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Imagen de archivo. Cientos de inmigrantes venezolanos cruzan el puente internacional Simón Bolívar en San Antonio del Táchira en Venezuela, hacia el departamento de Norte de Santander, el 10 de febrero de 2018. (Crédito: GEORGE CASTELLANOS/AFP/Getty Images)

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Venezuela fue un país receptor de inmigrantes, ahora es un horror sin paliativos

Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN Español) -- La mayor tragedia latinoamericana hoy es el éxodo venezolano. Hasta la llegada del chavismo Venezuela fue un país receptor de inmigrantes. Millones de extranjeros fueron a Venezuela en busca de las oportunidades que no encontraban en sus países.

En los últimos años, opino, la dictadura, el socialismo, la corrupción y la pésima gerencia, han provocado la hiperinflación, el desabastecimiento y la pobreza creciente que generan el éxodo de millones de venezolanos rumbo a países que en el pasado eran mucho más pobres.

Por supuesto, el gobierno de Maduro afirma que los venezolanos huyen por una combinación entre la supuesta guerra económica y la propaganda imperialista, pero esa versión choca con las imágenes de las gentes buscando comida en los basureros, hospitales devastados por el descuido oficial y la creciente falta de electricidad y agua potable. Venezuela es un horror sin paliativos.

Dentro de ese éxodo terrible, 89 personas que viajaron a Perú decidieron regresar a Caracas porque —dice el comunicado oficial— fueron maltratadas y víctimas de la xenofobia.

Parece un acto de propaganda barata, pero es verdad que ha habido cierto rechazo a la presencia masiva de venezolanos. Sin embargo, la manera de acabar con el problema —opino— es ayudar colectivamente a esa inmensa mayoría de venezolanos que se oponen al chavismo a quitarse de encima ese gobierno de incapaces y delincuentes que han destruido la convivencia.

Está muy bien ayudar a las víctimas que huyen, pero es más sensato y económico, entre todos, acabar con los victimarios para que Venezuela vuelva a ser un país viable y receptor de inmigrantes. Eso es lo que debe hacerse.