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EE.UU.

Cómo empezó la guerra de Iraq en 2003: origen, causas y consecuencias

Por CNN Español

(CNN Español) -- El 20 de marzo de 2003 el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, apareció en las pantallas de televisión para dar un mensaje que unos 20 años después sigue dividiendo a los estadounidenses: 48% creía en 2018 que comenzar guerra de Iraq fue una decisión equivocada, mientras que el 43% la consideraba acertada, según una encuesta del Pew Research Center. 

“Compatriotas estadounidenses, en este momento, las fuerzas estadounidenses y de la coalición se encuentran en las primeras etapas de las operaciones militares para desarmar a Iraq, liberar a su pueblo y defender al mundo de un grave peligro”, dijo Bush ante las cámaras que transmitían su mensaje en las televisiones de todo el país.

La invasión de Iraq, que ocurrió entre el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003, fue llevada a cabo por una coalición de países, encabezados por Estados Unidos, y dio pie a una guerra que continuaría durante casi nueve años, hasta diciembre de 2011, cuando las últimas tropas estadounidenses en ese país cruzaron la frontera hacia Kuwait. Sin embargo, volverían en 2014 para luchar contra ISIS, antes de que en 2021 el presidente Joe Biden anunciara nuevamente su retirada.

Soldados del ejército estadounidense se entrenan para la guerra el 24 de enero de 2003 cerca de la frontera iraquí en el norte de Kuwait. (Crédito: Scott Nelson/Getty Images)

Pero ¿cuál fue el origen de esta guerra y sus consecuencias?

Una larga historia de enemistad

Desde la llegada de Saddam Hussein al poder en 1979, las relaciones entre Iraq y Estados Unidos han sido extremadamente tensas, y esa tensión llegó a uno de sus puntos máximos en 1990 con la Guerra del Golfo Pérsico.

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Las fuerzas de Iraq habían invadido el vecino Kuwait en agosto de 1990, y Estados Unidos —en ese entonces bajo la presidencia de George H. W. Bush— lideró una coalición con amplio apoyo internacional que en enero de 1991 expulsó a las tropas iraquíes del país.

Aunque Hussein retuvo el poder en Iraq, la derrota en la guerra debilitó mucho a su régimen, y una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU posterior al fin del conflicto (la 687) determinó una serie de acciones que Bagdad debía encarar, incluyendo la destrucción de sus arsenales de armas químicas y biológicas.

Cazas F-15 C de las fuerzas aéreas estadounidenses sobrevolando un yacimiento petrolífero kuwaití incendiado por las tropas iraquíes en retirada durante la Guerra del Golfo Pérsico, 1991. (Crédito: MPI/Getty Images)

En los años siguientes, inspectores de las Naciones Unidas supervisaron la eliminación de estas armas de destrucción masiva en Iraq, algunas de las cuales habrían sido usadas contra lo kurdos en 1988, en el contexto de sanciones internacionales contra el país.

Pero en agosto 1998, Iraq anunció que dejaría de cooperar con los inspectores de la ONU, y en diciembre aviones de combate de Estados Unidos y el Reino Unido atacaron instalaciones iraquíes vinculadas a sus programas de armas químicas y biológicas en lo que se conoció como Operación Desert Fox (Zorro del desierto), un antecedente a la invasión de años posteriores.

Ese mismo año el Congreso de Estados Unidos aprobó la controversial Ley de Liberación de Iraq (Iraq Liberation Act), que establecía el objetivo de remover a Hussein del poder en Iraq y promover el surgimiento de un gobierno democrático en el país.

Las armas de destrucción masiva que nunca aparecieron

Un año después de los ataques terroristas del 11S, en septiembre de 2002, Bush expresó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas su preocupación sobre Iraq y su apoyo a organizaciones terroristas —entre ellas al Qaeda, de acuerdo con reportes de inteligencia que resultaron falsos— que amenazaban la seguridad de Estados Unidos y de los países occidentales. Además, apuntó directamente contra el régimen de Hussein al asegurar, siguiendo desarrollos anteriores, que aún tenía armas de destrucción masiva.

Cientos de iraquíes se reúnen en la parte trasera de un camión de la Media Luna Roja mientras se distribuye ayuda humanitaria, en forma de alimentos y agua, el 26 de marzo de 2003 en Safwan, Iraq. (Crédito: Ian Waldie/Getty Images)

Ese mismo día, el presidente de Estados Unidos solicitó la colaboración de la ONU para desarmar a Iraq, en medio llamada "crisis del desarme en Iraq", y advirtió que su país estaba listo para actuar solo, en el marco de la controversial doctrina de guerra preventiva, y derrocar al régimen de Hussein.

Aunque meses después, en febrero de 2003, el inspector en jefe de armas de la ONU, Hans Blix, informó que su equipo no había encontrado armas de destrucción masiva en Iraq, Estados Unidos y el Reino Unido utilizaron ese argumento para justificar la invasión del país de Medio Oriente que comenzó sin luz verde de la ONU y sin el consenso de aliados históricos como Francia y Alemania. El entonces secretario general Kofi Annan dijo que la decisión de Estados Unidos fue ilegal.

En 2015, el ex primer ministro de Reino Unido Tony Blair admitió en una entrevista con CNN que la información de inteligencia que recibieron sobre las armas de destrucción masiva fue falsa.

"Puedo decir que me disculpo por el hecho de que la inteligencia que recibimos fue errónea porque, a pesar de haber utilizado ampliamente armas químicas contra su propio pueblo —en contra de otros—, el programa, en la forma que pensamos que era, no existía en la manera que creíamos", dijo el ex primer ministro.

La hija de Saddam Hussein habla con CNN

El científico iraquí Nassir Hindawi, que trabajó en el programa de armas biológicas de Iraq hasta 1989, dijo a CNN en 2003 que las duras sanciones aplicadas durante la década de 1990 habían frenado el desarrollo de estas armas.

Y un reporte del Gobierno de Estados Unidos de 2004 concluyó finalmente que no había arsenales de armas de destrucción masiva en Iraq al momento de la invasión: los programas de armas químicas, biológicas y nucleares quedaron prácticamente frenados tras la derrota en la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, y Hussein abandonó para 1995 los planes de reanudarlos.

Una guerra que polarizó

La guerra, que siguió por casi nueve años más, y el derrocamiento del Gobierno de Hussein hundieron a Iraq en el caos, dando lugar a años de violencia sectaria y al fortalecimiento de al Qaeda, que después dio origen al grupo extremista ISIS.

Ese caos ha menguado, pero el país sigue siendo un foco de violencia sectaria, y el débil gobierno iraquí convive con las fuerzas kurdas en el norte —los peshmerga— y un sinfín de milicias armadas, algunas apoyadas por Irán.

George H.W. Bush y su hijo George W. Bush, dos presidentes de Estados Unidos cuyas administraciones estuvieron dominadas por la cuestión Iraq.

Decenas de miles de iraquíes, más de 4.000 soldados estadounidenses y 179 militares británicos murieron en el largo conflicto. Además, se calculan unos 190.000 civiles muertos.

El costo económico de la guerra también fue alto. Estados Unidos gastó US$ 815.000 millones en operaciones militares, apoyo a las bases, mantenimiento de armas, entrenamiento de fuerzas iraquíes, reconstrucción, ayuda exterior, costos de operación de la embajada y atención médica de los veteranos, entre otras, según un documento de 2014 del Servicio de Investigación del Congreso.

La controversia que generó la invasión en el mundo entero y particularmente entre los estadounidenses, incluso mucho antes de que los soldados pusieran los pies sobre el terreno, continuaría durante los años de guerra y desde entonces hubo un rechazo público creciente a la decisión de Bush.

Un 48% de la población creía en 2018 que la invasión de Iraq fue una decisión equivocada, mientras que el 43% la consideraba acertada, según una encuesta del Pew Research Center. 

Moni Basu, Jethro Mullen y el equipo de investigación editorial de CNN contribuyeron a este reporte