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(CNN)
“Inocence” (Inocencia) resistió 11 horas bajo los escombros de un edificio derrumbado por un bombardeo aéreo el sábado hasta que los vecinos la sacaron con vida.
“¿Cómo te llamas?” le preguntó un médico mientras la joven se sentaba con la espalda recta en la camilla de un hospital rebelde bajo tierra en Siria. Fue un milagro que sólo hubiera sufrido algunos rasguños, moratones, sangrara por la nariz y se hubiera roto un brazo.

Ella estaba completamente despierta y locuaz. “Baraa”, respondió ella. En árabe, su nombre significa Inocencia. Baraa y su madre vivían cerca del Hospital Nacional de Daraya, unos kilómetros al sur de Damasco. La ciudad, sede de los ministerios del gobierno y un aeropuerto militar clave, es el escenario de encarnizados combates entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales.

Combatientes de la oposición han excavado bajo tierra un sistema de trincheras que los militares del presidente sirio Bashar al-Assad intentan desde hace semanas desalojar con bombas de humo.

Baraa dijo que ella y su madre se enteraron de que las fuerzas de al-Assad estaban avanzando y pensaron en huir, pero cambió de idea y se escondió en el sótano de un edificio en la ciudad.

“Aunque nos dijeron que la estructura del edificio no era tan resistente, aguantamos allí los bombardeos durante tres días”, dijo a los médicos en un video publicado por los rebeldes en YouTube.

Varios misiles explotaban cada día en la zona, y Baraa se enteró de que uno de sus vecinos había muerto. Entonces oyó un avión de combate aéreo que se acercaba. Los rebeldes no tienen ese tipo de equipo militar - sólo disponen de tanques sustraídos a las fuerzas del presidente en el mejor de casos.

Tronaron varias bombas cerca de donde estaba. Entonces todo se volvió negro.
“El avión nos había lanzado una bomba”, dijo. “Lo último que vi fue un destello rojo como el fuego. Después de eso, la completa oscuridad”.

Ella estaba en el sótano, enterrada viva bajo los escombros del edificio.

- “¿Cómo respirabas?”, le pregunta alguien en el vídeo.
- “Casi no podía respirar”, respondió Baraa.
- “¿Cuántas personas estaban en el sótano con usted?”
- “30”.
- “¿Había niños?”
- “Alrededor del 14”, dijo Baraa. “El mayor tenía 11.”
- “¿Estaban sus hermanos entre ellos?”
- “Sí, tres hermanos de 11 años, de 9, y el tercero de 2 años y medio”.

Los tres murieron en ese sótano, dijo. 28 personas fallecieron en total, según Baraa.
Pero la suerte no sólo acompañó a Baraa. Su madre sobrevivió, también.

Al última hora del viernes, 183 personas habían muerto en Siria, entre ellos 17 niños y 13 mujeres, según los Comités de Coordinación Local de Siria, una red de la oposición. La guerra se cobró al menos 18 vidas a primera hora del sábado.
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