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Ecuador

Pandillas, pistoleros y carteles desbocados: mientras el terror se apodera de las calles de Ecuador, hasta las fuerzas armadas viven atemorizadas

Por David Culver, Abel Alvarado

(CNN) -- Camille Gamarra y Diego Gallardo se sentaron en su sala de estar y observaron cómo un grupo de hombres armados irrumpieron en un estudio de noticias de la televisión local, tomando como rehenes a presentadores y personal durante la transmisión en vivo.

Las personas que vieron lo ocurrido quedaron atónitas, y rápidamente se corrió la voz en las redes sociales y a través de mensajes de WhatsApp de ataques simultáneos que se estaban llevando a cabo en la ciudad más grande y posiblemente más violenta de Ecuador, Guayaquil.

De repente, los residentes, incluidos Camille y Diego, estaban buscando un lugar seguro para ellos y sus seres queridos.

El hijo de 10 años de la pareja estaba en la escuela al otro lado de la ciudad y Camille corrió por las llaves de su auto para recogerlo. Pero Diego la detuvo.

"Me dijo: 'Si algo te sucede, nuestros hijos y yo no sabríamos cómo afrontarlo. Ellos te necesitan. Quédate aquí. Yo voy'", relata Camille, con la mirada perdida mientras las lágrimas corren por su rostro.

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Le envió un mensaje a Diego mientras él se dirigía a la escuela, cuando recibía alertas de más violencia en toda la ciudad: las pandillas atacaban hospitales, universidades y centros comerciales.

El último mensaje de Diego a Camille decía que estaba a solo dos minutos de la escuela. Pero varios minutos después, su hijo llamó a Camille, asustado y preguntando si alguien iría a buscarlo.

Camille intentó repetidamente llamar al celular de Diego para averiguar dónde estaba y finalmente le respondió un coronel de la Policía. A Diego lo había alcanzado una bala durante una aparente ráfaga al azar. En ese momento, las barricadas policiales ya estaban levantadas y Guayaquil estaba cerrado.

"No pude rescatar a ninguno de los dos", dice Camille, rompiendo a llorar. "Me sentí impotente. No pude hacer nada".

Días antes, uno de los líderes de pandillas más notorios del país —José Adolfo Macías, alias  Fito– se había escapado de su celda en Guayaquil, lo que llevó al Gobierno de Ecuador a declarar el estado de emergencia. Esa declaración hizo que los grupos criminales desataran su furia en la ciudad el 9 de enero, marcando un punto de inflexión en la lucha de Ecuador contra las pandillas.

Policías y militares escoltan a José Adolfo Macías en la prisión de Guayaquil, Ecuador, el 12 de agosto de 2023, en una captura de pantalla de un video facilitado por la Policía ecuatoriana. (Policía de Ecuador/Handout via Reuters)

Horas después de que estallara el terror en Guayaquil, el presidente Daniel Noboa tomó una medida sin precedentes. Noboa, que había asumido apenas dos meses antes, declaró un "conflicto armado interno" en el país y ordenó a las Fuerzas Armadas de Ecuador "neutralizar" a los miembros de más de 20 pandillas, a las que calificó de grupos terroristas.

Desde entonces, la Policía nacional y las Fuerzas Armadas de Ecuador han estado llevando a cabo redadas en hogares de personas sospechosas de tener vínculos con grupos terroristas. Trabajan para mantener un perfil bajo, visten ropa de civil y se niegan a revelar la ubicación de los objetivos hasta que hayan ejecutado la operación. Advierten que las fugas podrían costar vidas.

En ese contexto, el miedo ha permeado las filas de las fuerzas de seguridad. Incluso con el calor y la humedad de 32 grados Celsius de Guayaquil, bajo varias capas de equipo táctico, insisten en ponerse un pasamontañas antes de ser filmados. Algunos pidieron a CNN que difuminara sus rostros.

"Han sido días y noches largos", dijo un oficial. "Pero lo hacemos por nuestros conciudadanos y por nuestras propias familias", añadió.

Se acabó la "Isla de la Paz"

Ecuador, alguna vez conocido como la Isla de la Paz de la región, está ubicado entre dos de los mayores productores de cocaína del mundo —Perú y Colombia— y sus puertos profundos lo han convertido en un punto de tránsito clave para la cocaína que llega a los consumidores en  Estados Unidos y Europa. Su economía dolarizada también lo ha convertido en un lugar estratégico para los traficantes que buscan lavar dinero.

Los expertos advierten que los grupos terroristas de Ecuador están alineados con una red criminal más amplia, que incluye al notorio Cartel de Sinaloa, de México, lo que complica los intentos de Noboa de "neutralizar" a los grupos criminales que operan dentro de sus fronteras. Pero el almirante Jaime Vela Erazo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, ha prometido no "dar marcha atrás ni negociar" con grupos armados, y agregó que "el futuro" del país "está en juego".

Militares custodian el perímetro exterior del complejo penitenciario de Guayaquil, el más grande del país y el lugar donde estuvo retenido Fito antes de su supuesta fuga. (Sean Walker/CNN)

Con un toque de queda vigente en todo el país, durante el día policías y militares establecieron puestos de control itinerantes en las calles de Guayaquil. Detienen a los conductores y los cachean en busca de armas, registran meticulosamente cada parte de los automóviles e incluso revisan sus teléfonos celulares. Los soldados también detienen los autobuses de cercanías y preguntan a los pasajeros a bordo si tienen alguna información que pueda ayudar a las autoridades.

Más de 3.000 personas han sido arrestadas desde el 9 de enero, según la presidencia ecuatoriana. Si bien esas cifras pueden parecer alentadoras, menos de 200 de ellos fueron detenidos por lo que el Gobierno llama "terrorismo", según cifras gubernamentales.

La batalla está lejos de terminar. El Gobierno de Ecuador estima que al menos 30.000 personas en el país están vinculadas a las pandillas, según Noboa.

Pero altos funcionarios militares le dijeron a CNN que les preocupa lo que sucederá después. Dicen que no tienen el equipo táctico, la munición y la inteligencia necesarios para sostener esta lucha a largo plazo.

Un soldado, que pidió no ser identificado, dijo a CNN que incluso carecen de cascos protectores y que utilizan armas de fuego obsoletas con un límite de aproximadamente una docena de balas por día.

En el frente, si bien hay determinación, también hay vacilación. Entre los policías y militares encargados de realizar redadas y ataques preventivos, algunos temen lo que les sucederá a ellos o a sus familias si los terroristas los vinculan con la represión gubernamental.

"Sé que ahora somos objetivos", dice un soldado. "Pero eso no me impedirá luchar", añade.

Él y otros no vuelven a casa desde hace más de una semana, trabajando en turnos rotativos y patrullando. Saca su teléfono para mostrar con orgullo una carta enviada por su hija de 10 años y escrita en inglés.

"'Quiero que sepas que todos te extrañan en casa y queremos que regreses sano y salvo... Y te pido que ayudes al país a ser un lugar mejor'", se lee.

"Me siento tranquilo sabiendo que estoy haciendo esto por ella", dice.

El presidente Noboa ha pedido ayuda a Estados Unidos y a países europeos. En declaraciones a Christiane Amanpour, de CNN, Noboa dijo que el país "aceptaría con gusto la cooperación de Estados Unidos. Necesitamos equipos, necesitamos armas, necesitamos inteligencia y creo que este es un problema global. No es solo en Ecuador, este es un problema que va más allá de nuestras fronteras".

Al igual que otros líderes de la región, Noboa ha señalado que los carteles que cometen excesos en su país financian sus actividades vendiendo drogas en los mercados extranjeros.

"Debemos estar juntos en la lucha contra esto porque el consumo de estos productos es un problema regional y global. Está en Estados Unidos, está en Europa y debemos trabajar juntos para salir adelante", dijo la semana pasada a la radio colombiana RCN.

La crisis podría impulsar a más ecuatorianos a emigrar. Los lugareños están cansados de vivir con miedo y de ser extorsionados por dinero a cambio de protección, dice Carlos Jiménez, un planificador urbano que estudió en Estados Unidos y ahora vive en su Ecuador natal. "Estas personas están en medio de tiroteos en sus barrios, ¿qué harías tú? No querrías quedarte allí".

Hombres armados asaltaron un estudio de noticias de la televisión local y tomaron como rehenes a los presentadores y al personal durante la emisión en directo. (CNN)

"Quiero decir que si [Estados Unidos] no nos ayuda, probablemente veremos a más personas intentando cruzar la frontera", advierte Jiménez.

Por ahora, Jiménez planea quedarse, pero no está seguro por cuánto tiempo. "Tengo un negocio, tengo familia aquí", dice. "No me veo a mí mismo a los 40 y tantos mudándome a otro lugar. ¡No quiero mudarme de mi país, amo a mi país, hombre!".

Camille, quien todavía está lidiando con la muerte de su marido mientras planifica su funeral, dice que Diego también estaba orgulloso de ser ecuatoriano. Era músico, su nombre artístico era Aire del Golfo, un homenaje a su querida ciudad natal costera.

De pie, frente al monumento vecinal dedicado a Diego, lee en un papel impreso enmarcado la letra de una de las canciones de Diego: "Estoy escuchando voces que me guían hacia donde voy y no quiero detenerme, porque hoy encontraré el lugar de donde soy. Y allí me quedaré".

Los soldados participan en simulacros antes de emprender operaciones en Guayaquil. (Sean Walker/CNN)

Poco a poco la normalidad regresa a Guayaquil. Días después del decreto de Noboa de "conflicto armado interno", CNN fue testigo de la reapertura de negocios en el bullicioso centro de la ciudad. Los residentes comenzaron a aventurarse a salir a comer y a hacer compras. Algunos restaurantes incluso se atreven a colocar mesas en las aceras para cenar al aire libre.

Pero el terror está lejos de terminar.

El 17 de enero, César Suárez, el fiscal encargado de investigar la toma del estudio TC Televisión, fue asesinado a tiros en su automóvil camino a la corte: un ataque descarado contra los esfuerzos antiterroristas del Gobierno y un recordatorio del control implacable que tienen las pandillas en el país.