(CNN) – Cuando viajaron al exterior, cada uno de los anteriores presidentes de Estados Unidos sirvió como una especie de embajador para la marca del país: promocionando la grandeza de su territorio y trabajando para avanzar en sus prioridades dentro de la escena mundial.
Donald Trump, durante una conferencia de prensa este jueves en Polonia, demostró por enésima vez por qué no es como ninguno de sus predecesores.
El pasado fin de semana, el mandatario insistió a través de su cuenta de Twitter –por supuesto– que su comportamiento en el cargo era de un estilo “moderno presidencial”. Y si alguna vez hubo una definición de lo que significa ser “moderno presidencial” para Trump, fue esta conferencia de prensa.
Atacó a los medios de comunicación y los calificó de “noticias falsas”. Se negó a admitir de manera definitiva que Rusia estaba detrás de la intromisión en las elecciones de 2016. Arremetió contra el expresidente Barack Obama por “quedarse mudo” cuando fue confrontado por la comunidad de inteligencia sobre el hackeo ruso. (Y sí, se trata de la misma inteligencia que Trump cuestionó y socavó cuando él se negó a decir que Rusia estuvo, sin lugar a dudas, detrás del episodio de piratería en las elecciones presidenciales).
Durante un discurso posterior a la rueda de prensa, Trump tuvo un tono mucho más estadista, resaltando la larga y orgullosa historia del pueblo polaco, así como el compromiso compartido que tienen Polonia y Estados Unidos con la democracia. ¿La diferencia? En gran medida Trump siguió el guión de su discurso. Mientras que en la rueda de prensa, se permitió más licencias.
Y si cierras los ojos y sólo escuchas a Trump dirigiéndose a la prensa, fácilmente puedes imaginarlo hablando en uno de sus eventos de campaña y no durante una visita a otro un país. Criticando a Obama. Criticando a los medios de comunicación. Y lo que es más importante: insistiendo en rechazar las conclusiones del FBI y de la CIA frente a que Rusia fue el principal motor en el intento de intromisión durante las elecciones de 2016.
“Creo que muy bien podría haber sido Rusia, pero creo también que podrían haber sido otros países”, sostuvo Trump durante la rueda de prensa con el presidente de Polonia Andrzej Duda. “Creo que mucha gente interfiere”, insistió.
El problema aquí es que la comunidad de inteligencia ha manifestado con una voz unida que se trató de una operación rusa. Y, en todo caso, una de mucho éxito.
Durante su testimonio ante la Comisión de Inteligencia del Senado del mes pasado, el despedido director del FBI James Comey debió responderle al legislador Richard Burr, de Carolina del Norte, si tenía alguna sida de que “el gobierno ruso estaba detrás de las intrusiones” en las cuentas de correo electrónico del Comité Nacional Demócrata y de la campaña de Hillary Clinton. “No, no hay ninguna duda”, aseguró Comey.
Por su parte, el director de la CIA Mike Pompeo sostuvo en enero pasado: “Está bastante claro lo que ocurrió, sobre la participación de Rusia en los esfuerzos por hackear información y lograr un impacto en la democracia estadounidense. Es algo que Estados Unidos debe tomarse muy en serio”.
A pesar de esa evidencia concluyente, Trump ha sido extremadamente cauteloso de culpar a Rusia, incluso cuando muchos miembros de su partido lo han instado a hacerlo. El presidente redobló ese compromiso de falta de resultados concluyentes expresándolo no sólo en un escenario internacional, sino también un día antes de encontrarse en Alemania con el presidente de Rusia Vladimir Putin.
Luego está la voluntad de Trump de continuar su guerra con los medios de comunicación durante su viaje internacional. Pero más allá de que ocurra en el extranjero, es el hecho de que sea en un país donde la libertad de prensa se ha reducido considerablemente en los últimos años.
La primera pregunta que Trump tomó durante la conferencia de este jueves fue la de David Martosko, editor de política estadounidense en el DailyMail.com: un hombre que fue mencionado una vez como posible secretario de Prensa para esta Casa Blanca. Y estuvo centrada en el supuesto cubrimiento de “falsas noticias” de CNN sobre el presidente.
Los expresidentes que estuvieron en viajes internacionales podrían haber desviado la pregunta, reconociendo que la prensa comete errores pero enfocándose en una defensa amplia de que es absolutamente necesario contar con medios libres e independientes.
No fue el caso de Trump.
“Creo que lo que hizo CNN fue desafortunado para ellos”, aseveró. “Como ustedes saben, ahora ellos tienen algunos problemas bastante serios. Han publicado noticias falsas durante mucho tiempo, me han estado cubriendo de una manera muy deshonesta”, remató.
Después de preguntarle al primer ministro polaco si tenían el mismo problema con la prensa –nótese bien: las recientes medidas represivas contra los medios de comunicación en Polonia llevaron a que el país cayera del puesto 18 en 2015 al 54 en 2017 en el Índice Mundial de Libertad de Prensa–, Trump ofreció otro exabrupto sobre el tema en Estados Unidos:
“Lo que queremos ver en Estados Unidos es una prensa honesta, hermosa, libre, pero honesta. Queremos ver a la prensa justa. Creo que eso es algo muy importante. No queremos noticias falsas. Y por cierto no todos publican noticias falsas, pero no queremos noticias falsas. Cosa mala, muy mala para nuestro país “.
Ese es Trump socavando agresivamente la prensa libre, mientras está de visita en un país que ha trabajado durante los últimos años para reprimir los medios de comunicación que disienten. Eso es realmente excepcional.
Trump, como lo ha hecho una y otra vez en los primeros seis meses (o más) de su gobierno, ya demostró que es un presidente diferente a todos los que lo precedieron. La conferencia de prensa de hoy en Polonia puede ser el mejor ejemplo de lo distinto que es y lo comprometido que está en acentuar –en vez de minimizar– esas diferencias.
La rueda de prensa de este jueves fue puro Trump. Y puro “moderno presidencial”.