus barato para todos aquellos —marcas y particulares— que quieren prescindir del plástico y mostrar una postura ecológica.
Pero el algodón es un cultivo que consume muchos recursos, necesita mucha agua y utiliza una cantidad considerable de pesticidas y fertilizantes, que introducen nitratos en la tierra y los cursos de agua y provocan la creación de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero. Esto significa que su huella medioambiental es mayor de lo que mucha gente aprecia.
Según el informe del UNEP, una bolsa de algodón necesita ser utilizada entre 50 y 150 veces para tener menos impacto en el clima en comparación con una bolsa de plástico de un solo uso.
Un informe de 2018 de la Agencia Danesa de Protección del Medio Ambiente sugería que una bolsa de algodón debería utilizarse al menos 7.100 veces para compensar su impacto medioambiental en comparación con una bolsa de plástico clásica de supermercado que se reutiliza una vez como bolsa de basura y luego se incinera. (Si ese algodón es orgánico, la cifra asciende a 20.000 veces, suponiendo el informe un menor rendimiento, pero el mismo aporte de materias primas).
El informe analizaba 15 indicadores medioambientales diferentes, como el cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono, la contaminación atmosférica, el consumo de agua y el uso del suelo. Sin embargo, cuando se centraba únicamente en el impacto climático del algodón, sugería que una bolsa de algodón tendría que reutilizarse al menos 52 veces, en línea con el informe del UNEP.
El informe danés es lo que se conoce como Evaluación del Ciclo de Vida (LCA, por sus siglas en inglés), un conjunto de métodos que utilizan los científicos para evaluar los costos medioambientales asociados a un producto a lo largo de toda su vida útil. El informe del UNEP analizaba 10 LCA realizadas en distintos países desde 2010. Sin embargo, Ekvall afirmó que este enfoque con frecuencia se basa en suposiciones y simplificaciones, y los resultados suelen variar mucho.
“Es un problema que los resultados de LCA sean aparentemente fáciles de entender, pero se necesita un experto para comprender cómo se calcularon los resultados y por qué son diferentes”, dijo.
Según él, es mejor considerar los LCA como “una regla empírica” que como una guía rígida. Además, no tienen en cuenta factores difíciles de medir, como los microplásticos, cuyo impacto en la salud humana y animal aún no se conoce, y los desechos marinos. ¿Cómo cuantificar, por ejemplo, una ballena muerta con 40 kilos de bolsas de plástico en el intestino?
¿Qué se puede hacer?
También es importante señalar que las bolsas de plástico son responsables de una parte significativa de la basura, pero desempeñan un papel muy pequeño en la crisis climática en comparación con otros productos y materias primas, según el informe del UNEP. Por ello, quizá sea mucho más importante pensar en lo que se mete en la bolsa de la compra y consumir menos.
Enck, que lleva 20 años utilizando la misma bolsa de algodón, está de acuerdo. “Creo que no debemos dejar que el LCA nos quite el sentido común. El plástico de un solo uso tiene un enorme daño medioambiental”.
Enck dijo que donaba las bolsas reutilizables sobrantes a una despensa o banco de alimentos o, en el caso de las bolsas de algodón, las utilizaba para envolver regalos. También puede ser más sensato fabricar una bolsa con ropa vieja, sábanas o cortinas que comprar una nueva, sugiere.
Los consumidores podrían animar a las empresas a prestar bolsas a cambio de una tarifa reembolsable, en lugar de vender a los consumidores (que han olvidado su bolsa reutilizable) bolsas que no necesitan, dijo Ekvall.
Enck insistió en que es mejor reutilizar las bolsas de plástico en la medida de lo posible que intentar reciclarlas, ya que los diferentes productos químicos y tintes utilizados en los distintos plásticos dificultan notablemente su reciclaje.