Se pasaba el día comiendo su plato favorito y rara vez se ejercitaba. Tuvo algunas relaciones breves y fallidas, pero se mantuvo soltera y nunca estuvo embarazada.
Desafiando la sabiduría convencional del estilo de vida saludable, de alguna manera, descubrió el secreto de la longevidad.
Y cuando murió de insuficiencia renal el 2 de mayo en el sur de China, algunos medios de comunicación nombraron a Ming Ming la panda gigante más vieja del mundo, lo que generó decenas de titulares mundiales.
Los pandas salvajes viven una media de 15 años mientras que los de cautiverio pueden vivir mucho más tiempo gracias a una mejor nutrición y atención médica, según la World Wildlife Fund (WWF), organización de conservación de la naturaleza cuyo logotipo famoso es el de un panda gigante.
Al menos otros dos pandas han vivido más que Ming Ming, según los medios estatales. Tao Tao murió en 2008 a la edad de 36 años y Chang Chang falleció en 2002 a la edad de 35 años.
“La longevidad de los pandas no tiene demasiado que ver con nuestro esfuerzo de conservación”, dijo el profesor Fan Zhiyong, jefe del programa de especies de la WWF en la oficina de Beijing.
“Los pandas en cautiverio no tienen que preocuparse por las fuentes de alimentos, de enfermedades infecciosas y de rivalidad de otras especies, que siguen siendo retos para su supervivencia en la naturaleza”.
Tao Tao y Chang Chang pasaron la mayor parte de su vida en un zoológico en el este de China, mientras que la vida de Ming Ming abarcó la mitad del globo. Su esperanza de vida superó las expectativas de la mayoría.
Fue rescatada en 1979 en las montañas de la provincia de Sichuan, un santuario raro para una de las especies más amenazadas del mundo.
Unos 300 pandas viven en cautiverio en China, sobre todo en programas de reproducción destinados a impulsar la baja población causada por la desaparición de los hábitats naturales y la baja tasa de fecundidad. Menos de una docena de parques zoológicos fuera de China tienen pandas.
“Ming Ming siempre fue débil desde que fue rescatada”, dijo Huang Zhi, uno de sus cuidadores en el Centro de Investigación y Conservación de China para el panda gigante en Wolong, también en Sichuan, donde se crió. “Era muy tímida y no muy cercana a la gente”, añadió.
A pesar de su personalidad, Ming Ming fue la “embajadora panda” cuando el gobierno chino la envió al Zoológico de Londres en 1991, para que se apareara con un panda macho de Berlín; sin embargo, Ming Ming no pudo con su deber más importante y regresó a su casa tres años después.
La última vez que se mudó fue en 1998 a un parque safari en la provincia sureña de Guangdong, donde la vejez le causó eventualmente múltiples problemas de salud.
Huang, encargado desde hace mucho tiempo de Ming Ming, la visitó por última vez en abril. “Su vista se estaba deteriorando, se movía muy lentamente y comía muy poco”, recordó. “Yo sentía que estaba muy vieja”.