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01:23 - Fuente: CNN

Anguila (CNN) – No hay servicio a bordo. No hay cabina de clase ejecutiva. No hay champán, ni elección de carne o pollo, ni entretenimiento. Con solo ocho minutos desde el despegue hasta el aterrizaje, no hay tiempo para nada de eso.

Hay vuelos más cortos como el salto de Westray a Papa Westray, en las islas Orcadas de Escocia que dura apenas 90 segundos, pero el vuelo entre las islas caribeñas de Anguila y San Martín es actualmente el vuelo comercial internacional más corto del mundo. ¿Cómo es entonces?

Conectar dos islas vacacionales

Anguila, un territorio británico de solo 25,7 kilómetros de largo y 5,6 kilómetros de ancho, es una isla plana, seca y calcárea, bordeada por 33 playas de arena blanca.

Es una de las favoritas de los famosos que buscan un lugar discreto en el que puedan estar felizmente solos. Nadie se inmuta si ve a LeBron James saltando desde una roca en Little Bay o a Justin Bieber cantando “Sorry” en el escenario con el cantante local Bankie Banx.

Su vecino, San Martín, se encuentra a solo 7,2 kilómetros al sur en su punto más cercano. Dividida en dos, la parte norte de la isla es una colectividad de ultramar de Francia, mientras que la parte sur, llamada Sint Maarten, es un país constituyente del Reino de los Países Bajos.

El Aeropuerto Internacional Princesa Juliana de Sint Maarten se ha convertido en una atracción turística por derecho propio, con aviones que vuelan a baja altura sobre la playa para aterrizar en la isla, y que vuelven a despegar con el mismo efecto dramático. Si lo buscas en YouTube, encontrarás múltiples videos de turistas que intentan pararse al final de la pista de aterrizaje frente a las feroces ráfagas de los aviones que despegan.

A pesar de las claras advertencias sobre los peligros de daños corporales extremos y de muerte, muchos turistas siguen viniendo aquí para el hacer el máximo alarde de vacaciones, y hay caídas frecuentes, pertenencias que salen volando al mar e incluso  una mujer murió en julio de 2017.

Sin embargo, el vuelo desde el aeropuerto a Anguila no le va a dar a nadie la sensación de precipitarse al mar. Los dos motores del Britten-Norman Islanders de Anguilla Air Services funcionan a una velocidad mucho más tranquila.

El vuelo de Sint Maarten a Anguila es operado por Anguilla Air Services en un Britten-Norman Islander.Crédito: Zuri Wilkes

Un vínculo importante

El capitán Carl Avery Thomas es el propietario de Anguilla Air Services, la única compañía aérea que ofrece vuelos regulares en la ruta entre San Martín y Anguila, y uno de los cinco pilotos de la empresa. Afirma que mantener las conexiones aéreas es muy importante para una isla pequeña como Anguila.

Al depender en gran medida del turismo, la mayoría de las familias de Anguila tienen al menos un miembro trabajando en el sector, y este vuelo corto es crucial.

“No se puede promocionar un destino de cinco estrellas como Anguila sin un aeropuerto”, afirma. “Si la única forma de llegar a la isla es en barco, no creo que sea bueno para nuestro producto”.

Los transbordadores regulares entre San Martín y Anguila se suspendieron durante la pandemia, pero ya se reanudaron. La mayoría de los turistas llega a la isla en lancha rápida desde San Martín, tras haber tomado uno o con frecuencia dos vuelos para llegar hasta aquí.

Desde el aire, los pasajeros ven el extremo suroeste de Anguila, con la larga curva de arena de Maundays Bay.Crédito: Nicola Chilton

En un buen día, es un hermoso viaje que dura unos 25 minutos en lancha rápida, pero cuando el mar está agitado, no es el viaje más cómodo. Y Thomas cree que muchos de los visitantes no quieren ser “zarandeados en un barco sobre el mar agitado” en el tramo final de su viaje.

Aunque la mayoría de los pasajeros de la ruta aérea suelen ser turistas, la pandemia ha hecho que un mayor número de anguilanos opte por volar, con tarifas especiales para los locales. Como tiene menos puntos de contacto en comparación con el barco, no tiene traslados en minibús entre el aeropuerto y el muelle, y hay menos personas que entren en contacto con el equipaje, se ha convertido en una opción más fluida y, en algunos aspectos, con mayor distanciamiento físico de los demás.

Pero quizá la mayor ventaja de tomar el vuelo es que las vistas son cautivadoras de principio a fin. Se trata tanto de un vuelo panorámico como de una importante conexión entre dos islas.

A despegar

Al despegar del Aeropuerto Internacional Princesa Juliana de Sint Maarten, el avión nunca vuela a más de 1.000 pies de altura, con vistas a las aguas turquesas del Caribe, las largas curvas de las playas de arena y las lujosas villas y resorts privados.

No se tarda mucho en despegar. El avión despega hacia el este, sobre la laguna de Simpson Bay, antes de girar a la izquierda y cruzar la parte francesa de la isla y la estrecha franja de tierra a lo largo de la Rue de Sandy Ground, para dirigirse al norte y dar el breve salto a Anguila.

Al cruzar la costa sur, donde se encuentran bahías poco profundas con nombres como Auntie Dol, LockRum y Pelican, el avión desciende sobre los matorrales que rodean Blowing Point, el principal, pero diminuto, puerto de la isla para los barcos procedentes de San Martín.

El capitán Carl Avery Thomas es piloto y propietario de Anguilla Air Services. "Lo disfruto", dice.Crédito: Jerome Dupont

Desde allí, son solo un par de minutos más sobre las salinas de Sandy Ground, famoso por su larga franja de arena y sus bares de playa, como Elvis’s y Johnno’s, y a baja altura sobre la carretera hasta que las ruedas tocan tierra en el aeropuerto internacional Clayton J. Lloyd, apenas ocho minutos después de salir de San Martín.

Más allá del turismo, las aeronaves de Thomas desempeñan otro papel fundamental para apoyar a esta comunidad tradicionalmente marinera y pesquera.

“Prestamos servicios de búsqueda y rescate de forma gratuita para el Estado”, dice. Cada vez que se pierde un barco pesquero, Thomas y su equipo se lanzan al aire.

“Siempre lo hemos hecho, desde que fundé la empresa”, continúa. “Es una alegría cuando estamos en una misión de búsqueda y rescate y encontramos a alguien”.

La aeronave también participa en vuelos de transporte médico y evacuaciones, siendo la única entidad en la isla fuera del hospital con un ventilador. “Durante el covid, lo ofrecemos al hospital en caso de que se necesite”, dice Thomas.

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Surcando los cielos

Puede que Anguila esté salpicada de algunos de los mejores hoteles de lujo del Caribe y exclusivas villas privadas, pero no es una isla rica.

Procedente de una familia pobre que vivía en un valle al pie de la carretera, Thomas se abrió paso en la formación de vuelo en las Islas Vírgenes de Estados Unidos para cubrir sus gastos, sin haber volado nunca antes de ir a la escuela.

“Era la primera vez que me sentaba en un avión. Era un Britten-Norman Islander, fabricado en la Isla de Wight, en el Reino Unido”, dice Thomas. “Yo era el pasajero empujado hasta el fondo, pero no pasaba nada: ¡estaba en un avión!”.

Tras graduarse de la escuela de vuelo en 1988, regresó a su casa en Anguila.

El vuelo llega para aterrizar en Sint Maarten sobre la playa de Cupecoy.Crédito: Nicola Chilton

“Muchos de mis amigos se dedicaron a pilotar grandes jets, pero yo dije: ‘No, vuelvo a casa’. Simplemente sentí que podía ayudar a mi país. Desde 1988 hasta ahora, sigo aquí y, vaya que lo disfruto”, dice.

Aunque la aviación en Anguila siga siendo pequeña, centrada en los saltos entre islas, los vuelos chárter y los jets privados, cada vez hay más jóvenes anguilanos que se dedican al sector, incluidos los propios hijos de Thomas.

“Tengo un niño y una niña, y ambos están en la escuela de vuelo en Florida. Nunca los animé a volar, nunca los llevé conmigo, porque quería que eligieran una carrera propia, pero los dos van a ser pilotos”, dice. “Espero que puedan continuar el legado”.

Y los vuelos a la isla también están aumentando. En noviembre, Cape Air lanzó vuelos entre las Islas Vírgenes estadounidenses y Anguila. Y en diciembre, American Airlines introdujo vuelos desde Miami, los únicos vuelos directos programados a la isla desde el territorio continental estadounidense.

En la temporada alta de vacaciones, la pista del aeropuerto Clayton J. Lloyd International se convierte en un estacionamiento de aviones privados.

Está por ver si los hijos de Thomas deciden seguir los pasos de su padre y volver a la isla o si deciden desplegar sus alas y volar más lejos.

Pero el vuelo de ocho minutos entre Anguila y San Martín seguirá siendo un importante vínculo entre estos dos territorios vecinos y una parte vital del patrimonio aéreo de esta pequeña isla.