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01:31 - Fuente: CNN

Nueva York (CNN) – Chick-fil-A se convirtió por sorpresa en blanco de la ira de la derecha tras descubrirse que la empresa cuenta con un ejecutivo que supervisa sus políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI).

Chick-fil-A se une así a una creciente lista de empresas a las que los medios de comunicación de derecha y los conservadores de las plataformas sociales han criticado por su marketing “woke”. Pero Chick-fil-A es un objetivo inusual para la derecha debido a las credenciales conservadoras de la empresa.

¿Qué ocurrió?

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El hecho de que Chick-fil-A haya sido tendencia en internet y objeto de segmentos de noticias de medios conservadores demuestra el poder que pueden tener unas pocas personas con gran número de seguidores en las redes sociales.

En una serie de tuits, incluido uno con un comentario transfóbico, el comentarista político de derecha Joey Mannarino preguntó a principios de esta semana si la gente iba a “boicotear” la cadena por los esfuerzos de la empresa en materia de diversidad, equidad e inclusión.

Poco después se sumaron personalidades de ultraderecha, como Charlie Kirk, de Turning Point USA, e Ian Miles Cheong.

¿Qué hay detrás realmente?

El blanco de su ira era Erick McReynolds, vicepresidente de diversidad, equidad e inclusión de Chick-fil-A, que ocupa el cargo desde hace unos tres años. Chick-fil-A dice que está “comprometida a ser mejor juntos”.

“Nuestro fundador, Truett Cathy, creía que ‘una gran empresa es una empresa solidaria’”, señala Chick-fil-A en su página web de diversidad, equidad e inclusión. “En Chick-fil-A, nuestro compromiso es abordar este trabajo con intención y humildad, creyendo siempre lo mejor de los demás y esforzándonos por encontrar puntos en común”.

No está claro por qué McReynolds atrae ahora la atención de algunos conservadores. La cadena de restaurantes declinó hacer comentarios sobre la supuesta controversia y no quiso poner a McReynolds a disposición para una entrevista.

Chick-fil-A es conservadora desde hace tiempo

Chick-fil-A es notoriamente conservadora. Sus restaurantes cierran los domingos por razones religiosas y ha donado a organizaciones contra el colectivo LGBTQ en el pasado (una decisión que revirtió en 2019). En 2012, el expresidente de Chick-fil-A Dan Cathy se pronunció en contra de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Estados Unidos, lo que provocó boicots por parte de la izquierda.

La empresa tiene profundas raíces cristianas. La sección de diversidad, equidad e inclusión en el sitio web de Chick-fil-A incluye referencias religiosas, donde dicen que el propósito de la empresa es “glorificar a Dios siendo un fiel administrador de todo lo que se nos confía. Tener una influencia positiva en todos los que entran en contacto con Chick-fil-A”.

No se trata solo de Chick-fil-A

No está claro si los esfuerzos de boicot han tenido éxito. Chick-fil-A es una empresa privada y no suele anunciar datos de ventas.

Aun así, se une a una lista de empresas, entre ellas Target y Bud Light, de Anheuser-Bush, que se enfrentan a la reacción negativa conservadora por lo que algunos consideran marketing “woke”.

Bud Light patrocinó una publicación en las redes sociales de la personalidad trans Dylan Mulvaney, en el que mostraba una lata personalizada con su imagen. Eso desató una tormenta en los canales de derecha, y las ventas de Bud Light han caído bruscamente un 25% en mayo en comparación con el año anterior, según Beer Business Daily, un influyente boletín del sector.

La semana pasada, Target fue blanco de ataques homófobos por vender artículos relacionados con el mes del Orgullo, algo que ha hecho desde hace varios años. La campaña se volvió hostil, con amenazas a empleados de Target y casos de productos y expositores dañados en las tiendas. Al final, Target optó por proteger la seguridad de los empleados retirando ciertos artículos que, según dijo, provocaban la reacción más “volátil” de los opositores.

Perjudicar las ventas y la reputación de las marcas era el objetivo declarado de la campaña: “El objetivo es hacer que el ‘orgullo’ sea tóxico para las marcas”, dijo el comentarista de derechas Matt Walsh en Twitter. “Si deciden meternos esta basura por la cara, deben saber que pagarán un precio. No valdrá la pena lo que crean que van a ganar”.

Pero la respuesta de Target enfureció a los defensores del colectivo LGBTQ y suscitó críticas por ceder ante elementos extremistas de la sociedad estadounidense. Estas campañas también se producen en medio de un número récord de proyectos de ley contra la comunidad LGBTQ introducidos en las cámaras estatales este año y la escalada de ataques políticos contra las personas transgénero por parte de los principales aspirantes republicanos la presidencia.