(CNN) — Pamela Vedovotto observa en el periódico el nombre del hombre que ella llama su ángel guardián: Rafael De Oliveira, quien la protegió y la sacó del club nocturno de Brasil que se incendió el domingo y en el que murieron 234 personas.
“No tengo palabras para agradecerle”, dijo Vedovotto a CNN durante una entrevista en su pequeña casa a las afueras de la ciudad de Santa María.
“Si no fuera por él yo estaría entre todas esas personas que murieron. Él me dio una nueva vida”, dijo la joven.
De Oliveira, un estudiante universitario está en la lista de muertos que fue publicada por el periódico.
El domingo, en el club Kiss había 2.000 personas, cifra mayor de su capacidad. Vedovotto, estudiante de 19 años, estaba ahí por la fiesta de cumpleaños de un amigo.
El incendio comenzó cuando uno de los integrantes del grupo que tocaba en el lugar encendió los juegos pirotécnicos que alcanzaron la espuma utilizada como aislante acústico en el techo de todo el establecimiento.
Los asistentes corrieron a la salida en medio del humo, Vedovotto intentó correr pero fue empujada contra una barrera de metal que le impedía respirar.
“Una chica cayó bajo la barrera y todo el mundo seguía empujando… su cuello se quebró y quedó muerta en el suelo”, dijo la estudiante entre sollozos. “Todo el mundo gritaba, Dios sácame de aquí”.
Un hombre, que después descubrió era De Oliveira, la agarró y cargó hacia la puerta, le subió el vestido y lo puso sobre la boca de la joven para que no respirara el humo.
Vedovotto cuenta que las cosas se pusieron peor cuando llegaron cerca de la entrada. Los guardias de seguridad no sabían que había un incendio y cerraron las puertas, probablemente pensando que quienes estaban adentro intentaban salir sin pagar sus cuentas, comentó.
“Abrieron las puertas otra vez, pero cuando lo hicieron ya había muchas personas en el suelo, gritando”.
234 personas murieron esa noche, la mayoría por inhalar el humo y tras ser pisoteados. Los cuerpos de rescate tuvieron que derribar las paredes para alcanzar a los sobrevivientes y sacar los cuerpos.
Desde ese momento la policía ha arrestado a dos dueños del club y a dos miembros del grupo cuyos juegos pirotécnicos iniciaron el incendio, de acuerdo a la policía.
Vedovotto dijo que no siente compasión por ellos. “Todo el mundo está muerto, todo el mundo está muerto por culpa de ellos… deberían pudrirse en la cárcel, ellos no perdieron a nadie”, dijo.
Pero pensar en De Oliveira es lo que le causa mayor conflicto. El lunes, Vedovotto fue a la morgue donde llevaron los cuerpos, ahí encontró a su salvador y conoció a sus padres.
“Les pedí perdón por no impedirle que volviera a entrar… lo pude haber agarrado, lo pude haber detenido”, dijo.
La noche del lunes miles de brasileños se congregaron en una plaza del centro de la ciudad de Santa María para recordar a las víctimas y exigir justicia para los responsables de la tragedia, la peor de su tipo registrada en Brasil en más de medio siglo.