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Colombia

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"Frutas, semillas y agua" fueron fundamentales para mantener con vida a cuatro niños en la selva amazónica

Por Caitlin Hu, Tara John, Stefano Pozzebon

(CNN) -- Cuando la semana pasada encontraron a cuatro niños indígenas después de 40 días en la selva amazónica de Colombia, sus rescatistas se dieron cuenta de que la mayor, Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años, tenía algo escondido entre los dientes.

"Descubrimos que tenía un par de semillas masticadas lentamente entre las mejillas y la mandíbula", explicó Eliecer Muñoz, uno de los cuatro guardias indígenas que establecieron el primer contacto con los niños.

Muñoz dijo a CNN que las semillas eran de una palmera nativa del Amazonas llamada Oenocarpus Bataua, coloquialmente conocida como "milpesos" en Colombia.

Sus frutos son ricos en grasa y las tribus amazónicas los utilizan para hacer un aceite vegetal, pero las semillas de Leslie aún no estaban maduras cuando la encontraron, dijo Muñoz.

Eliecer Muñoz (al centro), uno de los guardias indígenas que encontraron a los cuatro niños, habla durante una conferencia de prensa en Bogotá, el 15 de junio de 2023. (Crédito: Daniel Munoz/AFP/Getty Images)

"Las guardaba para que el calor de su boca abriera las semillas y pudiera dar de comer la pulpa a sus hermanos pequeños", dice Muñoz. "Así se mantenían con vida".

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Desde que trajeron a los niños a casa, periodistas y expertos en supervivencia han intentado responder a esta pregunta: ¿cómo sobrevivieron cuatro niños – el menor de ellos un bebé – en el corazón de la selva amazónica durante tanto tiempo?

Fue necesario un equipo de más de 130 comandos de fuerzas especiales y algunos de los guías indígenas más expertos del país para encontrarlos.

El tramo de selva en el que fueron encontrados es uno de los más remotos e inhóspitos de Colombia, donde abundan animales salvajes como jaguares, anacondas o bichos venenosos, las lluvias pueden caer durante más de 15 horas al día y la visibilidad se limita a veces a 10 metros debido a la espesa vegetación.

Lesly y sus hermanos estaban peligrosamente demacrados cuando por fin los encontraron. En más de un mes sin adultos, parecen haber sobrevivido a base de frutas silvestres y un kilo de harina de mandioca, un alimento básico tradicional de la dieta amazónica rico en proteínas, que recuperaron de los restos del accidente aéreo que los dejó varados en la selva.

Parte de la supervivencia de los niños se debió al conocimiento de la palmera autóctona, la Oenocarpus Bataua. (Crédito: BrazilPhotos/Alamy Stock Photo)

También encontraron uno de los cientos de kits de supervivencia que la operación de búsqueda y rescate dejó en la selva, que incluía pequeñas raciones de comida, electrolitos y mecheros.

"Tenemos entendido que sólo utilizaron uno de los kits del Ejército, para el resto sólo frutas, semillas y agua", dice Henry Guerrero, un anciano indígena que también formaba parte del equipo que los encontró.

Orgullo indígena

Sólo alguien con un profundo conocimiento de la selva y una notable resistencia personal podría sobrevivir allí durante más de un mes, y mucho menos mantener con vida también a otras tres personas.

Semanas atrás, la mayoría del público colombiano que seguía su historia no podía saber hasta qué punto Lesly y sus hermanos poseían esas habilidades. Pero su tío abuelo, Fidencio Valencia, no desesperaba: "Ya conocen la selva... son niños, pero esperamos que estén vivos y que tengan acceso al agua", declaró a la prensa el 19 de mayo.

Sus palabras se confirmaron.

Los niños aún no hablan públicamente y se recuperan en el hospital militar central de Colombia, en Bogotá. Este jueves, un comunicado del hospital afirmaba que los niños están fuera de peligro inmediato, pero aún se consideran de alto riesgo debido a las enfermedades infecciosas que contrajeron y a la grave desnutrición.

Las huellas de su supervivencia demuestran unos conocimientos botánicos y una previsión impresionantes.

Durante la búsqueda, los rescatadores encontraron frutos desechados como el avichure, una planta silvestre similar a la fruta de la pasión (conocida también como Juan soco) que los niños comieron mientras estaban solos en el bosque. También se encontraron semillas de milpesos junto a sus huellas, y las autoridades colombianas creen que Lesly cogió leche de fórmula del avión desechado para alimentar a Cristin, de 11 meses, durante unos días.

Los restos de la avioneta Cessna 206 que se estrelló en la selva de Caquetá, en Colombia y dejó muerta a la madre de los cuatro niños. (Crédito: Fuerzas Militares de Colombia/Reuters)

Cuando los encontraron, los niños tenían botellas que utilizaban para recoger agua, ya fuera de arroyos o de la lluvia, que fue abundante durante el mes que duró la búsqueda.

El logro se siente como un momento de orgullo para la comunidad indígena de la Amazonia colombiana. "Gracias a estos niños le ganamos a la tecnología", comentó Guerrero en una reciente conferencia de prensa en Bogotá. "Gracias a los niños nos dimos cuenta de que nosotros, los indígenas, somos importantes".

Aunque su supervivencia sigue siendo una maravilla, sin duda se vio facilitada por el conocimiento tradicional de la selva que adoptaron desde una edad extraordinariamente temprana, y aunque Colombia desplegó su Ejército, fueron cuatro guías indígenas locales los primeros en avistar a los pequeños.

Lesly, en particular, es aclamada no sólo por haber sobrevivido ella misma, sino también por haberse asegurado de que sus hermanos pequeños sobrevivieran tras la pérdida de su madre en el accidente aéreo.

Cuando la encontraron, una de las primeras frases que Tien Ranoque Mucutuy, de cuatro años, susurró a los rescatadores fue "mi madre murió", dijo Muñoz a CNN.

"Una de las tareas tradicionales de las mujeres indígenas es cuidar de sus hermanos como si fueran sus propios hijos. Una hermana mayor es básicamente una segunda madre, y creo que así es exactamente como Lesly fue educada", afirma Nelly Kuiru, activista indígena del asentamiento murui de La Chorrera.

Pero Kuiru cree que esa destreza va mucho más allá de los conocimientos botánicos: "El conocimiento ancestral, tradicional, no es sólo que Lesly aprendiera a coger frutos o así, sino que hay algo mucho más profundo, una conexión espiritual con el bosque que nos rodea".

Padre de niños rescatados: Con truenos y relámpagos salimos de la selva 1:18

Cuando el padre de dos de los niños, Manuel Ranoque, supo que el avión que transportaba a su mujer y a sus cuatro hijos se había estrellado de camino a San José del Guaviare, pidió ayuda a los ancianos y sabios tradicionales de su comunidad, como Guerrero y Muñoz, que unieron sus fuerzas a las del Ejército colombiano para localizar a los niños.

Los militares aportaron tecnología GPS, comunicaciones avanzadas por radio y realizaron más de cuatrocientas horas de vuelo sobre la selva.

Los buscadores indígenas murui enseñaron a los soldados a leer las huellas y a moverse por la selva. Los ancianos tradicionales como Guerrero intentaron establecer un vínculo espiritual con los niños utilizando plantas tradicionales como el tabaco, la coca y el yagé, la planta sagrada alucinógena también conocida como ayahuasca.

Al final, fue una mezcla de los dos mundos lo que salvó a los niños: Muñoz y su equipo los encontraron, casi muertos de hambre, en una zona despejada de árboles que habían inspeccionado en días anteriores. A las pocas horas, los sacaron de la selva en un helicóptero militar Blackhawk.

Enseñada por su madre

Magdalena Mucutuy era una mujer de la chagra – un espacio sagrado que actúa a la vez como huerto de recolección y escuela comunitaria de conocimientos tradicionales – que llevaba a menudo a sus hijos a la selva, según su esposo.

Allí probablemente aprendió las técnicas que les permitieron sobrevivir hasta que llegaban los rescatistas.

"Tradicionalmente, la crianza de los niños (indígenas) tiene lugar en el entorno natural, en el bosque, sobre todo cuando son muy pequeños", dice Kuiru. Pero advierte de que la íntima familiaridad con la naturaleza que permitió sobrevivir a Leslie y sus hermanos está amenazada.

"Nuestras tradiciones están siendo contaminadas por la deforestación, por la presencia de actores externos [como los grupos criminales] y, en cierto modo, por la asimilación. No se trata sólo de una colonización física, como por ejemplo la ropa que llevamos ahora, sino de una colonización del conocimiento, y el nuestro se está perdiendo", declaró Kuiru a CNN.

En los últimos años, las poblaciones indígenas han abandonado la selva, empujadas hacia las zonas urbanas por la presencia de grupos criminales en el campo y por la falta de oportunidades laborales y educativas, según un estudio de 2010 del Instituto Amazónico Colombiano de Investigaciones Científicas.

El propio Ranoque afirma que se vio obligado a abandonar su asentamiento nativo en Araracuara, Amazonas, debido a las amenazas de los grupos guerrilleros. Cuenta que su mujer y sus hijos también huían de la invasión de grupos armados cuando su avioneta se estrelló el 1 de mayo y murieron Magdalena, la piloto, y un líder indígena.

A Kuiru le gustaría que el Estado colombiano apoyara y protegiera las formas de vida y los conocimientos indígenas, al ofrecer al mismo tiempo oportunidades para incorporarse a la economía general. En educación, eso podría significar permitir que los niños pasen sólo la mitad del día en las escuelas públicas y luego vayan a las chagras a recibir educación tradicional, dice. O podría significar apoyar el espíritu empresarial local para crear puestos de trabajo en la región y animar a los jóvenes a quedarse en el Amazonas.

En cierto modo, al igual que los cuatro niños se salvaron gracias a una mezcla de tradición y modernidad, solo las dos partes juntas pueden traer un verdadero desarrollo a la región.

"No debemos temer a la modernización, pero debemos volver a nuestras raíces, a lo que nos define y nos diferencia como indígenas de la Amazonia. Si no, acabaremos vacíos, como cáscaras de huevo sin relleno", afirmó.