CNNE Tsarnaev Boston Trial Sketch 03.04.15
Boston: El testimonio de las víctimas
00:36 - Fuente: CNN

Por Ann O’Neill, Mariano CastilloCatherine E. Shoichet, CNN

(CNN) – Bill Richard sabía que su hijo no iba a sobrevivir. Pero este padre de tres le dijo a su esposa que no podía permanecer junto a Martin, de 8 años.

El cuerpo del niño había quedado destrozado por la explosión cerca de la línea de meta del maratón de Boston. Su piel había cambiado de color. Una multitud lo rodeaba, tratando desesperadamente de ayudar, pero él se moría.

Cuando habló desde el estrado en el juicio a Dzhokhar Tsarnaev este jueves, Richard declaró al jurado que tuvo que enfrentarse a una decisión desgarradora.

“Sabía que tenía que actuar rápidamente o podríamos perder no solo a Martin”, dijo. “Podríamos perder a Jane también”.

Momentos después de la explosión, Richard había caído sobre Jane, su hija de 7 años. Sus pantalones y zapatos deportivos estaban destrozados. Sentía sus piernas en llamas. Apenas podía oír. Y el olor del aire era “repugnante”, recordó, como a pólvora, azufre y pelo quemado. Pero pronto se dio cuenta de que la situación era mucho peor para su hija.

“Ella trató de levantarse y se cayó. Fue ahí cuando vi su pierna”, dijo. “No la tenía. La había perdido en la explosión”.

Así que Richard dejó a un hijo a punto de morir junto a la línea de meta del maratón y cubrió los ojos de su otro hijo para que no viera la matanza mientras corrían al hospital, con la esperanza de que los médicos pudieran salvar la vida de su hija.

“Esa fue la última vez que vi a mi hijo con vida…”, dijo Richard el jueves.

La defensa trata de frenar los testimonios

La descripción de Richard de las terribles secuelas de la explosión culminó un día de dramáticos testimonios, en los que los sobrevivientes compartieron sus historias en el segundo día del juicio.

Los abogados de Tsarnaev admiten que él cometió los ataques de 2013, donde tres personas perdieron la vida y más de 260 resultaron heridas en el maratón. Una cuarta persona, un agente de policía del MIT, fue víctima de una emboscada y fue abatido en su patrulla tres días después del atentado, cuando Tsarnaev y su hermano Tamerlan supuestamente huían de la policía.

Tamerlan Tsarnaev, de 26 años, murió después de un tiroteo con la policía. Y ahora, su hermano menor enfrenta 30 cargos federales relacionados con el atentado. Sus abogados dicen que fue influido por su hermano para participar en los ataques.

El jueves argumentaron que no es el momento ideal para que el jurado escuche las desgarradoras historias de los sobrevivientes, y afirman que los testimonios deberían ser parte de una fase posterior del juicio, cuando el jurado decida la pena que Tsarnaev debe enfrentar. Pero el juez se puso del lado de los fiscales, quienes sostienen que el testimonio es necesario para apoyar su acusación.

Los miembros del jurado revivieron el jueves los momentos posteriores a los ataques a través de los ojos de algunas de las personas más afectadas por las explosiones.

Los abogados defensores no les hicieron ninguna pregunta.

‘Podía ver mi hueso’

Jeff Bauman desconfió en cuanto se percató de la presencia de una mochila negra en el suelo cerca de la línea de meta.

“Pensé que era extraño”, dijo el jueves. “Si estás en el aeropuerto y ves equipaje abandonado, informas a las autoridades”.

Pero aquí estábamos en Boston, pensó, donde no pasan cosas así. De todas formas, le dijo a un amigo que debían moverse.

La explosión se produjo dos segundos después.

“Vi un destello, escuché como tres estallidos y caí al suelo”, dijo Bauman desde el estrado. “Al principio abrí los ojos y vi el cielo. Lo primero que pensé fue que era una gran pirotecnia”.

A Bauman le zumbaban los oídos, y todo parecía amortiguado, pero podía escuchar los gritos.

La primera bomba había explotado.

“Miré hacia abajo, vi mis piernas y era pura carnicería”, declaró al jurado. “Podía ver mi hueso”.

Bauman testificó sobre el momento en el que se dio cuenta de sus heridas: quemaduras, heridas en su espalda y sus piernas.

“Supe que ya no tenía piernas. Lo supe al instante”, afirmó.

“Esto es un desastre, esto es un desastre, esto es un desastre”, se repetía insistentemente

Entonces ocurrió la segunda explosión.

“Nos están atacando”, pensó. Todo lo que quería hacer era llamar a su mamá.

Cuando la agente de policía de Boston Lauren Woods vio a la gente corriendo y gritando, corrió contra la corriente hacia Boylston Street, la última parte del recorrido del maratón.

Una de las primeras víctimas que Woods encontró fue Lu Lingzi, una estudiante de postgrado de la Universidad de Boston.

Lu vomitaba abundantemente, recordó Woods. Otros ya le estaban practicando resucitación cardíaco-pulmonar, y la agente trató de despejar las vías respiratorias de Lu.

“Olía a restos de humo”, comentó Woods. “Olía a fuegos artificiales, cañones”.

Llegaron los paramédicos, y finalmente le dijeron a Woods que la joven no iba a sobrevivir y que tenían que atender a otras personas.

Lu fue una de las tres personas que murieron en la escena.

Una ‘película de terror’

Olía a pólvora, declaró Alan Hern al jurado, y “sentía como si estuviéramos bajo de agua”.

La esposa de Hern —que estaba embarazada— participaba en la carrera. La encontró ilesa, pero histérica por las explosiones y el caos que vino como consecuencia. Había rastros de pólvora en su chaqueta.

Hern, un entrenador de fútbol de una escuela secundaria, fue a buscar a su hijo de 11 años, Aaron.

Una figura cubierta de hollín, con el cabello erizado captó la mirada de Hern, y supo que era Aaron, testificó. El muslo izquierdo de su hijo tenía agujeros, había carne destrozada y sangre, recordó Hern.

“Fue como de película de guerra”, dijo. “Sus cejas estaban chamuscadas y tenía el pelo completamente erizado”.

Otra de los testigos del jueves, Roseann Sdoia, también lo describió como una película.

Antes de caerse al suelo por la explosión se dio cuenta de que había perdido una pierna.

“Cuando miré hacia abajo, tenía la pierna debajo, pero la sangre salía a borbotones”, le dijo al jurado.

Frente a ella yacía un pie con calcetines puestos.

“¿Me puse medias hoy?”, se preguntó, recordando que no se las había puesto ese día. Era un pie de otro.

“Casi parecía como si yo fuera la protagonista de una película de terror”, manifestó, “al igual que todos a mi alrededor”.

Los médicos tuvieron que amputarle la pierna de la rodilla para abajo.

Heridas devastadoras

Mientras se trasladaba de la línea de meta del maratón al hospital, Bill Richard pasaba de una escena aterradora a otra.

“Sabes que no vas a estar bien cuando ves la mirada de terror en las caras de los doctores”, declaró en la corte el jueves. “Jane estaba gravemente herida”.

Los doctores le amputaron la pierna izquierda de la rodilla para abajo y extrajeron más de 20 fragmentos de metralla de su cuerpo, dijo.

Richard pronto se enteró, como temía, de que Martin no sobrevivió al atentado.

Su esposa, Denise, también fue hospitalizada. Ella perdió la vista en un ojo.

El padre dijo que sus heridas eran mucho menos severas que las habían sufrido muchas otras víctimas. Escucha el zumbido en sus oídos constantemente y ha perdido parte de su audición.

Pero aún podía escuchar las preguntas del abogado que le hacía las preguntas en el juicio del jueves. Todavía puede escuchar música.

Y lo más importante.

“Aún puedo escuchar”, dijo, “las hermosas voces de mi familia”.

Ann O’Neill de CNN informó desde Boston. Mariano Castillo y Catherine E. Shoichet escribieron el artículo en Atlanta.