(CNN) – Cuando Cyril Del Pistoia estaba sentado en el borde de la cama del hospital, luchando por mover las piernas, la posibilidad de competir alguna vez en una prueba Ironman parecía un sueño inalcanzable.
El francés, que ahora vive en Estados Unidos, se recuperaba de una leucemia y se sometió a un tratamiento invasivo, incluido un trasplante de médula ósea, que le dejó con la tarea de aprender a andar de nuevo.
Sin embargo, 10 años después de su trasplante, Del Pistoia se inscribió para competir en el Campeonato del Mundo Ironman de este año en su ciudad natal de Niza, Francia, en el que los competidores debían completar 3,5 km de natación, 112 km de ciclismo y un maratón.
Era un momento que el hombre de 35 años siempre deseó, pero parecía imposible cuando se encontraba en pleno proceso de recuperación.
“Siempre ha sido un sueño, siempre ha estado en mi cabeza”, dijo a CNN Sport.
“Pero mientras estaba en el hospital, para ser honesto, en ese momento era sólo supervivencia. Era sólo ‘quiero ser capaz de caminar un poco’. Te centras mucho en las pequeñas cosas”.
“Duele mucho incluso comer. En ese momento, mi objetivo era simplemente estar vivo”.
Del Pistoia siempre se ha interesado por el deporte: de niño jugaba al rugby en Francia, antes de iniciarse en el ciclismo y acabar participando en triatlones.
Se enamoró de los “componentes estratégicos” de los triatlones, y aprendió a llevar el mejor ritmo durante la natación, el ciclismo y la corrida.
A pesar de no llegar a ser un atleta profesional, siguió practicando este deporte, al compaginarlo con sus estudios y su carrera profesional.
Pero en 2012 todo cambió.
Del Pistoia estaba viajando mucho entre Francia y Estados Unidos por trabajo y empezó a sentirse más fatigado de lo habitual.
Tras sentir dolor en la parte superior del pecho, fue al médico y le dieron un diagnóstico devastador que le cambió la vida.
“Cuando me dio los resultados, recuerdo la expresión de su cara y me dijo que fuera directamente al hospital”, cuenta.
Se sometió a más pruebas para confirmar las sospechas iniciales y finalmente le dijeron que tenía leucemia.
“Fue muy duro”, recuerda. “Por alguna extraña razón, siempre he tenido la sensación de que iba a pasar por algo duro, médicamente hablando, así que pensé: ‘muy bien, llegó el momento’”.
“Simplemente estás ahí procesando la información”.
Ingresó en cuidados intensivos al día siguiente, donde empezó la quimioterapia. Al principio, el tratamiento funcionó, pero tras un mes y medio en el hospital, su recuperación empezó a estancarse.
Entonces, dice, optó por un nuevo tratamiento experimental que ofrecía nuevas esperanzas. Funcionó y llegó un punto en que los médicos ya no podían encontrar cantidades mensurables de células cancerosas en su sangre.
Sin embargo, para reducir la probabilidad de que el cáncer reapareciera, Del Pistoia se sometió a un trasplante de médula ósea.
Aprender a caminar de nuevo
Encontrar un donante adecuado no fue tarea fácil y, tras encontrarlo, el francés tuvo que someterse a radioterapia para recibir las nuevas células madre.
Recuerda muy poco de aquella época, que describe como “una vida paralela” en la que su cuerpo estaba en el hospital, pero su mente en otra parte.
“No recuerdo nada de lo que pasó”, dijo antes de explicar cómo el tratamiento le quemó todo el cuerpo.
A este aficionado del deporte le quedaron varios problemas, como los pulmones dañados y una resistencia al calor muy baja, lo que no es ideal para alguien que estaba desesperado por volver al triatlón, bromeó.
Pero, tras semanas de tratamiento, su cuerpo empezó a responder. Del Pistoia pudo entonces centrar su atención en recuperarse de un calvario que lo había debilitado tanto que incluso sentarse en la cama era una lucha.
Recordaba lo doloroso que era incluso intentar comer y beber pequeñas cantidades de comida y agua, así como la intensa sensación de ducharse por primera vez en casi dos meses.
“Recuerdo sentarme en la cama con los pies colgando e intentar mover las piernas hacia arriba, sólo unos centímetros cada una, poco a poco, intentando recuperar el control de las piernas”.
“Luego, en algún momento, pude ponerme de pie. Después de poder ponerme de pie, pude caminar”.
La recuperación fue lenta pero, poco a poco, Del Pistoia empezó a rehacer su vida.
Al cabo de un año, volvió a trabajar en alta mar y también empezó a recuperar su forma física. En los primeros días de su diagnóstico, pidió una bicicleta estática en su habitación del hospital. Ahora podía ir a donde quisiera sobre dos ruedas.
El entrenamiento era un aspecto importante de su vida antes de la enfermedad, pero el deporte adquirió un significado ligeramente nuevo tras la recuperación, dijo.
En lugar de centrarse tanto en los tiempos y la mejora física, Del Pistoia disfrutó cada pedacito de su “segunda oportunidad en la vida”.
Regresar al deporte
En 2020 compitió en biatlón en los Juegos Mundiales de Trasplantados en Canadá y volvió a la escena mundial en abril para competir en triatlón en los Juegos Mundiales de Trasplantados en Australia. Quedó en primer lugar en su categoría de edad.
Los juegos, que se celebran cada dos años y alternan deportes de verano e invierno, están abiertos principalmente a personas que recibieron un trasplante de órgano sólido (hígado, corazón, pulmón, riñón, páncreas) o de médula ósea.
“Es increíble porque compites con personas con dificultades similares en la vida. Todos han pasado por algo y todos tienen una historia que contar”, afirma.
“La gente me mira y piensa que estoy muy en forma. Puedo correr bastante rápido y puedo ir en bici bastante rápido, puedo hacer un Ironman”.
“Pero, al mismo tiempo, sigo teniendo muchas limitaciones. Así que es bueno estar rodeado de gente que lo entiende de verdad”.
Este año, en un momento decisivo, fue invitado a Niza como participante especial en la carrera del Campeonato del Mundo Ironman de septiembre.
Al saber que no podría competir con algunos de los mejores atletas del mundo, Del Pistoia estaba agradecido por haber tenido la oportunidad de participar.
El hecho de que se celebrara en su ciudad natal hizo que la experiencia fuera aún más simbólica, dijo.
“Mi actuación allí fue muy, muy secundaria. Sólo quería disfrutar de todos los aspectos”, añadió.
“Quería asegurarme de que se escuchaba mi historia, porque eso me hace muy feliz. Al fin y al cabo, eso es lo que más me motiva, si puedo inspirar a la gente”.
“Si sé que hay gente que la está pasando mal en el hospital ahora mismo y escucha una historia como la mía para ayudarles a seguir adelante, entonces me habré ganado el día”.
“Sólo para que sepan que hay algo más que la luz al final del túnel, que aún se pueden hacer cosas extraordinarias con la vida”.
Del Pistoia se mostró satisfecho con su actuación en la natación y el ciclismo, pero afirmó que se recalentó en la corrida.
Eso le obligó a hacer el último tramo de la carrera más despacio de lo que quería, pero cruzar la línea de meta no fue menos emotivo y no pudo contener las lágrimas.
Un futuro emocionante
Ahora, con un Campeonato del Mundo Ironman en el bolsillo, Del Pistoia está a la caza de nuevos retos.
Dice que no descarta clasificarse para un Campeonato del Mundo Ironman 70,3 – también conocido como medio Ironman – en el futuro y que tiene algunas carreras de larga distancia en el horizonte.
Al margen del deporte, Del Pistoia obtuvo recientemente el título de piloto de hidroavión y quiere utilizar su plataforma para sensibilizar y mejorar la accesibilidad de las personas con discapacidad.
“Me encantaría poder compartir cada vez más mi historia para inspirar y ayudar a la gente. Ahí es donde veo mi valor en este mundo”, afirma.
“Si puedo ayudar a la gente mientras la está pasando mal, eso me hace verdaderamente feliz, más que cualquier actuación [deportiva]”.