El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se marcha tras visitar el Museo Nacional de la Esclavitud en Morro da Cruz, cerca de Luanda, el 3 de diciembre de 2024.
Luanda, Angola CNN  — 

El presidente Joe Biden sonrió mientras posaba para las fotos con el líder de Angola antes de abandonar el país el miércoles, como colofón de un viaje histórico que se vio ensombrecido por la controversia derivada de la decisión de Biden de indultar a su hijo Hunter y la agitación inesperada de un aliado clave de Estados Unidos.


Durante el viaje de tres días, el primero de un presidente de Estados Unidos, Biden promovió la inversión estadounidense en un proyecto ferroviario de gran envergadura destinado a facilitar el transporte de minerales esenciales a los mercados mundiales, en un intento de su administración de abrirse camino de forma duradera en el continente frente a la creciente influencia de China.

El presidente reconoció la terrible historia de la esclavitud al hablar en un país que fue uno de los principales puntos de partida de millones de africanos esclavizados hacia lugares como Estados Unidos. Y declaró que Estados Unidos está “totalmente comprometido con África” al cumplir por fin su promesa de hace dos años de visitar el África subsahariana.

Pero de vuelta en Washington, el anuncio de Biden el domingo por la noche de que concedía el indulto a su único hijo vivo se convirtió en un importante punto de tensión, ya que los miembros de su propio Partido Demócrata respondieron con una avalancha de críticas. Biden no respondió a ninguna pregunta relacionada con el indulto a pesar de las múltiples preguntas de los periodistas que viajaban con él.

En el segundo día del viaje de Biden, la inesperada decisión del presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, de declarar la ley marcial antes de dar marcha atrás horas más tarde tras la presión del Parlamento también acaparó la atención.

El presidente y los funcionarios estadounidenses se vieron sorprendidos por la decisión, dejando a sus equipos en Angola y de vuelta en Washington luchando por determinar lo que estaba ocurriendo y lo que vendría a continuación.

Biden no se pronunció sobre el asunto durante el viaje, limitándose a decir brevemente a los periodistas que recibiría información sobre la situación de un aliado clave de Estados Unidos.

El presidente también optó por no convocar una rueda de prensa oficial, algo que solía ser habitual en los viajes de los mandatarios al extranjero, pero que se ha convertido en una rareza en los últimos meses de la presidencia de Biden. El viaje se produce cuando el presidente se prepara para abandonar la escena mundial con el presidente electo Donald Trump preparando su regreso como comandante en jefe.

Muchos líderes mundiales no están esperando a la toma de posesión de Trump para entablar conversaciones con el presidente electo, dirigiéndose a su finca Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, para celebrar reuniones o incluso recibiendo a Trump en su país, como prevé hacer el presidente de Francia, Emmanuel Macron, este fin de semana con motivo de la reapertura de la catedral de Notre Dame.

Incluso mientras el mundo vuelve la vista hacia Trump, Biden espera que sus movimientos en África puedan tener un impacto duradero, y un alto funcionario de la administración afirma que su estrategia podría ser un “libro de jugadas” para futuras administraciones.

El Corredor de Lobito, que transportará minerales críticos desde países del interior como Zambia y la República Democrática del Congo hasta puertos en Angola y Tanzania, está en el centro de la estrategia del Gobierno de Biden en África.

En su último día en Angola, el presidente visitó el puerto de Lobito y examinó los trenes General Electric, de fabricación estadounidense, utilizados para el transporte de mercancías a lo largo del ferrocarril, antes de reunirse con los líderes regionales en una Cumbre Transafricana oficial sobre el Corredor de Lobito.

Un alto funcionario del Gobierno calificó el proyecto ferroviario de “caso de prueba” de su planteamiento: tratar de hacer llegar el apoyo y el financiamento estadounidenses de forma directa a un corredor específico “donde podamos tener el mayor impacto”, en lugar de repartir los fondos entre una multitud de países.

Altos funcionarios de la administración afirmaron que el corredor acelerará significativamente el movimiento de minerales críticos, que estarían disponibles para su exportación a Estados Unidos. En la actualidad, un cargamento de cobalto o cobre tarda unos 45 días en llegar al mercado desde el este de la RDC o Zambia pasando por Durban (Sudáfrica) en camión.

El ferrocarril reduciría considerablemente el tiempo de transporte a 40 o 50 horas para recorrer la misma distancia.

“Es un cambio radical. Imaginemos la transformación que supondrá para la tecnología, la energía limpia, la agricultura y la seguridad alimentaria en general. Es más rápido, más limpio, más barato y, lo que es más importante, creo que es simplemente de sentido común”,, declaró Biden en su reunión con el presidente de Angola, João Lourenço, el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, el presidente de Zambia, Hakainde Hichilema, y el vicepresidente de Tanzania, Philip Mpango.

Biden anunció que Estados Unidos invertirá otros US$ 560 millones en proyectos a lo largo del corredor de Lobito, desde la mejora continua de las infraestructuras hasta la ayuda a la construcción de redes de telefonía móvil. La Casa Blanca ha dicho que esos proyectos generarán al menos US$ 200 millones en compromisos adicionales del sector privado. La Corporación Financiera de Desarrollo de EE.UU. también aprobó un préstamo directo de US$ 553 millones para el ferrocarril.

El impulso se produce en un momento en que el Gobierno de Biden ha tratado de intensificar su labor en África, incluyendo inversiones estadounidenses por valor de US$ 4.000 millones en el Corredor de Lobito, mientras China ha ido ganando influencia en el continente, dejando a Estados Unidos jugando a ponerse al día.

Beijing ha sido uno de los principales actores en África durante la última década a través de su propia Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ha invertido cientos de miles de millones de dólares en ferrocarriles, carreteras y otros proyectos de infraestructuras en todo el continente.

Durante un discurso pronunciado el martes en el Museo Nacional de la Esclavitud de Luanda, el presidente arremetió contra el enfoque de China, sin nombrar al país, argumentando que Estados Unidos presenta una alternativa mejor.

“Estados Unidos entiende que la forma en que invertimos en África es tan importante como la cantidad que invertimos”, dijo Biden el martes.

“En demasiados lugares, 10 años después de realizada la supuesta inversión, los trabajadores siguen volviendo a casa por un camino de tierra y sin electricidad, un pueblo sin escuela, una ciudad sin hospital, un país sometido a una deuda aplastante. Buscamos una forma mejor, transparente, de alto nivel, de acceso abierto a la inversión que proteja a los trabajadores y el Estado de Derecho y el medio ambiente. Se puede hacer y se hará”, afirmó el presidente.

El Gobierno de Angola, que ha trabajado para acercarse a Estados Unidos con su actual presidente tras décadas de vínculos con China y Rusia, ha resaltado la colaboración y las inversiones estadounidenses durante todo el viaje de Biden.

En la capital, Luanda, se colocaron grandes carteles para dar la bienvenida a Biden, en los que aparecía estrechando la mano de Lourenço. “Fortaleciendo lazos, construyendo puentes”, se leía en uno de ellos.

Pero gente como Antonio, de 34 años, que trabaja como conductor en la capital, no cree que ninguno de los supuestos beneficios económicos de una asociación más estrecha con EE.UU. vaya a repercutir en la base, ya que pasarán varios años antes de que el proyecto del Corredor de Lobito esté plenamente operativo.

“La gente se pregunta qué va a salir de todo esto”, afirmó.

Alexandra, de 27 años, trabaja en una oficina del centro de Luanda y también se muestra escéptica.

“Toda esta fanfarria, y oímos que la economía va mejor, pero la gente no lo nota en sus carteras”, dijo Alexandra.

Sin embargo, el Gobierno de Biden espera que las inversiones que Estados Unidos está haciendo ahora se traduzcan en beneficios para la población africana en los años venideros.

“Creo que estamos en uno de esos momentos de transición en la historia del mundo. Lo que hagamos en los próximos años afectará a las próximas seis, siete u ocho décadas”, declaró Biden. “Creo que éste es uno de esos hitos”.

Y Biden, cuya carrera política de más de cinco décadas está a punto de llegar a su fin, promete volver a África.

“Voy a volver para viajar en tren todo el camino, de punta a punta”, dijo Biden al concluir su último acto en Angola. “Me gustan mucho los trenes, así que voy a volver. Tendrán que verme de nuevo”.