(CNN) – Era la historia más grande de sus carreras y los periodistas investigadores Frederik Obermaier y Bastian Obermayer sabían a qué fuerzas se enfrentaban.
“La norma más importante para todos era realmente ser cuidadoso en relación a con quién hablabas”, le dijo Bastian a Fred Pleitgen, de CNN, el lunes.
El año pasado, habían recibido una pista de una fuente anónima —hasta la fecha, aún no saben el nombre de él o ella— que les preguntaba si estaban “interesados en la información”.
Lo que recibirían sería la más grande filtración de información en la historia —terabits—, de una magnitud mayor que WikiLeaks, la filtración de Snowden o cualquier otra cosa.
Lo que fue evidente de inmediato es que lo que pronto se convertiría en los “papeles de Panamá” tenía el potencial de avergonzar —o peor, implicar— a los líderes del mundo y a individuos sancionados a nivel internacional al conectarlos con cuentas de bancos en el exterior que supuestamente protegerían sus riquezas de los impuestos y de autoridades que investigan irregularidades.
Así que allí es donde entra a jugar el esmalte de uñas.
“Esa fue la parte donde mi novia se rió de mí, cuando compré ese esmalte de uñas”, dijo Frederik.
Tenía un propósito muy serio.
Ellos ya habían montado una sala especial para las oficinas de su periódico, el diario alemán Süddeutsche Zeitung. Solo algunas personas tenían acceso y las computadoras dentro nunca habían sido conectadas a internet.
Ellos querían estar absolutamente seguros de que el tesoro de datos que tenían de base estaría a salvo de miradas indiscretas o de manos curiosas, deseando que todo desapareciera.
“Era muy importante mantenerlo en secreto”.
Así que fueron un paso más allá y utilizaron el esmalte de uñas brillante (color desconocido) para pintar los tornillos de las carcasas de computadora… si alguien las manipulaba esperaban que el esmalte de uñas se agrietara y sabrían que algo estaba pasando.
“Ya sabes, en Alemania, no es tan peligroso”, dijo Bastian. “Pero aun así, hemos tenido esos pensamientos de vez en cuando, sí. Sí, nos sucedió”.
“Estábamos más preocupados por la seguridad de nuestros colegas en Rusia y en África y en Medio Oriente”.
“Oh, él es el primo de Bachar al Asad”
Es importante recordar, dijo Frederik, que los documentos no “solo tienen que ver sobre cómo evitar o evadir impuestos”.
“Por ejemplo, hay un caso, cuando vemos que hablan sobre el primo de Bashar al Asad, quien fue sancionado en el 2008 por Estados Unidos, y se dan cuenta de que está usando algunas de las empresas que ellos establecieron, pero lo mantuvieron como cliente”.
Ese hombre es Rami Makhlouf, un hombre poderoso en la política de Siria y en los negocios.
En el 2008, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo sancionó, al decir que “ha usado la intimidación y sus estrechos vínculos con el régimen de Asad para obtener ventajas comerciales inapropiadas a costa de los sirios ordinarios”.
Después de tres años completos, solo semanas antes del levantamiento y represión que conduciría a la guerra civil de Siria, un correo electrónico que aparece en los datos, de un empleado de Mossack Fonseca, dejó en claro que el bufete de abogados estaba complacido por seguir haciendo negocios con el hombre. (El término “papeles de Panamá” surgió como una referencia al país donde tiene su sede Mossack Fonseca).
“Por lo que puedo ver, hay acusaciones (rumores), pero ningún hecho o investigación pendiente o acusación contra estas personas”, escribió el empleado de la empresa.
No sería sino hasta ese otoño, según The Guardian, que la firma rompió los lazos con Makhlouf.
“Vimos documentos en los que se referían a él como ‘Oh, él es el primo de Bachar al Asad’”, dijo Frederick.
“Hay documentos en los que se ha afirmado o asegurado que él era uno de los financieros del régimen sirio. Pero al parecer no les importó al principio”.
En una entrevista grabada publicada poco después de que la filtración se hiciera pública, el cofundador de la firma de abogados, Ramón Fonseca, dijo: “No participamos en las actividades de la empresa, ni tenemos responsabilidad alguna por lo que hace la empresa”.
“Recuerden que la diligencia debida” —la cual investiga si alguno de los clientes o socios comerciales eran cuestionables, como Rami Makhlouf— “es algo reciente”, dijo Fonseca en español. “Hace 10 años, no existía la diligencia debida. El término ni siquiera se conocía”.
CNN contactó a Makhlouf a través de su compañía, Syriatel, pero aún no ha recibido respuesta.
Fonseca le dijo al Financial Times que no espera que la filtración conduzca a “un caso jurídico único”, pero Frederick dijo que el cofundador de la empresa podría no querer hablar de manera definitiva.
Ser asociado a una cuenta en el extranjero —los periodistas dicen que según los documentos de Panamá, Makhlouf estaba asociado— por sí solo no es ilegal. Los periodistas no especulan para que se usó el dinero en las cuentas de Makhlouf.
Pero contravenir las sanciones estadounidenses, o sanciones en otros lugares, al lidiar con una persona llamada “designada” o entidad podría tener consecuencias graves.
“A pesar de que la compañía tiene su sede en Panamá, tienen oficinas en Estados Unidos, así que existe la posibilidad de que las autoridades de Estados Unidos vayan detrás de Mossack Fonseca”.
“Un momento surrealista”
Los periodistas se dieron cuenta desde el principio que la filtración “se convertiría en una gran historia”, pero fue justo antes de su publicación cuando se dieron cuenta de la magnitud de la misma.
“Fue en un momento en el que probamos internamente la página web de Süddeutsche Zeitung”, dijo Frederick.
“Nuestros técnicos nos dijeron que tenían que probarla algunos minutos antes de la fecha de publicación oficial”.
“Y luego, vimos que Edward Snowden tuiteó sobre esta publicación… ese fue un momento surrealista”.
“La mayor filtración de la historia del periodismo de datos acaba de ponerse en marcha, y se trata de corrupción”, tuiteó Snowden.
“Y para nosotros eso fue como, ¡vaya!, ¿acaso en realidad fue Edward Snowden el que tuiteó sobre el proyecto en el que trabajamos el año pasado?”
“Hemos creado nuestra página web de Süddeutsche en inglés y en las primeras 24 horas había más lectores de habla inglesa que lectores alemanes, y esa fue la primera vez en la historia de este periódico”.