(CNN) – Un conflicto que duró más de cinco décadas. Se estima que 220.000 personas murieron. Cinco millones de desplazados.
Estas impresionantes cifras pasarán a la historia este lunes, cuando el gobierno de Colombia firme la paz con la guerrilla de las FARC.
En un gesto simbólico, las plumas que se utilizarán para firmar el histórico acuerdo de paz están hechas de balas recicladas que una vez fueron utilizadas en el conflicto. En una inscripción en ellas puede leerse: “Las balas escribieron nuestro pasado. La educación, nuestro futuro”.
Las dos partes estarán acompañadas por líderes de Estados Unidos, México, El Salvador, Uruguay, Cuba y la ONU en la ciudad de Cartagena de Indias.
El acuerdo todavía tiene que ser ratificado por los colombianos en un referéndum el próximo 2 de octubre.
El tratado, que firmarán el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko, establece que los rebeldes renunciar a las armas y participarán en un proceso de justicia de transición hacia la reintegración.
Nueva era política
Si el acuerdo es aprobado por los colombianos, las FARC dejarán de ser un grupo rebelde y entrarán en política como un partido de izquierda.
El tratado otorga a las FARC 10 escaños políticos, pero queda por ver si el grupo rebelde, fundado bajo la ideología marxista de la lucha de clases, puede pasar de manera efectiva a una plataforma política.
El acuerdo no solo simboliza una oportunidad para que las generaciones futuras vivan en paz, sino que también marca un nuevo capítulo para la región, ya que pone fin al conflicto armado más largo en América Latina.
Sin embargo, no todos los grupos rebeldes están sujetos a este acuerdo de paz. El segundo grupo más poderoso después de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), ha anunciado el interés en el acuerdo de paz pero se negó a poner fin a su práctica del secuestro..
El final de una era de conflicto armado en América Latina
América Latina se ha librado poco a poco de las sombras de la Guerra Fría mientras países como Colombia, Guatemala, Bolivia y Chile —con la ayuda de Estados Unidos— combatieron las guerrillas rebeldes.
“En toda la región la Guerra Fría se acabó”, dijo Cynthia Arnson, directora del Programa de América Latina del Centro Internacional de Investigación Woodrow Wilson. Ahora, “la guerra de las guerrillas dejó de ser visto como una vía razonable para competir por el poder”.
Las FARC empezaron en 1964, como sus mentores en Cuba, y estaban comprometida con la redistribución de la riqueza aún si ello significaba que debía ser por la fuerza.
Pero cerca de medio siglo después, financiados por una sofisticada red de tráfico de cocaína y un ejército armado que incluye menores de edad en la actualidad, el grito de lucha para proteger una sociedad agraria empezó a sonar inadecuado y obsoleto. Según Arnson, la aprobación pública de las FARC nunca ha estado por encima del 5%.
Cansados de la guerra, pero aún desconfiados
Para Jorge Bermúdez, un hombre retirado que vive en Bogotá, el proceso de paz es bueno en teoría, pero él mantiene cauteloso.
“No creo que se logre, realmente. El acuerdo es una cosa que no creo que vaya a darse, porque lidiar con este gente que ha matado a tantos, a niños, que ha mutilado y que de repente nos vengan a gobernar … ¿cómo va a quedar este país con esa clase de gente”, añadió Bermúdez en una entrevista con CNN en Español.
Salud Hernández-Mora, que ha sido corresponsal en Colombia del diario El Mundo desde 1999, tiene razón en desconfiar de las FARC. Hernández ha cubierto esta guerra extensivamente y fue secuestrada en mayo de este año por la guerrilla del ELN.
“Incluso uno discutiendo con guerrilleros, ellos no pueden ocultar que lo que han hecho durante 50 años es masacrar, secuestrar, extorsionar. Es decir, que esto no ha sido una lucha de iguales”, dijo Hernández-Mora en una entrevista con Fernando Ramos de CNN durante el cubrimiento de la X Conferencia Nacional de las FARC en los Llanos del Yarí, en el departamento del Meta.
“Este es un grupito que no tiene apoyo popular prácticamente y que ha sometido al país a una serie de tragedias por las que tendrán que responder de alguna manera”, añade.
Un líder de la cruzada contra el proceso de paz es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, cuyo padre fue asesinado por las FARC. Él acusa al presidente Juan Manuel Santos de “haber aceptado toda la agenda de las FARC”.
“Para este grupo terrorista también habrá impunidad y legitimidad política para todos sus actores, incluyendo aquellos responsables por masacres (y) los más severos delitos y crímenes contra la humanidad”, dijo en un video publicado en su cuenta de Twitter en agosto.
Pero los líderes de las FARC dicen que no hay paz sin amnistía.
“Sin ley de amnistía e indulto pues muy difícil que la guerrilla empieza el movimiento de sus efectivos hacia la zona de paz o hacia los puntos transitorios de normalización entonces queremos seguridades en este terreno y eso tiene que darse tal y como lo he venido señalando”, dijo el líder guerrillero en entrevista con CNN en Español.
Mientras los líderes mundiales saludan la firma del histórico acuerdo de paz que terminaría el conflicto más largo en el continente, el resto del proceso de paz está en manos de los colombianos.