El rey Carlos III fue proclamado en el Palacio de St James.
Durante su discurso, rindió homenaje a su madre, la reina Isabel II, y habló de "la gran herencia y de los deberes y pesadas responsabilidades de Soberanía que ahora me han pasado".
Este es su discurso completo:
Señoras y señores.
Es mi más doloroso deber anunciarles el fallecimiento de mi amada madre, la reina.
Sé cuán profundamente ustedes, toda la nación - y creo que podría decir todo el mundo - se solidariza conmigo en la pérdida irreparable que todos hemos sufrido. Es el mayor consuelo para mí saber de la simpatía expresada por tantos a mi hermana y hermanos y que tanto afecto y apoyo abrumador deben extenderse a toda nuestra familia en nuestra pérdida.
A todos nosotros como familia, como a este reino y a la gran familia de naciones de la que forma parte, mi madre dio un ejemplo de amor duradero y de servicio desinteresado.
El reinado de mi madre fue inigualable en su duración, su entrega y su devoción. Incluso cuando estamos afligidos, damos gracias por esta vida tan fiel.
Soy profundamente consciente de esta gran herencia y de los deberes y pesadas responsabilidades de Soberanía que ahora me han pasado. Al asumir estas responsabilidades, me esforzaré por seguir el ejemplo inspirador que se me ha dado al defender el gobierno constitucional y buscar la paz, la armonía y la prosperidad de los pueblos de estas Islas y de los Reinos y Territorios de la Mancomunidad en todo el mundo.
En este propósito, sé que me sostendrán el afecto y la lealtad de los pueblos cuyo Soberano he sido llamado a ser, y que en el desempeño de estos deberes me guiaré por el consejo de sus parlamentos electos. En todo esto, me siento profundamente alentado por el constante apoyo de mi amada esposa.
Aprovecho esta oportunidad para confirmar mi voluntad e intención de continuar con la tradición de entregar los ingresos hereditarios, incluido el Patrimonio de la Corona, a mi Gobierno en beneficio de todos, a cambio de la Subvención Soberana, que respalda mis deberes oficiales como jefe de Estado y jefe de la Nación.
Y al llevar a cabo la pesada tarea que se me ha encomendado, y a la cual ahora dedico lo que me queda de mi vida, pido la guía y la ayuda de Dios Todopoderoso.