Cárdenas, Cuba (CNN) – Más de dos décadas después de que lo encontraran flotando en el estrecho de Florida, Elián González asume su papel más destacado desde la amarga batalla por su custodia que lo devolvió a Cuba.
Este lunes, el Consejo Nacional Electoral de Cuba dijo que los 470 candidatos a la Asamblea Nacional de la isla, incluido González, habían recibido la aprobación de los votantes. Más del 89% de los electores de Cárdenas, ciudad natal de González, votaron por él, según las autoridades.
Había pocas dudas sobre el resultado final: los candidatos son preseleccionados y se presentan sin oposición. Y ser legislador en Cuba no implica necesariamente tener mucho poder. Los congresistas solo se reúnen unas pocas veces al año, apoyan invariablemente las propuestas del gobierno y ni siquiera cobran.
Pero el nuevo cargo de González indica que será más visible en un momento en que el gobierno cubano necesita urgentemente representantes cuyo nombre sea reconocido en el extranjero, así como entre los cubanos más jóvenes que están abandonando la isla en números récord.
“Soy alguien que el pueblo estadounidense conoce y puedo ayudar a unir al pueblo estadounidense y al cubano, y no solo al pueblo”, declaró a CNN un González de 29 años, ahora con barba.
“Que nuestros gobiernos lleguen a un entendimiento y eliminen todas las barreras entre nosotros. Nuestro país no tiene sanciones con Estados Unidos”.
González habló con CNN después de ir a votar el domingo con su esposa y su hija de dos años en Cárdenas, que, como muchas ciudades pequeñas de Cuba, ha sido asolada por la calamidad económica: sanciones más duras de Estados Unidos, el lento ritmo de las reformas del gobierno dirigido por los comunistas, una pandemia que ahuyentó a los turistas y la inflación que ha hecho que los salarios estatales casi no valgan nada.
Tener una hija, dijo González, le dio una nueva perspectiva sobre las decisiones que tomó su propio padre, Juan Miguel, cuando en 1999 la madre de Elián se ahogó tras intentar llevarlo con un grupo de emigrantes en el peligroso viaje en barco a través del estrecho de Florida.
“Me ha ayudado a entender más a mi papá”, dice. “Me ha hecho más sensible. Me ha ayudado a entender cómo se sienten todos los cubanos que están separados de sus familias y los padres que no pueden dar toda la atención y las cosas que sus hijos quieren”.
Tras ser rescatado, González fue acogido por familiares en Miami.
La noticia de su milagrosa supervivencia llevó a muchos miembros de la comunidad anticastrista de Miami a argumentar que debían respetarse los deseos de la madre de González y que el niño debía permanecer en Florida.
La disputa encendió las pasiones de la época de la Guerra Fría, con el entonces presidente cubano Fidel Castro encabezando las protestas que exigían el regreso de Elián frente a la embajada de Estados Unidos en La Habana, y los líderes del exilio cubano prometiendo que no permitirían que el niño volviera a vivir bajo una dictadura.
Finalmente, después de que Juan Miguel, el padre de Elián, viajara a Washington, los tribunales estadounidenses respaldaron sus peticiones de reunirse con su hijo.
Una redada nocturna de agentes federales armados en la casa de sus familiares en Miami provocó disturbios en la ciudad y devolvió a Elián a su padre. Cuando la Corte Suprema de Estados Unidos se negó a intervenir en el caso, Elián y Juan Miguel volvieron a la isla.
En Cuba, el ahora famoso González y su familia llevaron una vida no del todo normal. Fidel Castro acudía a las fiestas de cumpleaños del niño en Cárdenas y la familia tenía guardaespaldas. Elián fue a una escuela militar y estudió ingeniería.
Cuando concedía entrevistas poco frecuentes, expresaba su apoyo a la revolución, lo que para muchos en Miami era una prueba de que a Elián le habían lavado el cerebro y nunca se le debería haber permitido volver a Cuba.
“A sus 29 años, es una marioneta para Cuba, como muchos exiliados temían”, decía un artículo de opinión publicado por el Consejo Editorial del Miami Herald en febrero. “Muchos exiliados cubanos históricos en Miami mirarán esta noticia con gran tristeza”.
Aunque González creció y siguió adelante, la ira entre los leales a la revolución y los exiliados cubanos obligados a abandonar la isla sigue ardiendo al rojo vivo.
En un partido del Clásico Mundial de Béisbol celebrado en Miami en febrero, que en teoría pretendía unir a distintos países en torno a una afición compartida por el deporte, los exiliados abuchearon a los jugadores cubanos en el campo.
Las autoridades de La Habana respondieron que los exiliados eran “gusanos”, un epíteto que Fidel Castro lanzaba a los cubanos que abandonaban la isla.
Más de sesenta años después de la revolución cubana, a medida que la isla se acerca a la ruina económica y los exiliados no están más cerca de regresar a casa, es difícil para cualquiera de las partes creer realmente que están ganando.
González es quizás el único cubano que ha estado dentro de los centros de poder tanto en Miami como en La Habana, viendo cómo piensan y funcionan los que dirigen Cuba y los que la perdieron.
A pesar de haber sido empujado al centro de ese duro tira y afloja, González dice que no guarda rencor, que está agradecido con los estadounidenses que le ayudaron a volver a casa y que espera reconciliarse con los familiares de Florida que trataron de impedir su regreso.
Y como un cubano poco común que se ha ido y ha regresado, espera que el éxodo de cubanos que actualmente abandonan la isla también puedan ver un futuro en su patria.
“Lo que queremos algún día es que los exiliados cubanos dejen de estarlo, que vuelvan a casa”, dijo González.
“Cuando los jóvenes que se fueron estén dispuestos a trabajar por Cuba, por el bienestar de los cubanos más allá de un partido político y más allá de ideologías”, dijo. “Nuestras puertas están abiertas para construir un país mejor que es lo que necesitamos”.