Nota — Texto: Angela Dewan; Fotos: Santi Palacios, para CNN.
Barcelona, España (CNN) – Cuando Gagandeep Singh Khalsa llegó por primera vez a Barcelona desde Punjab, en la India, la gente lo señalaba y susurraba a sus espaldas. Se tomó un tiempo para establecerse y no fue sino hasta que empezó a hablar el idioma regional que se sintió verdaderamente “catalán”.
Usando unos jeans, un suéter Tommy Hilfiger y un turbante púrpura, Khasha, un indio sij, dice que las cosas empezaron a mejorar cuando empezó a saludar a sus compañeros de trabajo con un “bon día”, en catalán. La respuesta fue abrumadora.
“Fui un día a una farmacia y pregunté por algún medicamento en catalán, y la farmacista salió detrás del mostrador y me dio un abrazo y un beso, y me agradeció por aprender el lenguaje”.
Khalsa hace parte del 13% de personas que viven en Cataluña que han inmigrado desde el extranjero. En las elecciones regionales que se llevarán a cabo este jueves, y que según las encuestas tendrán un resultado apretado, los partidos independentistas que hacen campaña sobre una plataforma de independencia de España están cortejando activamente a los inmigrantes mientras buscan apuntalar cada voto que puedan.
Incluso aunque muchos inmigrantes no tengan ciudadanía —como Khalsa— y no tengan el derecho a votar, los partidos creen que políticas inclusivas serán bien recibidas por otros inmigrantes que ya han sido naturalizados.
Hablando con CNN en el templo sij, en El Raval de Barcelona, un próspero distrito de inmigrantes de todos los rincones del mundo, Khalsa, que habla siete lenguas diferentes, dice que prefiere el catalán —que suena como una tenue mezcla entre español y francés— sobre el resto.
Pero eso no ocurrió rápidamente. Al principio, adaptarse fue tan difícil para él que pensó en irse para Canadá, donde tiene familiares y hay una gran comunidad sij.
Pero decidió seguir allí, y ahora está establecido y encontró trabajo como mediador intercultural para el Consejo de la ciudad de Barcelona, ayudando a los grupos de minorías étnicas a jugar un rol más grande en la sociedad.
“Cataluña es un gran lugar para los inmigrantes. Ellos son amables y respetuosos con las personas de otras religiones. Una vez te conocen, se vuelven amigos de por vida”, dice él.
Para jactarse de su inclusividad, los líderes del partido independentista de la Izquierda Republicana de Cataluña se han esforzado por compartir el escenario en los eventos de campaña con uno de sus candidatos musulmanes, que usa un pañuelo en la cabeza, mientras que los anuncios a favor de la independencia muestran a personas de descendencia africana.
Pero el esfuerzo más directo es la promesa de esos partidos de que los inmigrantes que ya estén en la región tendrán ciudadanía catalana automática, si ganan la elección y eventualmente ganan la independencia, que en el momento parece una posibilidad distante.
“Sin papeles no eres nada”
Hadja Goundo Sumareh, una inmigrante indocumentada de 21 años proveniente de Gambia, no cree en las promesas de ciudadanía de los partidos independentistas.
“Ellos solo dicen eso porque les ayudará en la campaña. Los políticos siempre dicen cosas, luego no las hacen”, dice Sumareh.
El Gobierno central de España, en Madrid, convocó la votación del jueves con la expectativa de que un gobierno moderado sería elegido después de que el anterior gobierno en Cataluña celebrara un referéndum ilegal, para declarar, luego, la independencia unilateral en octubre.
La elección está siendo ampliamente tratada como una versión legal de ese referendo y el apoyo está dividido equitativamente entre los partidos a favor y en contra.
Sumareh lamenta que el hecho de no poder decir lo que siente porque piensa que las necesidades de los inmigrantes como ella han sido ignoradas.
Ella llegó cuando tenía 17 años y no ha logrado la residencia aún, un proceso que requiere tres años de trabajo seguidos, y la vida ha sido increíblemente desafiante para ella por ser una “sin papeles”, como le llaman a los inmigrantes indocumentados en España.
“Es muy difícil estar aquí cuando no tienes papeles. No pude hacer mi último año de secundaria, no puedo pensar en una universidad”, dice.
“Sin papeles no eres nada”, puntualiza, pues penetrar la cultura catalana ha sido difícil para ella porque descubrió que aprender dos idiomas —español y catalán— a su llegada, es desalentador.