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Trump mantiene la estrategia de ataque a Kamala Harris
05:13 - Fuente: CNN

(CNN) – Metido de lleno en su delirante rueda de prensa de este jueves, el expresidente Donald Trump dijo una verdad que lo explicaba todo : “Estoy muy enfadado con ella”.

Se refería a la vicepresidenta Kamala Harris, cuya tardía entrada en la carrera por las elecciones generales lo ha dejado amargado, desorientado y lamentando la pérdida de la vieja campaña, la que ganaba frente al presidente Joe Biden.

El desconcierto de Trump quedó al desnudo en una larga perorata autocompasiva y rabiosa pronunciada en su club de golf de Nueva Jersey que planteó serias dudas sobre la trayectoria futura de su intento de volver al poder.

El expresidente se abrió paso insultando hasta el Despacho Oval en 2016, cuando sus soliloquios a menudo desquiciados, que rompían todas las reglas del decoro y la política, hicieron las delicias de los votantes republicanos de base que ansiaban una revolución antiestablishment. Pero ocho años después, ese acto ya familiar luce agotado. Una realidad que se ha puesto de relieve ahora que Trump se enfrenta a una nueva campaña contra una adversaria más joven y enérgica en lugar de repetir contra Biden, de 81 años. El expresidente está distrayendo a sus estrategas al negarse a centrarse en los temas –como la economía– que podrían ayudarle a imponerse en noviembre. Sigue desaprovechando la oportunidad de atacar los puntos débiles de Harris, lo que permite a la vicepresidenta potenciar su campaña y borrar los déficits de Biden en las encuestas.

Otra extraña actuación pública

Casi todos los actos de Trump parecen ahora el control de daños de uno anterior que se salió de madre. La rueda de prensa de este jueves fue una repetición del viaje de este miércoles a Carolina del Norte, cuando el expresidente se burló de sus propios ayudantes por exigirle que diera un discurso “intelectual” sobre la economía y, en su lugar, siguió su propio camino, centrándose en insultar a su oponente.

El equipo de Trump hizo lo que pudo por él este jueves. Alguien fue a un supermercado local y se aprovisionó de víveres, incluidas Cheerios, tarrinas de café y ketchup, y proporcionó a Trump gráficos que mostraban el elevado coste de los productos en la era Biden. Pero su jefe ni siquiera llegó al final de su primer punto antes de virar hacia un furioso aparte mientras acusaba falsamente a los demócratas de actuar ilegalmente al sustituir a Biden por Harris. “Fue un golpe de la gente que lo quería fuera, y no lo hicieron de la forma… de la forma en que se supone que deben hacerlo. US$ 129  más en energía, y US$ 241 más. Todo esto es al mes en alquiler”, dijo Trump, juntando dos pensamientos en su furia.

Como si tratara de mantener el rumbo, el expresidente seguía a veces con el dedo el texto de sus declaraciones dentro de una carpeta de anillas. Pero el argumento en su cabeza y el texto en el papel volvieron a divergir. “Hay guerras en Medio Oriente. Tenemos la horrible guerra entre Ucrania y Rusia. Todas estas cosas nunca habrían ocurrido si yo fuera presidente. Nunca habrían ocurrido, y no han ocurrido. Desde que Harris asumió el cargo, los seguros de autos han subido un 55%”, dijo Trump, en otro vertiginoso cambio de rumbo. A medida que su discurso se alargaba, un escuadrón de moscas se reunía, probablemente atraídas por varios paquetes de salchichas para el desayuno que sudaban bajo el calor del verano. El extraño espectáculo no hizo sino acentuar la incongruencia de utilizar el club de golf privado de Trump como telón de fondo de un acto destinado a ilustrar el dolor que sufren millones de estadounidenses en las cajas registradoras de los supermercados.

La vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump.

El expresidente se enfureció cuando se le preguntó por el consejo de destacados republicanos –incluida su antigua enemiga en las primarias Nikki Haley– de que debería pasar de los ataques personales a Harris a los temas que preocupan a muchos votantes. Trump también parecía casi herido por las burlas de Harris y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Walz.

“En cuanto a los ataques personales, estoy muy enfadado con ella por lo que le ha hecho al país. Estoy muy enfadado con ella por haber utilizado el sistema judicial en mi contra y en contra de otras personas, muy enfadado con ella”, dijo Trump. “Creo que tengo derecho a ataques personales. No le tengo mucho respeto. No tengo mucho respeto por su inteligencia, y creo que será una presidenta terrible”.

El expresidente sigue teniendo millones de devotos seguidores. Y sigue estando a un paso de protagonizar uno de los regresos más asombrosos de la política estadounidense y convertirse en el segundo presidente derrotado de un solo mandato que vuelve al cargo. Y aunque su escandaloso comportamiento es exactamente la razón por la que muchos de sus seguidores le adoran, corre el riesgo de alienar aún más a los votantes moderados y suburbanos de los estados indecisos que le costaron las elecciones de 2020 y que serán vitales en lo que se perfila como una lucha reñida.

Nuevos interrogantes sobre la idoneidad de Trump para el cargo

El manoseo de la retórica de Trump a lo largo de su conferencia de prensa expresó elocuentemente la rabia absoluta que ha sido evidente en todas las apariciones públicas desde que Biden abandonó la carrera, y Harris la transformó con grandes mítines entusiastas y enormes multitudes.

Después de que Biden fuera efectivamente expulsado de la carrera tras una desastrosa actuación en el debate que validó los temores de los votantes sobre su agudeza y capacidad para servir en un segundo mandato, la incapacidad de Trump para centrarse está planteando dudas sobre su propia aptitud para volver al cargo.

“Donald Trump no es el Donald Trump de 2016, parecía ralentizado, parece serpenteante, parece con poca energía y realmente está luchando para hacer un punto”, dijo la exdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca de Trump, Alyssa Farah Griffin, que rompió con el expresidente después de que se negara a aceptar su derrota en 2020. “Es alguien que no está rindiendo al calibre que una vez tuvo y eso pudo funcionar cuando se enfrentó a Joe Biden: el contraste le hizo parecer por momentos más fuerte y vibrante. No está funcionando contra Kamala Harris, que es la candidata más joven y la que tiene más energía”, dijo en el programa “AC360” de CNN.

Scott Jennings, comentarista político de CNN que trabajó en la Casa Blanca de George W. Bush, aprobó el impulso de Trump al referirse a los altos precios de los alimentos que acosan a muchos estadounidenses. Pero le dijo a Anderson Cooper que Trump se había salido “mucho del camino marcado” en su conferencia de prensa. “Él es el único que puede tomar la decisión de centrarse y mantenerse centrado… realmente está sobre sus hombros porque él es la estrella del espectáculo”. Jennings añadió que Trump “va a tener que decidir cuán cómodo se siente haciéndolo así durante el resto de las elecciones”.

El expresidente, sin embargo, no da muestras de estar dispuesto a escuchar consejos, y dijo a los periodistas: “Ahora dirán que despotrico… Soy una persona muy tranquila, lo crean o no”.

Pero demostrando lo contrario, Trump se sumergió este jueves en múltiples madrigueras de conejo: se desahogó sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton como si hubiera sido transportado de vuelta a las elecciones de 2016, relató extrañas conversaciones con personas que lo llamaban “Señor”, reflexionó sobre los “cementerios de aves” que, según él, son causados por los parques eólicos, elogió su propia “gran relación” con el presidente de China, Xi Jinping, y echó humo contra los fiscales que lo acusaron de tratar de anular las elecciones de 2020 y de acaparar documentos clasificados.

El despliegue de Harris

La campaña de Harris está disfrutando del espectáculo de las crisis casi diarias de Trump. Después de la comparecencia en Nueva Jersey, el equipo de la vicepresidenta publicó lo que se dice era una “Declaración sobre el… Lo que quiera que fuera eso de Trump”.

El conmovedor eclipse de Biden por la campaña de Harris se puso de manifiesto este jueves, cuando el presidente y la vicepresidenta aparecieron en un acto formal conjunto por primera vez desde que archivó su candidatura a la reelección. Harris encabezó los vítores a favor de Biden en los suburbios de Maryland cuando ambos destacaron un acuerdo histórico con grandes empresas farmacéuticas que reducirá el coste de ciertos medicamentos para personas mayores. “Es mi eterno y gran, gran, gran honor, tengo que decirles, servir con este extraordinario ser humano y estadounidense y líder, nuestro presidente, Joe Biden”, dijo.

Biden pareció emocionado por su recibimiento y declaró que Harris sería “una gran presidenta”. El acto puso de relieve cómo la vicepresidenta está tratando de compartir el mérito de algunos de los mayores éxitos de la administración Biden, incluso mientras trata de frustrar el esfuerzo de Trump por vincularla a las políticas que ayudaron a alimentar la inflación y a explotar la frustración económica de muchos trabajadores estadounidenses.

La vicepresidenta tiene previsto este viernes pronunciar un discurso económico en Carolina del Norte que será visto como una réplica a las declaraciones del expresidente en el crítico estado indeciso el  miércoles. Se espera que proponga nuevas restricciones para frenar lo que considera un fraude en los precios por parte de los gigantes de los supermercados y un plan para reducir el coste de la vivienda que incluye ayudas de US$ 25.000 para el pago inicial de los compradores de primera vivienda.

El trasfondo temático de los nuevos planes parece ser un esfuerzo populista por presentar a Harris como una defensora de toda la vida de los trabajadores estadounidenses frente a los poderosos intereses de las corporaciones adineradas. Como dijo la vicepresidenta, exfiscal y senadora al destacar el acuerdo farmacéutico: “Durante toda mi carrera, he trabajado para responsabilizar a los malos actores y reducir el coste de los medicamentos con receta”.

Pero la mecánica de los planes de Harris será controvertida: los críticos ya la acusan de respaldar el tipo de controles de precios que a menudo han funcionado mal en otros lugares. Por tanto, Trump tiene mucho margen para presentar argumentos eficaces contra su nueva oponente. Sin embargo, un expresidente que siempre se ha creído su mejor defensor, ahora parece carecer de la coherencia necesaria para hacerlo.

“Tengo que hacerlo a mi manera”, dijo Trump este jueves.