Frío extremo, vientos voraces y correntadas: estos buzos se enfrentan a todo para proteger un bosque de kelp
(CNN Español) - - “Agua así de fría… te golpea como mil cuchillos apuñalándote por todo el cuerpo”. Tal vez reconozcas la frase: es de “Titanic” y se la dice Jack a Rose para convencerla de no saltar al océano. Pero, en la vida real, un grupo de personas que se enfrenta a “agua así de fría” en el mar de la Patagonia argentina con un objetivo claro: proteger un bosque de kelp.
¿Y qué es un bosque de kelp? Se trata de un conjunto de algas marinas gigantes, marrones, que se encuentran en aguas frías, según define el National Ocean Service de Estados Unidos.
Estas algas “pueden alcanzar entre 20 y 30 metros de altura y son muy importantes porque son estructuradoras de hábitats, ingenieras ecosistémicas”, explica a CNN Cristian Lagger, investigador del Conicet, explorador de National Geographic y director científico de Por el Mar, una fundación “que impulsa acciones para la protección y restauración del océano”, como lo indica en su perfil de Instagram.
“La presencia de estas macroalgas permite que cobre vida el ecosistema. Es un análogo a un bosque terrestre: las algas aportan materia orgánica y realizan fotosíntesis”, añade.
Pero el dato clave de estos bosques marinos es que no solo aportan oxígeno, sino que también secuestran carbono. “Hoy los mira todo el mundo por esa razón. Son los ecosistemas que podrían aportar una solución natural al cambio climático”, dice Lagger.
Y en el mar argentino hay miles de hectáreas. Desde el sur de la provincia de Chubut, hasta el punto más extremo de Tierra del Fuego.
Pero, lamentablemente, “hay poca información sobre estos ecosistemas”, cuenta Lagger. Y por eso el equipo de científicos y buzos de la ONG Por el Mar realiza una expedición extrema en las aguas de Monte León, en Santa Cruz, Argentina.
El equipo es interdisciplinario y está conformado por los biólogos y buzos Diego Giménez, Manuel Novillo, Carolina Pantano, Natalia Aga Milovic, Melisa Lera; el camarógrafo subacuático, Uriel Sokolowicz; el conductor náutico Daniel Fueyo y Lautaro March, fotógrafo, además de Lagger.
“Uno de los objetivos es dar a conocer estos bosques, no solo desde la ciencia, sino también para que la gente empiece a empatizar”. La ONG busca documentar todo lo que habita en ese ecosistema, por un lado, para pensar las mejores estrategias para protegerlo y, por otro lado, para mostrarle a la gente las impactantes imágenes de esos bosques poco explorados. “Entre todos podemos evitar que estos bosques, que en los últimos años se han deteriorado a nivel global, se sigan dañando”, dice Lagger.
Frío, vientos y corrientes traicioneras
Pero recorrer estos bosques marinos es para valientes. Aguas gélidas, fuertes oleadas y viento en la superficie son algunos de los obstáculos que este equipo de profesionales debe enfrentar en la misión.
“El agua está cerca de los 6 grados y, aunque usamos equipamiento especial, el frío se siente”, explica Manuel Novillo, buzo científico, biólogo marino egresado de la Universidad Nacional de Córdoba y becario postdoctoral del Conicet, que se sumó a la última expedición para ayudar a tomar muestras que permitan estimar y conocer la diversidad de especies asociadas a este bosque.
“Una de las cosas más desafiantes de bucear en la Patagonia es el ambiente hostil”, reconoce Novillo. Además del frío, hay mucha incidencia del viento. “A veces es difícil volver a subirse al bote”, cuenta.
Además, las condiciones de visibilidad no siempre son buenas. “A veces eso nos tuvo a maltraer, por la presencia de mucho sedimento en suspensión, que hace difícil el buceo. En ocasiones tuvimos que suspender”, recuerda Novillo.
Pero para estos guardianes marinos, el desafío vale la pena
“Es como hacer una tirolesa por una selva terrestre. Tenés esa increíble dimensionalidad de lo que puede ser ese bosque. Todo el tiempo se están descubriendo especies: estrellas, nudibranquias, erizos”, dice Lagger.
Las imágenes le dan la razón: es difícil de imaginar que debajo de esa mancha marrón que se ve en la superficie, coexisten tantas especies y hay tantas otras aún por descubrir. Por eso, la misión de este equipo de profesionales no termina aquí.
“Logramos cumplir nuestro primer objetivo, que es comenzar a conocer el bosque de kelp de Monte León. Pero vamos a seguir luchando para que Argentina deje de darle la espalda al mar”, dice Novillo. “Tenemos ambientes únicos que necesitan ser protegidos, todos podemos ser partes del cambio. Seguiremos trabajando en equipo para crear el área marina protegida Parque Nacional Monte León”.