(CNN) – Los sorprendentes resultados electorales en Países Bajos tomaron a Europa por sorpresa y han dejado a muchos espectadores sin saber exactamente qué pasará a continuación.
El populista de extrema derecha Geert Wilders y su Partido de la Libertad (PVV) intentan formar gobierno tras su inesperada victoria en las elecciones nacionales de este miércoles.
“Honestamente siento que este es el momento Trump para los holandeses. Las cosas que sucedieron después de que (Donald) Trump fuera elegido, los sentimientos y los cambios en la política, esto podría ser similar”, dijo a CNN Catherine de Vries, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Bocconi de Italia.
Es posible que Wilders y el PVV hayan obtenido el mayor número de escaños (37 de un total de 150), pero no está claro si cuentan con el apoyo suficiente para formar un gobierno de coalición.
Aunque los resultados muestran una victoria general de los partidos de derechas, el manifiesto antiislamista, antiinmigración, anti Unión Europea y escéptico respecto a Ucrania de Wilders se percibía ampliamente como inaceptable para el Partido de la Libertad y la Democracia (VVD) del primer ministro saliente, Mark Rutte.
El camino más obvio para Wilders es una coalición con el VVD, que quedó tercero con 24 escaños, y el Nuevo Contrato Social, un partido conservador cristiano que le siguió con 20 escaños, según una previsión provisional basada en el 98% de los votos escrutados. Una candidatura conjunta de laboristas y verdes quedó segunda en las elecciones, con 25 escaños.
Tampoco está claro cómo sería ese posible gobierno de coalición. Sería muy inusual que un partido que ha obtenido el mayor número de escaños se quedara fuera del gobierno. Es posible que Wilders acepte un puesto que no lo ponga a la cabeza del gobierno, aunque eso supondría presumiblemente algunos compromisos serios en su plataforma política.
Más allá de estas preocupaciones inmediatas, hay interrogantes sobre lo que significa la victoria de Wilders para la dirección de la política holandesa y europea en general.
El auge del populismo europeo no es precisamente nuevo. Italia tiene actualmente su gobierno más derechista desde el final de la Segunda Guerra Mundial y Eslovaquia reeligió en septiembre al populista de izquierdas Robert Fico.
La Unión Europea suele contener bien a este tipo de líderes. En algunos casos puede suavizar su impacto ofreciéndoles incentivos financieros o ayuda con políticas dirigidas al público nacional, como el control de fronteras.
Sin embargo, tenerlos también puede acarrear problemas.
La Unión Europea suele tomar decisiones por unanimidad, lo que significa que cada Estado miembro tiene derecho de veto. Esto permite a los países impactar al resto del bloque en asuntos muy domésticos, bloqueando en algunos casos todo el presupuesto de la Unión Europea que es de más de un billón de euros.
Tener a más de uno en el club también significa que pueden confabularse. Esto puede ocurrir tanto en el Consejo —formado por ministros y dirigentes de los gobiernos nacionales— como en el Parlamento Europeo, donde los partidos de derecha o izquierda de distintos países forman alianzas.
A la derecha, en particular, se le da muy bien esto y ha aumentado considerablemente su influencia a nivel de Bruselas en los últimos años. De ahí, en parte, que las amenazas de Wilders de abandonar la Unión Europea no sean en realidad el mayor quebradero de cabeza de Bruselas.
En general, los euroescépticos no quieren abandonar la Unión Europea, sino dirigirla. En parte porque les gustan los beneficios económicos de estar en el bloque. Y si siguen aumentando su poder político dentro del bloque europeo, tendrán un montón de juguetes muy grandes con los que jugar en la escena mundial.
Otros líderes euroescépticos ya han felicitado a Wilders con rapidez y evidente alegría.
“¡Los vientos del cambio ya están aquí! Enhorabuena a Geert Wilders por ganar las elecciones holandesas”, dijo a última hora del miércoles el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
“Gracias a que hay gente que se niega a que se apague la antorcha nacional, la esperanza de cambio sigue viva en Europa”, declaró la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen.
Aunque Wilders sea incapaz de poner en práctica las partes más radicales de su manifiesto y se vea contenido por Europa en términos más generales, sigue preocupando lo que su éxito supone para el resto de la política europea. Las victorias populistas suelen arrastrar a otros hacia la derecha.
Los ejemplos más evidentes son Francia, donde el presidente Emmanuel Macron ha imitado la retórica antiislamista para no verse superado por Le Pen, y el Reino Unido, donde el Partido Conservador de centro-derecha está casi irreconocible tras 13 años en el poder y la influencia del brexit.
Las otras preocupaciones son que Wilders se quede de alguna manera fuera del gobierno o decida martirizarse a sí mismo en lugar de traicionar sus principos. En Italia, la primera ministra Giorgia Meloni no ha sido la radical de derechas que algunos temían cuando llegó al poder en 2022, y hasta cierto punto ha sido contenida por la Unión Europea. Por ello, otros miembros de la derecha la consideran una traidora.
A menudo son los que no ocupan cargos los que más influyen en la política. Nigel Farage, el hombre que desempeñó un enorme papel en arrastrar a la derecha a los conservadores británicos y sacar al Reino Unido de la UE, nunca ha estado en el Parlamento, y mucho menos en el Gobierno. Sigue amenazando con comerse el voto antiinmigración.
En la conferencia anual del Partido Conservador a principios de este año, Farage fue recibido como un héroe por varios delegados, a pesar de ser posiblemente la mayor amenaza para el partido.
Es muy difícil predecir lo que ocurrirá en las negociaciones de coalición que tienen lugar en Países Bajos, o cómo será el próximo gobierno holandés. Pero estos resultados han conmocionado a muchos europeos y nos encontramos en un territorio nuevo.