(CNN) – Un nuevo estudio sugiere que los síntomas de demencia de aparición temprana en cinco adultos pueden estar relacionados con un tratamiento médico con hormonas de crecimiento humano que recibieron hace décadas cuando eran niños y que ya no se administra.
El estudio, publicado este lunes en la revista Nature Medicine, aporta las primeras pruebas de la enfermedad de Alzheimer adquirida por tratamientos médicos en personas vivas. En estos casos, los síntomas de demencia de aparición temprana de los pacientes pueden ser el resultado de la posible transmisión de la proteína beta amiloide, que es un componente clave del alzhéimer cuando forma placas en el cerebro.
La acumulación anormal de beta amiloide en el cerebro está asociada al alzhéimer y el nuevo estudio sugiere que la contaminación por esta proteína puede tener relación con los síntomas de demencia temprana experimentados por los pacientes del estudio. Los resultados no sugieren que la enfermedad de Alzheimer pueda ser contagiosa, o propagarse como las infecciones víricas o bacterianas, por ejemplo, pero plantean nuevas preguntas sobre el alzhéimer y otras enfermedades degenerativas.
“Debo subrayar que se trata de casos muy raros, y que la mayoría están relacionados con procedimientos médicos que ya no se utilizan”, declaró en una rueda de prensa John Collinge, autor principal del estudio y director del Instituto de Enfermedades Priónicas del University College de Londres.
Los cinco adultos tenían deficiencia de la hormona del crecimiento cuando eran niños y recibieron hormonas de crecimiento hipofisarias preparadas de una forma específica a partir de cadáveres. La glándula pituitaria está situada en la base del cerebro, y la hormona del crecimiento humano, o HGH, es una hormona natural que la glándula produce y libera, promoviendo el crecimiento en los niños.
Entre 1959 y 1985, estos pacientes se encontraban entre las al menos 1.848 personas del Reino Unido que fueron tratadas con una hormona de crecimiento humano derivada de la hipófisis de un cadáver, según el estudio. En aquella época, este tratamiento también se utilizaba en otras partes del mundo, incluido Estados Unidos. El método de tratamiento se interrumpió después de que se descubrieran casos de un raro trastorno cerebral llamado enfermedad de Creutzfeldt-Jakob asociados a la administración de hormona de crecimiento humano contaminada procedente de cadáveres.
El nuevo estudio sugiere que la exposición repetida, durante varios años, a tratamientos con HGH derivada de cadáveres que fueron contaminados tanto por priones asociados a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob como por semillas de beta amiloide podría transmitir la enfermedad de Alzheimer. Los priones son proteínas que pueden actuar como agentes transmisores de enfermedades neurodegenerativas.
Los investigadores escriben en su estudio que la enfermedad de Alzheimer puede ser transmisible, en determinadas circunstancias, de forma similar a lo que ocurre con las denominadas “enfermedades priónicas”, una familia de trastornos neurodegenerativos progresivos poco frecuentes asociados a las proteínas priónicas, como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob o ECJ. Aunque el alzhéimer no es una enfermedad priónica, algunas investigaciones sugieren que las dos proteínas características de la enfermedad de Alzheimer —la beta amiloide y la tau— se comportan como priones.
“Parece que lo que ocurre en la enfermedad de Alzheimer es muy similar en muchos aspectos a lo que sucede en las enfermedades priónicas humanas, como la ECJ”, dijo Collinge en la rueda de prensa. “Plantea implicaciones sobre los enfoques terapéuticos de la enfermedad de Alzheimer”.
“El público no tiene nada que temer”
En 2015, los investigadores describieron previamente “posibles evidencias” de que la transmisión de la proteína beta amiloide de la hormona del crecimiento de un cadáver a un receptor era factible y, posteriormente, en 2018, lo estudiaron en ratones de laboratorio.
“Ahora aportamos pruebas de que la enfermedad de Alzheimer también es transmisible en determinadas circunstancias”, escriben los investigadores –del University College de Londres y el Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Reino Unido– en su estudio. Aunque añaden que este tipo de transmisión es “poco frecuente” y que no hay indicios de que la beta amiloide pueda transmitirse entre personas en actividades cotidianas o en la atención médica rutinaria actualmente.
“Después de que las hormonas de crecimiento humano dejaran de utilizarse en la década de 1980 debido a la preocupación por la transmisión de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, se establecieron procedimientos estrictos para minimizar la contaminación cruzada. Pero a la luz de estos hallazgos, los investigadores recomiendan que se revisen los procedimientos médicos para garantizar que en el futuro no se produzcan casos raros de transmisión del alzhéimer como éste”, declaró sobre el nuevo estudio la Dra. Susan Kohlhaas, directora ejecutiva de investigación y asociaciones de Alzheimer’s Research UK, en una declaración escrita distribuida por el Science Media Centre, con sede en el Reino Unido.
“Este estudio sugiere que, en circunstancias muy raras, la enfermedad de Alzheimer puede transmitirse entre humanos a través de la hormona de crecimiento humana procedente de donantes fallecidos. Hay que subrayar que este tratamiento ya no se utiliza actualmente y fue sustituido por la hormona de crecimiento sintética”, dijo Kohlhaas en el comunicado. “También es importante subrayar que éste es el único caso registrado de transmisión de alzhéimer entre humanos”.
El Dr. Richard Isaacson, que no participó en el nuevo estudio, dijo en un correo electrónico que sospechaba desde hacía tiempo que la enfermedad de Alzheimer podía tener cierta transmisibilidad similar a las enfermedades priónicas, pero que las investigaciones previas que había visto no habían podido demostrarlo.
“Aunque es difícil de decir, debe haber algo diferente sobre cómo la HGH puede haber infectado a los receptores en este estudio en comparación con trabajos anteriores”, dijo Isaacson, director de investigación en el Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas en Florida.
Añadió que “el público no tiene nada que temer”, puesto que este tipo de tratamiento con hormona de crecimiento humano ya no se practica clínicamente, pero el estudio subraya la importancia de la esterilización y descontaminación del instrumental entre cirugías.
Aunque no hay indicios de que la beta amiloide pueda transmitirse entre individuos en actividades cotidianas, “su reconocimiento subraya la necesidad de revisar las medidas para prevenir transmisiones accidentales a través de otros procedimientos médicos y quirúrgicos”, escribieron los investigadores en el estudio.
“También me intriga cómo estos resultados pueden informar sobre posibles dianas y estrategias terapéuticas en el futuro”, dijo Isaacson, en relación con la enfermedad de Alzheimer.
“Nuevas preguntas científicas”
Los investigadores examinaron ocho casos en los que una persona tenía antecedentes de haber sido tratada con hormona de crecimiento humano derivada de la hipófisis de un cadáver. Todos ellos fueron tratados de niños. Cinco de los pacientes seguían vivos durante el estudio y tenían más de 50 años. Los otros tres habían fallecido a los 57, 54 y 47 años.
Los investigadores descubrieron que cinco de los pacientes presentaban síntomas compatibles con una demencia de inicio temprana y que a tres de ellos se les diagnosticó la enfermedad de Alzheimer antes del estudio. Cuatro de los pacientes empezaron a experimentar síntomas entre los 48 y los 49 años. El paciente restante empezó a tener síntomas a los 55 años.
“Hemos descubierto que es posible que la patología beta-amiloide se transmita y contribuya al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer”, afirmó en un comunicado de prensa la Dra. Gargi Banerjee, primera autora del estudio e investigadora del Instituto de Enfermedades Priónicas del University College London.
“Esta transmisión se produjo tras el tratamiento con una forma ahora obsoleta de hormona del crecimiento, e implicó tratamientos repetidos con material contaminado, a menudo durante varios años”, dijo Banerjee. “No hay indicios de que la enfermedad de Alzheimer pueda adquirirse por contacto estrecho, o durante la prestación de cuidados rutinarios”.
El nuevo estudio es la primera vez que el Dr. James Galvin, director del Centro Integral para la Salud Cerebral de UHealth, el Sistema de Salud de la Universidad de Miami, oye hablar de la transmisión de la enfermedad de Alzheimer en humanos.
“Todos los casos eran de aparición muy temprana, lo que haría sospechar que hay factores extraños implicados. Normalmente, la aparición temprana se relaciona con mutaciones genéticas, pero como esto no se encontró, la causa atribuible común más probable sería el tratamiento con hormona de crecimiento cadavérico. Es necesario seguir investigando”, afirma en un correo electrónico Galvin, que no participó en el estudio.
“Yo diría que en este momento no hay nada adicional que tengamos que hacer en cuanto a la práctica clínica, pero esto ciertamente se presta a plantear nuevas preguntas científicas. Las proteínas implicadas en enfermedades cerebrales, como la proteína priónica de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y la encefalopatía espongiforme bovina, son transmisibles”, afirma. “Además, otras proteínas implicadas en enfermedades, como la alfa-sinucleína en la enfermedad de Parkinson y la demencia por cuerpos de Lewy, comparten algunas de estas propiedades pero no parecen ser transmisibles. Puede que haya que revisar la ciencia de las proteínas amiloide y tau en la enfermedad de Alzheimer”.