(CNN) – La información reportada por el diario The New York Times y CNN es explosiva: el destituido director del FBI, James Comey, escribió un memorando, luego de una reunión con el presidente Donald Trump, el pasado 14 de febrero, en el que asegura que el mandatario le dijo “espero que puedas dejar ir esto” haciendo referencia al papel del también despedido asesor Michael Flynn en la investigación sobre los esfuerzos de Rusia para influir en la campaña electoral de 2016.
De ser cierto, esa sería prácticamente la definición textual de obstrucción a la justicia, un delito que bien podría llevar a un proceso de juicio político.
“Renuentemente tengo que decir que sí”, le aseguró el senador independiente de Maine, Angus King, a Wolf Blitzer de CNN en la noche de este lunes, refiriéndose a la perspectiva de la destitución si las acusaciones en el memorando de Comey son verdaderas.
Debido a esas apuestas increíblemente altas, la Casa Blanca ha salido a enfrentar el escenario enérgicamente insistiendo en que el mensaje de Comey, como se ha reportado, desvirtúa el significado de la conversación que ocurrió en ese día de febrero.
“Aunque el presidente ha expresado repetidamente su opinión de que el general (Michael) Flynn es un hombre decente que sirvió y protegió a nuestro país, el presidente nunca le pidió al señor Comey ni a otra persona que pusiera fin a ninguna investigación, incluyendo cualquier investigación que involucrara al general Flynn”, le informó un funcionario de la Casa Blanca a CNN en un comunicado. “El presidente tiene el máximo respeto por nuestras agencias de aplicación de la ley y por todas las investigaciones, (esta noticia) no es una representación veraz o exacta de la conversación entre el presidente y el señor Comey”, añadió el pronunciamiento.
Pero hay un problema con esa declaración –y con el rechazo generalizado hacia la historia, que fue reportada primero por el periodista del Times Michael Schmidt–: para poder creerla tienes que hacer todo tipo de suposiciones que parecen muy poco probables.
La primera y más importante es que o Comey está mintiendo o malinterpretó de una manera bastante errónea una conversación cara a cara –los detalles de esto más adelante– entre él y el presidente de Estados Unidos.
Ahora, si Comey está mintiendo hay que preguntarse por qué. ¿Por qué mentiría el director del FBI en tiempo real sobre una reunión que mantuvo con el presidente de Estados Unidos? ¿A qué posible interés podría servirle?
Si crees que Comey simplemente malinterpretó el encuentro, su historia en este asunto sugeriría que esa teoría está mal. Su detallado recuerdo sobre el intento del entonces secretario de la Casa Blanca, Andy Card, y del en ese momento asesor Alberto Gonzales para convencer al secretario de Justicia de la época John Ashcroft, enfermo en el hospital, de volver a autorizar el programa de espionaje doméstico en 2004, quedaría sin fundamento.
El segundo gran problema con la historia de la Casa Blanca es ¿por qué entonces Trump le pidió al secretario de Justicia, Jeff Sessions, y al vicepresidente Mike Pence retirarse del recinto antes de hacer la solicitud a Comey? A menos que el mandatario supiera que estaba en medio de un acto supremamente discutible y quisiera evitar tener testigos. ¿O, tal vez, sabía que Sessions o Pence podrían detenerlo antes de que incluso manifestara la petición y él no quería ese problema?
La única explicación posible que se me ocurrió es que Trump, quien siempre ha creído en sus poderes de persuasión, creyera que podía convencer a Comey de manera más fácil en una situación de uno a uno y no con Pence y Sessions alrededor. Pero eso parece mucho menos probable, conociendo al presidente, que las dos otras alternativas para que él le haya pedido a sus dos funcionarios que se retiraran del salón.
Y, entonces, finalmente está el contexto en el que aterriza esta última bomba. Toda la presidencia de Trump, desde que empezó la transición, ha sido perseguida con preguntas sobre los vínculos de su campaña con Rusia. Desde Flynn –que fue obligado a renunciar como asesor de seguridad nacional después de que engañara a Pence y a otros sobre su contacto en el embajador ruso Sergey Kislyak– hasta el exasesor de Política Exterior de Trump, Carter Page, el presidente de la campaña electoral Paul Manafort y el a veces consejero Roger Stone han habido múltiples reportes que despiertan preguntas sobre qué tan apropiadas fueron las interacciones entre los miembros de la campaña de Trump y los funcionario rusos.
Aunque en repetidas ocasiones Trump desestimó la información sobre Rusia y se refirió a los reportes como “noticias falsas”, reconoció durante la entrevista de la semana con Lester Holt, de la NBC, que el manejo de Comey de la investigación sobre Rusia jugó un papel en su decisión de despedir al director del FBI. “Y de hecho, cuando decidí hacerlo, me dije a mí mismo: ‘sabes, esta cosa de Rusia con Trump es una historia inventada, es una excusa de los demócratas por haber perdido una elección que ellos deberían haber ganado’”, le aseguró Trump a Holt.
Trump también aceptó que directamente le preguntó a Comey si estaba bajo investigación e insistió en que, en tres ocasiones distintas, Comey le informó que no. Pero los aliados del exdirector del FBI han discutido la idea de que el funcionario lo hubiera hecho.
El problema para Trump ahora es que la historia está en una espiral completamente fuera de control. Debido a todo lo que ya sabemos sobre Trump, Comey y la investigación del FBI sobre Rusia, será prácticamente imposible que los líderes republicanos en el Congreso eviten buscar activamente el memorando de Comey, así como cualquier conversación grabada entre Trump y el exdirector del FBI. (A finales de la semana pasada, Trump pareció dejar flotando la idea de que podría tener un sistema secreto de grabación, pero la Casa Blanca se ha negado a comentarlo desde ese trino del viernes).
El representante republicano de Utah, Jason Chaffetz, se sumó en una publicación en Twitter de este viernes al apetito de los legisladores por leer el memorando de Comey: “@GOPoversight va a obtener el memo de Comey, si existe. Tengo que verlo más pronto que tarde. Ya tengo el bolígrafo de mi citación preparado”.
Si el memorando de Comey –cuando el Congreso lo tenga en sus manos– dice lo que reportaron el Times y CNN (y estoy apostando a que así será), la presidencia de Trump enfrentará un peligro grave e inmediato.
La carga de la prueba ahora queda a cargo de Trump y de la Casa Blanca, que deberán demostrar que lo que Comey escribió fue simplemente incorrecto. Y eso será muy difícil de lograr, salvo por una grabación que pruebe que el presidente tiene la razón y el exdirector del FBI se equivocó.
Todo lo que ha pasado en los primeros 116 días de gobierno de Trump –que ha sido bastante– podía sobrevivir en un sentido político. Pero, si el memorando de Comey termina siendo cierto, este episodio podría ser a lo que no sobrevivió su gobierno.
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