Por Lincoln D. Chafee, especial para CNN
Nota del editor: Lincoln D. Chafee es el gobernador de Rhode Island.
(CNN) – El papa Francisco anunció el lunes que el Papa Juan XXIII y el Papa Juan Pablo II serán declarados santos el 27 de abril de 2014. Esta será la primera vez que dos papas son canonizados al mismo tiempo.
Aunque Juan Pablo II sea considerado conservador y Juan XXIII progresista, cada uno abrió sus brazos a la comunidad global. Al canonizar a dos iconos religiosos respetados internacionalmente que fueron muy diferentes entre sí, el papa Francisco nuevamente nos muestra el camino de la tolerancia y civilidad que es el fundamento de nuestra humanidad colectiva.
Francisco, el primer Papa jesuita, recientemente dijo a La Civiltà Cattolica, la revista jesuita italiana, que muchas personas están obsesionadas con los homosexuales, el aborto y la anticoncepción. Su visión de una fe más incluyente que no discrimina a ninguno es una convicción que, creo, la gran mayoría de los ciudadanos de Rhode Island y los estadounidenses compartimos.
El Pontífice, por medio de sus acciones y sus palabras, demuestra que tiene la determinación de eliminar el flagelo del prejuicio en nuestra sociedad y de renovar nuestro propósito cívico como personas.
Durante demasiado tiempo, el extremismo religioso ha prevalecido a costa de nuestros lazos humanos comunes. En ciertos círculos en Estados Unidos y en países alrededor del mundo, hay personas que intentan degradar a otras en base a su posición social, color de piel o por la persona a quien aman.
Este Papa puede ayudar a trascender la cultura de la guerra del pasado. Aunque he mantenido enérgicamente la separación de mi vida pública de mi vida privada durante el curso de mi carrera en la política, el papado de Francisco ofrece una oportunidad sin precedentes de cooperación que borra la pobreza y cumple con todas las metas de política pública.
Desde que tomó el mando del Vaticano, Francisco ha vuelto a dedicar el pontificado a las causas de la justicia económica, igualdad y paz. En sus visitas a comunidades golpeadas por la pobreza, ha alabado el coraje de los pobres, y ha hecho un llamado a la sociedad a recibirlos con amor y comprensión.
Durante un viaje a la capital de Cerdeña, asolada por la recesión, utilizando un casco al igual que los mineros del carbón, el Papa criticó la “idolatría al dinero”, una economía corporativa que ha eliminado trabajos y ha aumentado la brecha entre los ricos y los pobres. “Donde no hay trabajo, no hay dignidad”, dijo. Además de probablemente ser el Pontífice más populista de nuestra historia, Francisco está libre del dogma en contra de las minorías, y por lo tanto, proporciona una plataforma a todas las familias trabajadoras.
En el escenario internacional, el papa Francisco ha abogado por la diplomacia ante las recientes tensiones en Oriente Medio. Conforme la crisis humanitaria en Siria escaló y surgió un conflicto amenazante, él predicó apasionadamente un camino pacífico. El Papa ha alentado a la juventud, la próxima generación, a que se constituya a sí misma con compasión y esperanza en lugar de aferrarse a un círculo vicioso de animadversión y violencia.
En lugar de dirigir su mensaje únicamente con mensajes en las líneas contra las minorías, la doctrina espiritual de Francisco parece estar inspirada en el compromiso a cubrir toda la humanidad.
Soy gobernador de un estado en donde viven muchos católicos así como un diverso grupo de creyentes y no creyentes; estos son los valores que se comparten en muchas esquinas de Rhode Island, en donde recientemente celebramos el 350 aniversario de nuestra Carta Magna, la primera entre las colonias norteamericanas que protege la libertad religiosa.
Al trazar el camino de un papado moderno en el milenio, el papa Francisco ha fijado una dirección nueva y audaz para el futuro de la religión. Con un corazón enorme y un intelecto agudo, está preparado para ser un líder pionero que llegará más allá de la comunidad religiosa de cualquier persona. Desde ya, Francisco es un brillante ejemplo de la sociedad civil que aspiramos tener en Rhode Island y en nuestro país.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Lincoln D. Chafee)