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La comida es una de las principales preocupaciones para millones de pobres en Brasil antes de la segunda vuelta presidencial

Por Vasco Cotovio, Paula Newton, David von Blohn, Marcia Reverdosa

(CNN) -- En una estructura de madera endeble en una pequeña favela, a las afueras de Sao Paulo, Brasil, una cocina, una cama y un televisor ocupan la misma habitación.

Esta es la pequeña casa de Sandra Silva, una madre soltera, de 46 años. Es todo lo que puede pagar y ha tenido poco tiempo para arreglarlo porque cuidar de sus cuatro hijos y un nieto que también vive con ella se ha convertido en un trabajo de tiempo completo.

“No ha sido fácil”, le dijo Silva a CNN. Ella ha tenido problemas para encontrar trabajo y vive de los beneficios del Gobierno, racionando lo que come la familia para poder pagar la fórmula para bebés. La mayor parte del tiempo les da a los niños arroz y frijoles, pero le preocupa que necesiten alimentos más nutritivos, dice.

La comida es una de las principales preocupaciones para millones de brasileños pobres que se dirigen a las urnas para elegir a su próximo presidente, en una segunda vuelta electoral, en los comicios de este domingo. La inseguridad alimentaria de Silva es en parte la razón por la que votará por el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, dice.

“Durante la pandemia hubo tantas muertes y luego nada mejoró; las cosas se están poniendo cada vez más caras”, dice. “Tengo la intención de votar por Lula porque [el actual presidente, Jair] Bolsonaro ha estado allí durante cuatro años. Y en cuatro años no ha podido hacer mucho”.

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Elecciones Brasil voto millones de pobres

Cientos de personas hacen fila para comer en un comedor social en el centro de Sao Paulo. (Crédito: Vasco Cotovio/CNN)

Aunque el desempleo ha disminuido en este país latinoamericano, su economía ha tenido problemas para recuperarse desde los peores días de la pandemia. Ahora la guerra de Rusia en Ucrania está elevando el costo de vida, dejando a muchos en condiciones precarias. Un estudio reciente realizado por una red de ONG, incluida Oxfam, encontró que más de 33 millones de brasileños pasan hambre.

Silva fue una de los primeras en instalarse en la favela conocida como comunidad Nova Vitoria Esperança, hace seis años. En ese entonces, solo había un puñado de casas en un área mayormente boscosa, pero la pandemia vio crecer la cantidad de personas que llegaron allí. Más de 100 familias, muchas alejadas de otras partes de la ciudad debido al aumento de los costos, se han asentado aquí en los últimos dos años. Los trabajadores sociales le dijeron a CNN que la mayoría de ellos necesitan apoyo.

En todo el barrio, carteles cubren las paredes en apoyo al aspirante presidencial de izquierda Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores. Se muestra poco amor por su rival, el derechista Bolsonaro, que ha luchado por llegar a esta zona y a su electorado.

Opinión | Las dos incógnitas antes de las elecciones en Brasil 5:53

Lula lidera las encuestas, pero no la tiene fácil

Aunque las encuestas a nivel nacional sugieren solo una diferencia de cinco puntos entre los dos candidatos: 49 % para Lula, 45 % para Bolsonaro, según una encuesta del 20 de octubre del instituto brasileño Datafolha, esa brecha se amplía a 57 % para Lula y 37 % para Bolsonaro cuando solo se tienen en cuenta los más pobres, según el instituto.

Lula, quien ya se desempeñó como presidente de Brasil entre 2003 y 2011, es ampliamente recordado por haber sacado a millones de brasileños de la pobreza extrema a través del programa de asistencia social Bolsa Familia.

Pero Bolsonaro ha tratado de cambiar el rumbo, gastando miles de millones en subsidios antes de las elecciones en un intento por atraer a los votantes más pobres. El programa de asistencia social de su Gobierno, denominado Auxilio Brasil, distribuye un beneficio mensual de R$ 600 (aproximadamente US$ 110) para los hogares de bajos ingresos que prometió continuar, aunque sin explicar claramente cómo se pagará.

A principios de este mes, después de que una primera ronda de votación no resultara concluyente, el Gobierno de Bolsonaro también anunció un cronograma acelerado de desembolsos de ayuda a los necesitados, así como un programa de vales de gasolina.

En el centro de Sao Paulo, el líder comunitario Robson Mendonça nos dice que cree, en parte, que los esfuerzos de Bolsonaro para atraer a los pobres han tenido éxito.

Robson Mendonça dirige un comedor de beneficencia en el centro de Sao Paulo y dice que la situación está empeorando, con más personas uniéndose a sus filas cada día. (Vasco Cotovio/CNN)

Mendonça dirige una ONG que ayuda a las personas que duermen en la calle a recuperarse. Entre otras cosas, operan un comedor social en el corazón de Sao Paulo, que sirve alrededor de 1.400 comidas al día.

Dice que muchas de las personas a las que ayuda a diario han sido influidas por la política del Gobierno y le dijeron que tienen la intención de votar por el actual presidente.

Pero el propio Mendonça teme que Bolsonaro no esté en contacto con la realidad, citando declaraciones públicas que minimizan el hambre en el país.

“Bolsonaro fue capaz hasta de mentirle a la emisora nacional, diciendo que en Brasil no hay hambre”, explica. “Pero hay millones que piden un plato de comida, porque no pueden alimentarse”.

Otra residente de Nova Vitoria Esperança, Ivanilda Aninha, conoce muy bien esa lucha.

“No todos los días puedes comprar pan. Algunos días lo tienes, otros no”, explica Aninha, de 36 años. “No siempre tengo fórmula [para bebés]. Algunos días no puedo comprar carne, así que tenemos que comer frijoles o arroz”.

Abre su refrigerador, revelando un poco de agua embotellada y algunas cosas más.

“Nos arreglamos. Y seguimos”, añade.

El centro de la rica Sao Paulo es apenas visible desde la Comunidad Nova Vitoria Esperança, en el extremo este de la ciudad. (Vasco Cotovio/CNN)

Su casa está a tres horas y tres autobuses del centro rico, a un mundo de distancia del ajetreo y los rascacielos vírgenes de la capital comercial de Brasil. El centro de la ciudad es donde el esposo de Aninha trabaja como albañil durante 14 horas todos los días. A pesar de sus esfuerzos, todavía luchan por alimentarse a sí mismos ya sus cuatro hijos.

Aninha, como su vecina Silva, espera que si Lula da Silva gana las próximas elecciones, su situación mejore.

“Si gana Lula, quiero que baje los precios de los alimentos, y que mejore las escuelas, el transporte de nuestros niños. Creo que hará lo correcto por nosotros”, dice ella. “Desde que voté por él, siempre ha cumplido, creo que va a hacer cosas buenas”.

Pero su sonrisa hace poco para ocultar el miedo y la incertidumbre que enfrenta.

“A pesar de todo, estoy agradecida con Dios por lo que tengo”, dice antes de cambiar su expresión. “Solo espero en Dios que gane Lula y mejore las cosas”.