(CNN) – Las dos personas más poderosas de Washington, Donald Trump y Nancy Pelosi, se reunirán por primera vez como presidente y presidente de la Cámara de Representantes este viernes en la Casa Blanca en lo que parece un intento inútil de poner fin a un cierre de gobierno que se acerca a las dos semanas.
El encuentro ocurrirá en medio de mayores acercamientos con líderes del Congreso en el segundo día del gobierno dividido en la administración Trump. Hay muchas posibilidades de que las cosas no vayan bien.
Esto se debe a que Pelosi es ahora el rostro de la supervisión e investigación del Congreso de la cual Trump se salvó por dos años de mayoría del Partido Republicano en el Capitolio y que ahora amenaza a su propia presidencia.
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No es solo que Pelosi y Trump son opuestos políticos y temperamentales. Sobre su crítica relación se cierne la posibilidad de que ella tenga el poder de abrir procedimientos de juicio político en caso de que el fiscal especial Robert Mueller emita un veredicto condenatorio sobre Trump.
Cuando tomó juramento este jueves, la demócrata por California prometió acciones para impulsar la clase media, combatir el cambio climático, proteger a los niños llevados a Estados Unidos por padres indocumentados, la igualdad de género y la apertura del Gobierno.
Pero también lanzó varias advertencias al presidente, especialmente al aprobar una legislación para reabrir el Gobierno que ignoró sus demandas de financiamiento del muro fronterizo como el primer proyecto de ley de la nueva mayoría demócrata.
“No estamos haciendo un muro. ¿Alguien tiene alguna duda de que no estamos haciendo un muro? Eso es todo”, dijo en una conferencia de prensa este jueves por la noche.
Y jugando con las vulnerabilidades legales de Trump, Pelosi se negó a descartar el juicio político en una entrevista con el programa “Today” de NBC y dijo que era una pregunta abierta si un presidente puede ser acusado.
Trump sentó las bases para su encuentro cara a cara con su nuevo principal enemigo político al cimentar sus demandas de fondos del muro en una aparición orquestada apresuradamente en la Casa Blanca, en la que indicó que estaba muy lejos de dar marcha atrás en el cierre de Gobierno.
Malos augurios
Cuando Trump y la entonces líder de la minoría en la Cámara, Pelosi, se reunieron a principios de esta semana en la Casa Blanca, el presidente le ordenó a su secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, que informara a los legisladores sobre la seguridad de la frontera. En un momento dado, la frustración de Trump se desbordó hacia el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, y el presidente sacudió frente al demócrata por Nueva York una carta personal del tirano norcoreano Kim Jong Un.
Esa desconexión política es una de las razones por las que las expectativas son tan bajas para la reunión de este viernes, junto con el hecho de que en este punto ninguna de las partes parece tener un incentivo abrumador para llegar a un acuerdo.
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Pelosi no desea celebrar su nueva mayoría dándole a Trump una victoria con el muro, el símbolo de su victoria electoral de 2016, que rompió los corazones demócratas. Su posición es apoyada por Schumer, cuyos votos son necesarios para aprobar la legislación de financiamiento del Senado.
Poco en común
Trump y Pelosi difícilmente podrían ser más diferentes, por lo que es difícil ver cómo pueden forjar cualquier tipo de vínculo en las próximas semanas.
Pelosi es una política de nacimiento, empapada en el negocio familiar desde una edad temprana. Trump debe su sorprendente éxito electoral al hecho de que no es un político en absoluto.
La portavoz demostró una vez más su dominio del proceso de Washington. Su destreza en el conteo de votos es especialmente recordada por hacer que Obamacare se convierta en ley durante su primer turno para dirigir la Cámara.
Trump es un neófito legislativo y, pese a disfrutar de un monopolio republicano sobre el poder durante dos años, su naturaleza impredecible era a menudo más un obstáculo para su partido en el avance de su agenda que una ayuda.
Pelosi no es ajena a la lucha contra los presidentes republicanos, basta recordar sus amargas batallas con el presidente George W. Bush por la financiación de la guerra de Iraq.
Pese a sus enormes diferencias, Pelosi y Bush tuvieron una relación personal cordial. Su respeto mutuo fue crucial para afrontar la crisis financiera de 2008 y quedó en evidencia cuando se abrazaron en el velorio del expresidente George HW Bush el mes pasado.
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Trump intentó establecer una relación personal con Pelosi felicitándola por su elección como presidenta.
Sin embargo, Trump es una personalidad mucho más volátil que Bush y a menudo ve diferencias políticas en términos profundamente personales. Su modo predeterminado de proyectar poder es identificar a un enemigo y aplicar fuego político fulminante.
Términos y condiciones
Los diferentes enfoques de Pelosi y Trump se mostraron este jueves.
Pelosi estaba legislando, aprobando el proyecto de ley para reabrir el gobierno que puso a los republicanos, que ya habían aprobado un esfuerzo similar para mantener al gobierno abierto el mes pasado en el Senado, en un lugar difícil.
Mientras tanto, Trump lideró la maniobra propagandística en la sala de reuniones informativas de la Casa Blanca, diseñada para cambiar el tema del día de triunfo de Pelosi y proporcionar imágenes para los canales de noticias conservadores.
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El enfoque de Pelosi está diseñado para mostrar que los demócratas pueden gobernar y proporcionar estabilidad después de dos años de caos fomentado por la llegada de Trump.
El presidente parece estar apostando a que cuanto más se prolongue el cierre, más presión sentirán los demócratas para ponerle fin, ya que cientos de miles de trabajadores federales no reciben pagos.