(CNN) – El rey Carlos III abrirá las puertas del castillo de Balmoral este verano boreal en lo que serán las visitas más íntimas jamás permitidas a la residencia privada de la familia real británica en Escocia.
Las visitas se realizarán a diario del 4 de julio al 11 de agosto, pero los aficionados de la realeza arrasaron en 24 horas con todas las entradas, cuyo precio es de 100 libras (US$ 126).
Situada a orillas del río Dee, en el Parque Nacional de Cairngorms, Escocia, Balmoral es la residencia del clan desde 1852, cuando el príncipe Alberto la compró para su esposa, la reina Victoria.
Los comienzos de la pareja fueron difíciles. La propiedad original se consideró demasiado pequeña para la familia real, por lo que hubo que construir otro castillo más grande a unos 100 metros de distancia. Desde entonces, la finca de 50.000 acres ha proporcionado comodidad e intimidad a los Windsor, sobre todo en tiempos de crisis.
Este verano, por primera vez desde que se terminó de construir el castillo en 1856, los visitantes tendrán un acceso sin precedentes a partes del refugio real que nunca antes habían estado abiertas al público.
La apertura del recinto parece formar parte de una iniciativa más amplia del rey para hacer más accesibles las residencias reales. El ala este del palacio de Buckingham, que incluye el famoso balcón central donde se reúnen los miembros de la familia real en sus apariciones públicas, también se abrirá al público este verano por primera vez.
Mientras tanto, los terrenos de otras propiedades reales como Windsor, Sandringham, Holyroodhouse y Highgrove se han abierto habitualmente para diversos actos.
De vuelta a Balmoral, quizá una de las paradas más impresionantes de la gira sea el salón de baile del castillo, que fue donde descansó la difunta reina Isabel II antes de emprender el viaje de seis horas a Edimburgo en septiembre de 2022.
Una exposición en el salón de baile mostrará una colección de acuarelas realizadas por el propio rey, que representan paisajes de Balmoral y de otras dos propiedades reales, Highgrove y Sandringham, así como trajes usados por Carlos, su difunta madre, su abuela y su esposa, la reina Camila.
Durante la visita, de una hora de duración y restringida a grupos de 10 personas, los visitantes realizarán un “viaje histórico” desde la compra de la finca en la década de 1850 hasta la actualidad, según la página web de Balmoral. “Verá por qué Balmoral es un lugar tan especial”, dice el sitio web.
También existe la posibilidad de celebrar la ocasión con una merienda tradicional en el restaurante, por un costo adicional de 50 libras (unos US$ 63).
Además de las cacerías de urogallos, los picnics y los paseos con perros por el barro que mantienen entretenidos a los miembros de la familia durante los largos días de verano, la finca ha sido también un lugar de solaz donde los miembros de la realeza pueden disfrutar de un tiempo fuera del ojo público.
Fue allí donde el príncipe William y el príncipe Harry recibieron la trágica noticia de la muerte de su madre, Diana, princesa de Gales. Más recientemente, la reina Isabel II pasó allí sus últimos días como la monarca más longeva de Inglaterra.
“Creo que la abuela es muy feliz allí”, dijo la princesa Eugenia a ITV en 2016. “Es una base encantadora para la abuela y el abuelo para que vayamos a verlos”.
Pero a pesar de la privacidad que Balmoral proporciona a la familia, no es la primera vez que la finca se abre al público. En anteriores ocasiones, los visitantes han podido recorrer parte de los terrenos y jardines de la finca, pero el acceso siempre se ha limitado a una sola sala del castillo.
También es un hecho poco conocido que se pueden reservar cinco cabañas que se encuentran dentro de los muros de la finca. Algunos afortunados huéspedes se han encontrado con el propietario durante su estancia.
“Eso es exactamente lo que me pasó este verano mientras daba un paseo nocturno por el castillo”, escribió en 2013 Jill O’Brien, excolaboradora de CNN. “Varios corgis que ladraban fuerte se acercaron corriendo a saludar. Tardé un minuto en darme cuenta de que la mujer que paseaba a los perros era la reina Isabel II”.
Carlos y Camila suelen viajar a Balmoral en agosto para tomarse un descanso a finales de verano. El viaje de este año proporcionará sin duda un bienvenido respiro a la pareja tras el diagnóstico de cáncer del rey y su posterior tratamiento.
Al final de la visita, los visitantes pueden celebrar la ocasión comprando conservas caseras o whisky Balmoral en la tienda de regalos de Mews, o quizás algo de tweed, que puede durar mucho más.