(CNN) – Nubes espesas y turbias llenan el cielo, con vientos fríos que transportan nieve a más de 160 kilómetros por hora (100 millas por hora). Con una temperatura helada de -34 ºC (-30 ºF), son frecuentes las tormentas de nieve y las avalanchas que ponen en riesgo la vida.
Y estas son las condiciones típicas de la montaña más alta del mundo: el monte Everest.
La montaña ubicada entre Nepal y el Tíbet, en el Himalaya, mide 8.849 metros (29.032 pies), y su pico sobrepasa la mayoría de las nubes en el cielo.
Un intento de escalar el Everest requiere meses, a veces años, de entrenamiento y aclimatación; incluso entonces, alcanzar la cima no está garantizado. De hecho, se sabe que más de 300 personas han muerto en la montaña .
Y, sin embargo, la montaña todavía atrae a cientos de escaladores que están decididos a alcanzar su cima cada primavera boreal. Esto es lo que se necesita para escalar y lo que motivó a algunos escaladores a alcanzar la cima del pico más alto del mundo.
“Pensé que estaba en bastante buena forma”
El Dr. Jacob Weasel, cirujano traumatólogo, alcanzó con éxito la cima del Everest en mayo del año pasado después de un acondicionamiento de casi un año.
“Podría poner una mochila de 23 kilogramos (50 libras) y estar dos horas subiendo una escalera sin ningún problema”, dijo Weasel a CNN. “Entonces pensé que estaba en bastante buena forma”. Sin embargo, el cirujano dijo que se sintió honrado al descubrir que su condición física no era rival para el elevado atletismo que requiere la montaña.
“Daba cinco pasos y tenía que tomarme entre 30 segundos y un minuto para recuperar el aliento”, recordó Weasel sobre su lucha con la falta de oxígeno disponible mientras subía el Everest.
Los alpinistas que aspiran llegar a la cumbre suelen practicar una rotación de aclimatación para ajustar sus pulmones a los niveles cada vez más reducidos de oxígeno una vez que llegan a la montaña. Este proceso implica que los escaladores viajen hacia uno de los cuatro campamentos designados en el Everest y pasen allí de uno a cuatro días antes de regresar.
Esta rutina se repite al menos dos veces para permitir que el cuerpo se adapte a la disminución de los niveles de oxígeno. El proceso aumenta las posibilidades de supervivencia y cumbre de un escalador.
“Si agarras a alguien y lo dejas caer en el campamento alto del Everest, ni siquiera en la (cima), probablemente entraría en coma a los 10 o 15 minutos”, dijo Weasel.
“Y estarían muertos en una hora porque su cuerpo no está adaptado a niveles tan bajos de oxígeno”.
Si bien Weasel ha escalado con éxito decenas de montañas, incluidas el Kilimanjaro (5.895 metros), el Chimborazo (6.263 metros), el Cotopaxi (5.897 metros) y, más recientemente, el Aconcagua (6.961 metros) en enero, dijo que ninguna de ellas se compara con la altura del monte Everest.
“Porque no importa lo bien entrenado que estés, una vez que llegas a los límites de lo que el cuerpo humano puede soportar, es simplemente difícil”, continuó.
En su punto más alto, el Everest es casi incapaz de sustentar la vida humana y la mayoría de los alpinistas utilizan oxígeno suplementario por encima de los 7.000 metros (23.000 pies). La falta de oxígeno es una de las mayores amenazas para los escaladores que intentan alcanzar la cima, con niveles que caen a menos del 40% cuando llegan a la “zona de la muerte” del Everest.
“Es difícil sobrevivir ahí arriba”
El primer objetivo de los escaladores es el campamento base del Everest, a aproximadamente 5.200 metros (17.000 pies), lo que les lleva a los escaladores unas dos semanas. Luego suben a los tres campamentos restantes estacionados a lo largo de la montaña.
El cuatro campamento, el último antes de la cumbre, se encuentra a lo largo del borde de la zona de la muerte a 7.900 metros (26.000 pies), y expone a los alpinistas a una capa de aire extremadamente delgada, temperaturas bajo cero y vientos fuertes lo suficientemente poderosos como para expulsar a una persona de la montaña.
“Es difícil sobrevivir ahí arriba”, dijo Weasel a CNN. Recuerda haber pasado por cadáveres de escaladores que murieron en la montaña, una tragedia bastante frecuente. Los cuerpos de los escaladores caídos están bien conservados y muestran poca o ninguna descomposición debido a las intensas temperaturas frías.
“Probablemente estoy más familiarizado con la muerte y la pérdida de vidas que la mayoría de la gente”, dijo el cirujano. “Para mí fue solo un recordatorio de la gravedad de la situación y de lo frágil que es la vida […] es, incluso, una motivación para apreciar la oportunidad”.
El edema cerebral de gran altitud (HACE, por sus siglas en inglés) es una de las enfermedades más comunes que enfrentan los escaladores al intentar alcanzar la cima. “Tu cerebro carece de oxígeno”, dijo Weasel.
El HACE hace que el cerebro se hinche durante su intento de recuperar niveles estables de oxígeno, lo que genera somnolencia y dificultad para hablar y pensar. Esta confusión suele ir acompañada de visión borrosa y episodios esporádicos de delirios.
“Tuve alucinaciones auditivas en las que escuchaba voces [de amigos] que pensaba que venían detrás de mí”, recordó Weasel. “Y tuve alucinaciones visuales”, añadió. “Estaba viendo los rostros de mis hijos y de mi esposa saliendo de las rocas”.
Weasel recordó haberse cruzado con una amiga, Orianne Aymard, que quedó atrapada en la montaña por una herida. “Recuerdo que la miré fijamente durante unos cinco minutos y simplemente dije: ‘Lo siento mucho’”, comentó Weasel.
“Pasé más de una década de mi vida capacitándome para ayudar a las personas como cirujano, y estar en una posición en la que hay alguien que necesita tu ayuda y tú no puedes ofrecerle ninguna ayuda […] ese sentimiento de impotencia fue difícil de afrontar”, dijo Weasel a CNN.
Aymard sobrevivió. Fue rescatada y sufrió varias fracturas de huesos en el pie, además de una grave congelación en las manos. A pesar de todas sus heridas, Aymard es considerada una de las afortunadas.
“Sus cuerpos quedarán congelados en la montaña”
El Everest ha sido durante mucho tiempo una tumba para los escaladores que sucumbieron a las duras condiciones o accidentes en sus laderas.
Cuando un ser querido o un compañero escalador resulta gravemente herido o muere en la montaña, es habitual dejarlo atrás si no se lo puede recuperar, según Alan Arnette, un entrenador de montañismo que alcanzó la cima del Everest en 2014.
“Lo que la mayoría de los equipos hacen por respeto a ese escalador es mover el cuerpo para que no se vea”, dijo. Y eso es solo si pueden.
“A veces, eso simplemente no es práctico debido al mal tiempo o porque sus cuerpos quedan congelados en la montaña”, dijo Arnette a CNN. “Por eso es muy difícil moverlos”.
Ver un cadáver en el Everest es comparable a presenciar un horrible accidente de coche, según el entrenador de montaña. “No te das la vuelta y te vas a casa”, dijo Arnette. “Respetuosamente disminuyes la velocidad […] o rezas una oración por esa persona, y luego continúas”.
Pasaron 10 años desde el accidente más mortífero en la montaña más alta del mundo, después de que una avalancha matara a 12 guías sherpas. Y el 2023 fue registrado como el año más mortífero en el Everest, con 18 muertes en la montaña, entre ellas cinco personas cuyo paradero aún es desconocido.
El proceso de recuperación de cadáveres es complicado, a veces imposible. Los rescates en helicóptero y las misiones de búsqueda son desafiantes debido a la gran altitud y las condiciones frecuentemente peligrosas, lo que resulta en que algunos rescatistas mueran en su intento de salvar a otros.
“Apreciar el amanecer a 8.800 metros”
La subida de 900 metros (3.000 pies) desde el campamento cuatro hasta la cima puede llevar entre 14 y 18 horas. Por lo tanto, los alpinistas suelen abandonar el campamento por la noche.
“Toda esa noche fue fría”, recordó Weasel. “Es oscuro, es ventoso”. Pero por la mañana se demostró que valía la pena, dijo.
“Ver el amanecer a 8.800 metros (29.000 pies) de altura y tener esa pirámide de sombra del Everest proyectada sobre el valle debajo de ti…”, dijo Weasel a CNN. “Probablemente fue una de las cosas más hermosas que vi en mi vida”, continuó.
“Es extraño estar ahí y saber que todo lo demás en el planeta está debajo de donde estás parado”.
El tamaño de la montaña te hace sentir humilde, dijo el cirujano. “Nunca me había sentido tan pequeño”, recordó. “Esa mezcla de humildad y conexión con algo más grande que uno mismo es el lugar adecuado desde el cual debemos abordar nuestra existencia en este planeta”.
Al igual que Weasel, Arnette alcanzó la cima al amanecer y experimentó la misma sensación de “pequeñez”. En la cima había “más montañas de las que puedes contar”, recordó Arnette. “Fue una sensación de enorme gratitud y al mismo tiempo supe que tenía que volver a bajar”.
Después de unos 20 minutos a una hora, los escaladores suelen comenzar a descender de regreso a la base de la montaña.
“Más grande que tú”
Antes de partir hacia Nepal, Weasel recibió una pluma de águila como faro de su herencia nativa estadounidense.
Estaba decidido a plantar la pluma en la cima del Everest “como símbolo de nuestro pueblo y de lo que hemos soportado durante los últimos cientos de años”, dijo Weasel a CNN. “Demostrar que nuestro espíritu no está quebrantado, sino que somos capaces de superar las cosas que nos han pasado”, añadió.
“Recuerdo haber plantado esa pluma de águila en la cima del mundo y el sentimiento de verdadero privilegio que sentí al representar a nuestro pueblo”. Y es por eso que decidió escalar el Everest, para ser un ejemplo de que todo es posible para los niños nativos y su tribu.
“Sabiendo cómo es allá arriba, para mí personalmente, la única justificación real para ir y poner en riesgo tu vida y la de otras vidas es si estás escalando por una razón mucho más grande que tú”, dijo Weasel.
Arnette intentó escalar el Everest tres veces antes de alcanzar la cima con éxito.
“En mis primeros tres intentos, no tenía claro el porqué”, dijo Arnette. Cuando a su madre le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer, ella resignificó su propósito al escalar.
“Quería hacerlo para recaudar fondos para la enfermedad de Alzheimer y honrar a mi madre”, dijo Arnette.
Según Arnette, hay aproximadamente 300 personas a las que el Gobierno de Nepal les había concedido un permiso para escalar la montaña este año. Y dijo que el número ha disminuido respecto a años anteriores.
“Creo que una de las razones es que tuvimos 18 muertes el año pasado y la gente se da cuenta de que el monte Everest es una montaña peligrosa”.
Sin embargo, no cree que eso deba disuadir a los escaladores de intentar alcanzar la cima. “Creo firmemente que cuando vas a escalar estas montañas regresas a casa con una mejor versión de ti mismo”, dijo Arnette a CNN.
“El Everest se comercializó demasiado con ‘pasas por encima de cadáveres’ y ‘está lleno de basura’”, dijo el entrenador de montaña. “La realidad es que todo eso es una medida muy pequeña, pero la gente siente mucha alegría al hacerlo”, continuó.
“Y esa es la razón por la que escalamos montañas”.