(CNN Español) – Desde hace años, Argentina parece no tener respiro. Con una de las economías y las poblaciones más grandes de América Latina, y una historia de avances y crecimiento, en las últimas décadas el país sudamericano ha pasado por dificultades económicas y períodos de estancamiento e inestabilidad política, y cada uno de los gobiernos recientes lo ha sentido en las urnas. Aunque Argentina lleva ya tres décadas seguidas de gobiernos democráticos, el país ha atravesado más de 70 años de crisis, con cuatro golpes militares, ciclos muy cortos de estabilidad y crecimiento, escenarios recurrentes de hiperinflación, recesiones y varias crisis de deuda externa.
El presidente Alberto Fernández, elegido en 2019 y cuyo mandato termina este domingo 10 de diciembre, no ha sido la excepción: con un país aquejado por una inflación muy alta —entre otros problemas económicos: déficit fiscal, deuda externa y deuda interna, pobreza superior al 40%— y una escasa popularidad, decidió hace tiempo no buscar la reelección en los comicios presidenciales que se aproximan, y su fuerza política, la coalición del Frente de Todos (ahora rebautizado Unión por la Patria), perdió la elección frente al libertario Javier Milei y no pudo retener el poder Ejecutivo.
En una entrevista reciente con Nacho Girón de CNN, Fernández, en los últimos días de su mandato, dijo que había considerado la reelección por “pedido de los compañeros”. “Pero quiero aclarar que yo siempre estuve en contra de las reelecciones, para mi fue una mala idea de la Constitución del 94 haber puesto la reelección”.
¿Cómo llegó a Fernández a esta instancia? ¿Qué pasó exactamente en estos ajetreados cuatro años de dificultades económicas, crisis políticas internas e investigaciones judiciales, un periodo que además incluyó la pandemia de covid-19 y una las peores sequías registradas en el país, un histórico productor agrícola?
El triunfo de Alberto Fernández
Cuando la expresidenta Cristina Fernández Kirchner –todo un ícono de la política argentina reciente, amada y odiada por igual– anunció a mediados de 2019 que el candidato de su fuerza política sería Alberto Fernández, uno de sus excolaboradores convertido en crítico, la sorpresa se sintió en todo el país.
Fernández, un abogado y profesor universitario con amplia experiencia como funcionario en gobiernos anteriores, no había sido considerado hasta el momento un candidato popular ni una figura presidenciable, y en los últimos años llegó a ser visto incluso como un enemigo de Fernández de Kirchner, en cuyo primer gobierno participó hasta su renuncia en 2008. Al momento de su salida, Fernández era jefe de Gabinete, el mismo cargo que había ocupado durante todo el gobierno de su esposo, Néstor Kirchner, desde mayo de 2003.
Con su ascenso como candidato de la coalición peronista del Frente de Todos, Alberto Fernández ayudó a dejar atrás la mala imagen de Cristina Fernández de Kirchner en buena parte del electorado, y consolidar un perfil moderado para la coalición, algo que le permitió imponerse en las elecciones sobre el entonces presidente Mauricio Macri, quien buscaba la reelección en un contexto de recesión y creciente inflación, volatilidad cambiaria y dramático aumento de la pobreza.
Fue una estrategia electoral acertada, pero llevó al poder a un tipo de presidente atípico, con un poder real menor del esperado y una serie de condicionamientos propios de las grandes coaliciones, un fenómeno inusual en el país. La forma en que Cristina Fernández de Kirchner anunció la candidatura de Alberto Fernández fue reveladora, ya que sugería claramente que ella lo había designado: “Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos, él como candidato a presidente y yo como candidata a vice”. Años más tarde, cuando sintió que él no la apoyaba lo suficiente en medio de uno de sus varios casos judiciales, Kirchner recordaría que fue ella quien lo puso ahí: “Crisis política en Argentina: la dura carta de Cristina Kirchner a Alberto Fernández y sus funcionarios”, dijo en 2021. En ese “dedazo” estaría la semilla de varias de las piedras con las Fernández habría de tropezarse durante su gestión, en la cual distintas facciones de la coalición que lo llevaron al poder se repartieron el gobierno entre los leales a Kirchner por un lado y todos los demás por el otro.
Argentina está acostumbrada a liderazgos fuertes y a mandatarios que son, al mismo tiempo, líderes de sus propias fuerzas políticas. Este no fue el caso de Fernández, presidente de una coalición que tenía como jefa a Kirchner y en la que se incluían también otros liderazgos, como el de Sergio Massa, que había roto con el kirchnerismo para competir en 2015 con su propio partido, y regresó antes de esa elección para asentar su cuota de poder en la presidencia de la Cámara de Diputados.
El flagelo de la inflación y la pobreza
Además de la peculiar situación política de la coalición, Alberto Fernández asumió la presidencia en diciembre de 2019 en medio de un difícil contexto económico, continuación de la recesión iniciada durante los últimos años de Macri: luego de caer un 2,6% en 2018, en 2019 año el PIB volvió a contraerse un 2% antes de la toma de posesión de Fernández.
La inflación, que aqueja a Argentina al menos desde 2011, se encontraba en su punto más alto de los años recientes, 142,7% interanual en octubre de 2023, al final del Gobierno de Fernández.
En tanto la pobreza, que llegaba al 35,4% al final del Gobierno de Macri, se encontraba en el 40,1% en el primer semestre de 2023, el último año del mandato de Fernández.
Pero otros dos grandes problemas marcarían también el Gobierno de Fernández: la escasez de dólares y la renegociación del acuerdo con el FMI suscrito por Macri, en un intento de encontrar financiamiento cuando los mercados ya parecían dispuestos a prestar o invertir en Argentina.
La deuda con el organismo multilateral asciende a unos US$ 45.000 millones. Argentina cerró un nuevo acuerdo con el FMI en marzo de 2022, con el gobierno de Fernández enfrascado en una batalla de dos frentes: por un lado, la atribución de los problemas de la deuda a la “herencia recibida” de Macri, y por el otro, defendiéndose de otros dirigentes de la coalición oficialista, como el diputado Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta, y hasta de su entonces ministro del Interior –que respondía a la vicepresidenta–, expresaban públicamente su rechazo a comprometerse con las metas de ajustes que requería el Fondo. Macri siempre se ha defendido señalando que, a su vez, él había tenido que recurrir a un acuerdo con el FMI para atender los problemas de deuda externa que había heredado de Cristina Fernández de Kirchner.
Fernández dijo a CNN que el FMI debería renegociar una vez más el acuerdo con Argentina. “Hay un artículo que hice incorporar en el acuerdo que dice que cuando la situación económica se altera por razones no atribuibles a las políticas del gobierno, el acuerdo debe ser revisado.
El covid-19 y un largo encierro marcado por controversias
En Argentina la pandemia es recordada principalmente por el largo período de aislamiento decretado por el Gobierno de Fernández, y los duros efectos económicos que cayeron sobre una ya delicada situación de las cuentas nacionales: el PIB de Argentina se desplomó 9,9% en 2020 por la caída de la actividad.
En total, se han contabilizado en el país 130.472 muertes por covid-19 y 10.044.957 casos confirmados desde el inicio de la pandemia en 2020, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, que dejó de reportar en marzo de 2023 (Argentina emitió su último informe en febrero del mismo año, poniendo la cifra en 130.463 fallecidos)
Se trata de una tasa de 2.886,87 muertes por cada millón de habitantes, por debajo de países como Perú, Brasil y Chile, y por encima de otros como Colombia, Uruguay, Costa Rica y México, según Our World in Data.
Los números de Argentina están, además, por encima de los promedios en Europa (2.797,95), América del Norte (2.689,52) y Asia (346,38), pero por debajo del consolidado de Sudamérica (3.105,34).
En tanto, la vacunación con al menos una dosis alcanzó al 91,77% de la población.
La campaña de vacunación estuvo empañada por el escándalo del “Vacunatorio VIP”, un presunto tráfico de influencias par vacunar primero a funcionarios afines el Gobierno, que llevó a Fernández a pedir en 2021 la renuncia a su ministro de Salud, Ginés González García.
Su sucesora, Carla Vizzotti, dijo que la vacunación de 70 personas de manera irregular había sido “un error”, pero negó la existencia de un “Vacunatorio VIP”.
Más recientemente, un nuevo escándalo afectó al Gobierno luego de que Sylvia Brunoldi, presidenta de la Liga Argentina de Protección al Diabético (LAPDI), dijera en un evento público que el 24 de agosto de 2020 se le había permitido visitar a su esposo antes de que falleciera por covid-19.
Este hecho había ocurrido cinco días antes de que Fernández anunciara en conferencia de prensa que se permitiría a las personas visitar a sus parientes durante sus últimas horas de vida, algo que por el aislamiento estaba prohibido.
Desde el Gobierno señalaron que el anuncio de Fernández solo oficializó lo que ya estaba en marcha, y que “cada institución, a través de sus autoridades, analizando cada caso particular, otorgaba autorización y generaba el protocolo”.
No fue la única controversia surgida durante la pandemia ligada a un presunto tratamiento especial de los funcionarios en medio de las restricciones por el covid-19.
En agosto de 2021 se viralizaron tres videos que mostraban a la primera dama, Fabiola Yáñez, festejando en julio de 2020 su cumpleaños en la residencia presidencial, cuando tales reuniones estaban estrictamente prohibidas. El hecho provocó una crisis la Casa Rosada, y el propio presidente reconoció que había sido “un error” y que “no debió haber ocurrido”.
Pero poco después cambió su tono: “Si algunos piensan que me van a hacer caer, se equivocan. Me fortalecen”, dijo.
Salida de la pandemia y derrota electoral del Gobierno
Cuando lo peor de la pandemia de covid-19 parecía quedar atrás, Argentina organizó el 14 de noviembre de 2021 sus elecciones legislativas (las internas abiertas tuvieron lugar el 12 de septiembre). El resultado, en medio de las controversias y la difícil situación económica, fue una dura derrota para el Gobierno de Fernández y Kirchner.
“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe como esperábamos que nos acompañe”, dijo Fernández al aceptar la derrota.
La consecuencia más importante de esta derrota fue el aumento de las tensiones internas en la coalición oficialista, que la llevó al borde del quiebre y a un crecimiento de la oposición rumbo a las elecciones presidenciales.
Además, varios ministros cercanos a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner ofrecieron sus renuncias tras la derrota, la mayoría de las cuales no fueron aceptadas por el presidente.
“Preferí preservar la unidad: aceptar esas renuncias podría haber significado una ruptura definitiva del Frente de Todos y hubiéramos tenidos dos años sin gobernabilidad. Jamás me voy arrepentir de mantener la unidad del peronismo”, dijo Fernández a CNN.
Finalmente el ministro de Economía, Martín Guzmán, dejaría el Gobierno para ser reemplazado inicialmente por Silvina Batakis y luego en julio de 2022 por Sergio Massa, quien fue el candidato oficialista. Massa no es economista, sino abogado, pero luego de duras negociaciones y horas de incertidumbre causadas por un dólar inmanejable y una inflación descontrolada, Fernández, Kirchner y sus respectivos aliados, se pusieron de acuerdo en que el entonces presidente de la Cámara de Diputados y, a su vez, líder de una de las facciones internas del gobierno, podría aportar el peso político suficiente que necesitaban para recuperar credibilidad en los mercados y aplacar las divergencias dentro de la coalición.
Desde entonces, las relaciones entre Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, los dos socios más importantes de la coalición, parecieron enfriarse, y creció la figura de Massa, quien en noviembre perdió en la elección presidencial, siendo el candidato oficialista, ante Javier Milei.
“Cada uno deberá responder ante la historia la responsabilidad que le cupo”, expresó Fernández a Nacho Girón de CNN.
La batalla contra la justicia
Casi desde el inicio de su gobierno, Fernández ha librado una dura batalla con la justicia del país y especialmente contra la Corte Suprema de Justicia. Dos de sus cuatro magistrados —Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz— habían sido nombrados por Macri.
En el centro de esta batalla estuvieron las causas contra Cristina Fernández de Kirchner por corrupción y los intentos de la vicepresidenta de evitar una condena: en 2022 fue acusada de encabezar una asociación para defraudar al Estado cuando era presidenta, presuntamente direccionando contratos millonarios de obras viales en la provincia de Santa Cruz.
Kirchner rechazó estas acusaciones, pero en diciembre de ese año fue condenada a 6 años por esta causa conocida como “vialidad”. Por la inmunidad de su cargo de vicepresidenta, no fue, sin embargo, a prisión. Ahora que dejará el cargo, Fernández de Kirchner, ya con 70 años, podría cumplir una pena de prisión domiciliaria por su edad.
No es el único conflicto judicial de Kirchner. En septiembre de 2023 la justicia ordenó levantar dos sobreseimientos y que se iniciara el juicio oral en otras dos causas: la relacionada con el Memorándum de entendimiento con Irán de 2013, por el supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA, y la llamada “Hotesur-Los Sauces”, donde las acusaciones son de lavado de dinero y asociación ilícita.
Cristina Fernández de Kirchner ha rechazado también las acusaciones en estos casos.
“La Argentina ha tenido una historia de corrupción que no empezó con Cristina, empezó mucho antes”, dijo el presidente a CNN.
El propio Alberto Fernández fue también acusado en 2021 de incumplir las restricciones que él mismo había decretado durante la pandemia de covid-19, tras conocerse las fotos de la fiesta de la primera dama Fabiola Yañez. El presidente argumentó que no había delito y pidió su sobreseimiento. La Corte Suprema de Justicia cerró el caso en octubre de 2023, tras un acuerdo por el pago de una “reparación integral” de 3 millones de pesos, unos US$ 8.500 al cambio oficial de la época o US$ 2.800 al cambio de dólar blue o informal en ese entonces.
En enero Fernández anunció que buscaría iniciar un juicio político contra Horacio Rossatti, presidente de la Corte Suprema, luego de que el tribunal fallara a favor de la ciudad de Buenos Aires, gobernada por la coalición opositora Juntos por el Cambio, por una disputa por fondos de coparticipación con el Estado nacional.
Se trató de uno de los capítulos más tensos de la batalla judicial del gobierno, pero aún así Fernández no contaría con el apoyo en el Congreso para que esta iniciativa prosperara.
El 1 de septiembre de 2022, en en el contexto de la investigación judicial en su contra por corrupción y en medio de una serie de manifestaciones a su favor, la vicepresidenta fue víctima de un intento de asesinato: un sospechoso, nacido en Brasil, apuntó con un arma contra la vicepresidenta y apretó el gatillo, pero el disparo no salió. Fue detenido por la policía inmediatamente después. Al día siguiente, el presidente Alberto Fernández declaró feriado nacional para que la nación se reuniera en apoyo a Cristina. En marzo de 2023, el presidente Fernández recordó el atentado y exigió que continúe la investigación. En este momento, tras un año del hecho, la causa por el atentado avanza en dirección al juicio oral y público de los supuestos autores materiales, reportó la agencia estatal Télam.
El golpe de la sequía, en medio de la guerra
En un país crónicamente afectado por la falta de dólares y cuyas principales exportaciones son los productos agrícolas y las materias primas, la llegada de una época de sequía puede parecer como la suma de todos los males.
Eso precisamente ocurrió en la campaña agrícola de 2022 y comienzos de 2023, cuando la producción se vio duramente afectada por una sequía histórica como consecuencia del fenómeno meteorológico de La Niña.
Casi el 55% del territorio del país fue afectado por la falta de lluvias, según un informe del Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (Sissa). El impacto económico, de acuerdo con un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires de enero, sería de hasta el 1,8% del PIB y una reducción de las exportaciones por US$ 14.115 millones para la campaña comercial de 2022/23.
Por si fuera poco, un aumento en los precios de los combustibles, como consecuencia de la guerra en Ucrania iniciada en febrero de 2022, golpeó aún más en las escasas reservas de dólares de Argentina, que a pesar de su potencial petrolero ha tenido que importar crudo y gas en los últimos años.
El Gobierno de Fernández inauguró en julio un nuevo gasoducto para, precisamente, poder transportar este combustible desde su yacimiento más importante en Vaca Muerta. Pero el impacto de esta obra se verá apenas en los años próximos.
Es cierto que el país también se benefició por el aumento de los precios de los cereales debido al conflicto, pero la sequía, y los costos derivados del combustible, mitigaron estas ganancias.
Con información de Iván Pérez Sarmenti, Nacho Girón, Emilia Delfino, Abel Alvarado, Sebastián Jiménez y Aleja Páez.