CNNEarrow-downclosecomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery
Animales

Un campo de golf de Arizona está bajo ataque de un escuadrón de pecaríes

Por Jack Bantock

(CNN) -- Gruñidos, rechinar de dientes, ruido de pezuñas... Cuando cae la noche en uno de los campos de golf más pintorescos de Estados Unidos, unos ruidos siniestros resuenan en las paredes rojizas del cañón.

Y cuando por la mañana el sol de Arizona ilumina Seven Canyons, la destrucción queda al descubierto. Extensos montículos de césped devastado manchan el campo de 7.000 yardas como heridas abiertas, tierra y hierba esparcidas en todas direcciones por unos greens que de otro modo estarían impecables.

¿Los responsables? Pecaríes, criaturas parecidas a cerdos con dientes caninos rastreros cuya capacidad para el caos en la ciudad de Sedona las ha convertido en una sensación viral.

"Cuando te topas con ellos y los ves, son como el demonio de Tasmania", dijo a CNN el director general de Seven Canyons, Dave Bisbee.

"Hay césped volando por todas partes, hay gruñidos, hay peleas. Para ser criaturas más bien pequeñas, hacen mucho daño".

publicidad

"Pueden romper el césped con esos dientes... Es realmente inquietante cuando lo ves".

Escuadrón de chillidos

Son parecidos a los cerdos, pero no lo son. Estos animales, también conocidos como javelinas, pecaríes de collar o cerdos almizcleros, son miembros de la familia de los pecaríes, una especie de mamíferos originaria de Sudamérica antes de aventurarse hacia el norte, hasta Arizona y otros estados del suroeste de EE.UU.

Con un collar blanco que rodea su pelaje gris-negro, el pecarí suele medir entre 0,9 y 1,2 metros de largo, medir 48 centímetros de alto, pesar entre 18 y 27 kilos, y vivir en promedio siete años y medio, según el Departamento de Caza y Pesca del Estado de Arizona.

Habituales de las zonas desérticas, pero adaptables a diversos hábitats, se alimentan principalmente de cactus, bulbos y otras plantas, pero también comen basura, insectos y, para desgracia del personal de Seven Canyons, gusanos.

Un pecarí en el campo de golf Seven Canyons. (Crédito: Emily Casey/emcaseyturf)

Situado en la base de los acantilados Vermilion y rodeado por el Bosque Nacional de Coconino, el campo privado, con sus greens ricos en nutrientes y sus abundantes obstáculos de agua, ofrece un irresistible bufé de "todo lo que puedas comer y beber" para una especie que quiere engordar para el invierno.

Las lombrices de tierra que se retuercen en los primeros centímetros de hierba son un manjar especial para el pecarí, que no es estrictamente nocturna pero es más activa al anochecer. En consecuencia, manadas de 25 a 35 ejemplares -también conocidas como escuadrones- arrasan extensiones de césped en busca de un tentempié a medianoche.

Es una pesadilla para los jardineros, agravada por un verano muy caluroso y seco en el estado del Gran Cañón. Aunque Bisbee ha tenido que vérselas con los pecaríes seis o siete veces en sus dos décadas en el club, "ni una gota de lluvia" entre el 20 de mayo y el 20 de agosto ha hecho que la actividad de los pecaríes aumente desde entonces.

Seven Canyons está rodeado por los acantilados Vermilion. (Crédito: Emily Casey/emcaseyturf)

Ventajas y desventajas

Las labores de recuperación son similares a las de arreglar un gran hoyo en un campo de golf: se da la vuelta al césped, se aplica un poco de abono y se termina sembrando hierba nueva en el césped existente.

Clasificada como especie de caza mayor, la ley estatal prohíbe herir o matar a los pecaríes, "aunque causen problemas", y el Departamento de Caza y Pesca de Arizona solo puede proceder a su eliminación como último recurso. La mayoría estos animales no sobreviven a la reubicación forzosa, según el Departamento, a menudo incapaces de encontrar comida, agua o refugio tras la separación de su manada, y propensas a morir a manos de un depredador.

Por ello, se aconseja no alimentar a los animales y mantenerlos alejados mediante vallas y muros para disuadirlos de su presencia.

Más allá del vallado, hasta ahora el personal se ha agrupado para tapar los huecos a medida que aparecen, pero podrían ser unas semanas muy complicadas. Diciembre marca el inicio de la temporada de inactividad, lo que significa que el campo permanecerá en las condiciones en que se encuentre hasta la primavera.

El descenso de las temperaturas hace que los gusanos se adentren más en el suelo y queden fuera del alcance del agudo olfato de los pecaríes, por lo que existe la esperanza de que Seven Canyons haya resistido lo peor del embate; sin embargo, las cicatrices financieras perdurarán.

Bisbee calcula que el club habrá gastado entre US$ 150.000 y US$ 300.000 en mano de obra para cuando los pecaríes se retiren, además de entre US$ 50.000 y US$ 75.000 en semillas adicionales, mantas para el crecimiento del césped y otros equipos de restauración.

Los pecaríes han demostrado ser invitados caros en Seven Canyons. (Crédito: Emily Casey/emcaseyturf)

Sin embargo, el caos ha tenido cierto consuelo: la fama viral.

Bisbee estaba encerrado en una reunión del consejo de administración el 22 de octubre cuando su teléfono empezó a vibrar incesantemente en el bolsillo. Se temió lo peor al ver el mensaje de la superintendente adjunta del campo, Emily Casey, en lo alto de las notificaciones de llamadas perdidas: "Dios mío. Lo siento mucho".

Horas antes, Casey publicó un video en X (antes conocido como Twitter) de la última dosis de destrucción de los pecaríes. Era un clip de apenas 30 segundos, y no era la primera vez que lo publicaba, pero se propagó como un incendio.

Cuando el incrédulo Bisbee respondió, el video tenía 1,4 millones de visitas. Tres semanas después, tiene 32,9 millones y sigue subiendo.

Con la mente en blanco tras una multitud de solicitudes de entrevista, desde National Geographic hasta el Wall Street Journal, Bisbee se pregunta por qué -en un campo que alberga osos, coyotes y otras especies- son las pequeñas criaturas parecidas a cerdos las que han hecho que los ojos de internet se dirijan a Seven Canyons.

"Si pudiéramos averiguarlo, lo haríamos todas las semanas", dijo Bisbee riendo.

"En todo caso, esto al menos nos ha puesto delante de millones de personas que no sabían dónde estaba Seven Canyons.

"¡Y están un poco más informados de lo que son los pecaríes!".