Seúl, Corea del Sur (CNN) – A la sombra de lo que parece la colosal estación espacial de cromo de Seúl, Dongdaemun Design Plaza, cientos de desertores de Corea del Norte se reunieron este domingo para celebrar animadamente el primer Día de los Desertores Norcoreanos a nivel nacional.
El evento inaugural, declarado por el gobierno para realizarse cada 14 de julio, reconoce a aproximadamente 34.000 norcoreanos que escaparon del control autoritario de Pyongyang para reasentarse en el sur, para dejar atrás legados de miedo, profundos lazos familiares y días dedicados a un régimen represivo que a menudo se considera congelado en el tiempo.
La alegría de la libertad marcó la celebración del domingo, con el ritmo atronador de los tambores gigantescos que recordaban una entusiasta independencia del líder norcoreano Kim Jong Un.
Los ecos de conocidas canciones norcoreanas que celebran la amistad se extendieron a los barrios cercanos, mientras las familias llenaban los puestos que servían delicias tanto norcoreanas como surcoreanas, como el dulce frito yakgwa y el ponche de frutas o hwachae.
Las celebraciones animadas en el corazón de Corea del Sur son particularmente significativas dadas las dificultades que suelen enfrentar los desertores una vez que llegan: muchos luchan por acoplarse y unos pocos incluso arriesgan sus vidas para regresar a la nación ermitaña. Entre los problemas que enfrentan están las dificultades económicas, la discriminación y el profundo estigma que los surcoreanos tienen contra los desertores.
Los activistas y las autoridades esperan que esta nueva celebración anual ayude a cambiar eso.
“Esto es algo que todos debemos celebrar”, dijo Park Daehyeon, un desertor que huyó de Corea del Norte en 2006 y desde entonces fundó la organización sin fines de lucro Woorion para ayudar a otros desertores a reasentarse en el sur.
Los desertores huyen del norte y llegan al sur “para ser importantes para la sociedad, y también para contribuir con esta sociedad surcoreana, y también para apoyar a sus amigos y familiares que quedaron en Corea del Norte”, añadió.
“Entonces, esta es una fecha en la que todos tenemos que abrazarnos y apoyarnos, reconocernos y valorar la diversidad y las diferentes experiencias que tenemos”, dijo.
El peligroso viaje hacia el sur
Desde que la Guerra de Corea terminó con un armisticio en 1953, Corea del Norte y Corea del Sur han estado separadas por una frontera casi impenetrable que impide a cualquiera cruzar al otro lado.
En las décadas siguientes, Corea del Sur se modernizó y se convirtió en uno de los países más ricos y tecnológicamente desarrollados del mundo, mientras que Corea del Norte se aisló cada vez más y la gran mayoría de sus ciudadanos vive en una pobreza generalizada y con libertades básicas limitadas.
A lo largo de los años, miles de desertores huyeron, a menudo gracias a la contratación de intermediarios que organizan su transporte y ruta a través de las estrechas fronteras, para viajar a través de China y otras partes de Asia antes de llegar a Seúl y otros destinos finales.
Es un viaje peligroso. Muchas mujeres norcoreanas son víctimas de trata y explotación sexual en China, donde el desequilibrio de género creó un mercado negro de novias. Y estas víctimas tienen pocas salidas: China considera a los refugiados norcoreanos como migrantes económicos y los deporta a la fuerza; luego, como presuntos desertores, se enfrentan a la cárcel, la posible tortura o algo peor, según los activistas.
Incluso quienes llegan sanos y salvos a Corea del Sur se enfrentan a una ardua batalla, especialmente para encontrar trabajo y ganarse la vida, incluso con formación profesional y apoyo financiero del gobierno. Alrededor del 6,1% de los desertores estaban desempleados en 2022, más del doble de la tasa nacional, según cifras del gobierno.
Luego está el choque cultural y, a veces, la hostilidad de los surcoreanos.
En las noticias online “se puede encontrar gente que dice: ‘Oye, tienes que regresar al lugar de donde vienes’”, dijo Park, el fundador de Woorion.
“Deseo que la sociedad sea más abierta a los nuevos desertores. Tal vez haya muchos miles de desertores norcoreanos que quieran venir a Corea del Sur y tener una vida próspera. Si la sociedad no los acoge, se sentirán perdidos”, dijo.
En la celebración del domingo, Kwon Ji-hwan, quien huyó de Corea del Norte en 2015, hizo dibujos gratuitos para los visitantes y le dijo a CNN que estaba “muy agradecido” por el evento.
“(Si todavía estuviera en Corea del Norte) creo que habría tenido una vida difícil trabajando como obrero, tal vez en una obra de construcción (…) Pero desde que llegué a Corea del Sur, puedo vivir libremente mientras dibujo lo que me gusta, así que eso es lo que me hace más feliz”, abundó.
Sin embargo, comentó que desea que los recién llegados puedan recibir una educación más integral para que sean autosuficientes en lugar de depender de los beneficios del gobierno.
Este domingo, el presidente de Corea del Sur Yoon Suk Yeol invitó a un grupo de desertores a la Casa Azul, la antigua residencia presidencial, donde ofreció aliento y apoyo a la comunidad.
“Expresamos nuestro respeto y aplauso a los 34.000 desertores norcoreanos que están abriendo nuevas vidas cada día (en Corea del Sur) (…) Todos ustedes son testigos vivos del noble viaje hacia la libertad”, dijo.
Yoon prometió aumentar los fondos de reasentamiento para los desertores e incentivar a las agencias gubernamentales y a las empresas estatales para que contraten más desertores al ofrecerles beneficios fiscales.
Bienvenida híbrida
Otros desertores que asistieron al festival del domingo tuvieron reacciones encontradas: algunos apreciaron el gesto, otros recordaron su hogar al otro lado de la frontera fuertemente militarizada y otros aún no estaban seguros de si el evento realmente serviría para unificar a la gente.
Una desertora, cuyo nombre CNN no revela por su privacidad y seguridad, comió pasteles de arroz en un puesto del festival de Seúl. “Sabían como los que comía en mi ciudad natal (…) Han pasado 10 años desde que llegué a Corea del Sur, pero todavía extraño el sabor de mi ciudad natal y me cuesta acostumbrarme a la comida al estilo surcoreano”, dijo.
A ella le preocupa que el Día de los Desertores, que se celebra anualmente, haya creado una “división entre nosotros y los surcoreanos y que parezca que no nos están aceptando como compatriotas coreanos”. Sin embargo, añadió que entiende las intenciones del gobierno y espera que se convierta en “una oportunidad para la armonía y el entendimiento mutuo”.
Una de las asistentes, Han Bong-hee, le dijo a CNN que no estaba segura de si seguiría viva si se hubiera quedado en Corea del Norte. Desde que llegó al sur hace 24 años, ejerce la medicina tradicional.
“Estoy muy satisfecha con mi vida ahora porque vine a Corea del Sur, encontré un trabajo y vivo feliz mientras disfruto de la libertad”, dijo.
Otra desertora que abandonó Corea del Norte en 2016 expresó su gratitud por la celebración. “No sabía que se celebraría un día como el Día de los Desertores, pero ahora que se ha establecido, siento que tengo que trabajar más duro (…) Quiero vivir y trabajar más duro sabiendo que hay gente en el gobierno que está tratando de ayudarnos”, comentó.
Hay muchas historias de éxito de desertores que se convertieron en empresarios, académicos y profesionales, dijo Park, el CEO de Woorion. Se citó a sí mismo como ejemplo, y dijo que había tenido dificultades cuando era más joven. “Ahora puedo hablar con extranjeros y (estoy) experimentando diferentes culturas y viajando por todo el mundo”, añadió.
“Esto es algo que todos los desertores norcoreanos queremos, y que 25 millones de norcoreanos quieren (…) Esta es la libertad de la que disfrutamos, y debe dársele a todo el mundo”, comentó.