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Venezuela

OPINIÓN | Biden no es amigo de Maduro

Por Amanda Mattingly

Nota del editor: Amanda Mattingly es becaria del Proyecto de Seguridad Nacional Truman y exfuncionaria de Relaciones Exteriores en el Departamento de Estado de Estados Unidos. Trabajó en la embajada estadounidense en Caracas en 2002-2003. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Puedes leer más artículos de opinión en cnne.com/opinion.

(CNN) -- Conocí a Nicolás Maduro y es la última persona que querrías que dirija un país. Es un autoritario incompetente. Ha hundido a su país y a la economía.

Su tipo de socialismo bolivariano es una farsa corrupta, una estafa a los pobres de Venezuela y una excusa lamentable para un modelo político-económico. Venezuela sufre un desastre humanitario, político y económico gracias a Maduro y su antecesor, Hugo Chávez.

Como líderes autoritarios sucesivos, han despojado a Venezuela de su viabilidad económica y de sus instituciones democráticas mientras consolidaban el poder.

La falsa retórica sobre Biden y Maduro

Ahora, puedo decirte que Joe Biden no es Maduro. No es un socialista radical ni corrupto, y ciertamente no es amigo de Maduro. La falsa retórica sobre Biden y el comunismo ha estado circulando en el sur de Florida en este año electoral. Los votantes del sur de Florida son particularmente susceptibles a las afirmaciones de que Biden quiere instalar el socialismo al estilo cubano o venezolano en Estados Unidos. Explotando recuerdos traumáticos de la vida en Cuba bajo el mando de los Castro y en Venezuela bajo Chávez y Maduro, Trump está avivando sus temores en busca de votos. "Joe Biden es un TÍTERE de CASTRO-CHAVISTAS", tuiteó Trump el sábado.

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Dada la importancia de Florida en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y la importancia particular de los votantes latinos en el sur de Florida, estas narrativas falsas sobre Biden podrían ser importantes para determinar quién se desempeñará como el próximo presidente de Estados Unidos.

Biden es un demócrata moderado

La verdad es que Biden es un demócrata moderado y un patriota estadounidense que tiene un largo historial en el Senado de Estados Unidos, y como vicepresidente, de adoptar una postura dura sobre los adversarios estadounidenses -como Maduro– y de abogar por una política exterior en América Latina inteligente e integrada.

No solo es ridículo comparar a Biden con Maduro, también es ridículo pensar que Biden no tomaría una posición dura contra él. A principios de 2019, Biden reconoció al líder opositor venezolano Juan Guaidó como el líder interino legítimo de Venezuela pocas semanas después de que Guaidó se proclamara a sí mismo como el presidente legítimo y llamara a elecciones nuevas, libres y justas. Guaidó ha sido aceptado como el líder legítimo de Venezuela por más de 50 países, incluido Estados Unidos. Él sabe que Biden será un fuerte aliado contra Maduro y en los esfuerzos por lograr una transición democrática pacífica en Venezuela.

Como dijo Biden antes este año y nuevamente en Miami el 5 de octubre, "Maduro es un dictador, simple y llanamente".

Estados Unidos debería trabajar para recuperar su papel de liderazgo

La política estadounidense hacia Venezuela debe centrarse primero y ante todo en la democracia. Antes de la administración Trump, la promoción de la democracia había sido una piedra angular de la política exterior de Estados Unidos en América Latina y en todo el mundo. Estados Unidos debería trabajar para recuperar su papel de liderazgo en la promoción y defensa de los principios, las instituciones y la gobernanza democrática. Estados Unidos definitivamente no debería estar sugiriendo la posibilidad de una intervención militar estadounidense o la aprobación tácita de un golpe militar en Venezuela. Los diplomáticos estadounidenses deberían volver al negocio de promover y defender la democracia.

Estados Unidos también debería defender los derechos humanos y adoptar una posición más dura contra Maduro y su régimen, que ha sido acusado de abusos por parte de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y un informe reciente de la ONU. El Gobierno venezolano ha negado tales informes, lo que hace que sea aún más importante que Estados Unidos respalde cualquier esfuerzo para hacer que Maduro rinda cuentas.

Nuevas oportunidades democráticas

La postura de Estados Unidos sobre Venezuela debería ser dura, pero también debería abrir nuevas oportunidades diplomáticas con aliados en América Latina y Europa.

En lugar de cerrar las vías para la diplomacia, Estados Unidos debería trabajar para abrir nuevos caminos para la cooperación. Desafortunadamente, esta administración ha desperdiciado la confianza y el respeto mutuo necesarios para construir una coalición multilateral fuerte para enfrentar la crisis de Venezuela. La política exterior de Estados Unidos funciona mejor cuando Estados Unidos trabaja con socios y proporciona un liderazgo basado en principios y valores en las organizaciones multilaterales. En este momento, Estados Unidos debe liderar los esfuerzos de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Grupo de Lima para promover una transición pacífica y democrática en Venezuela. Trabajando a través de estas instituciones, Estados Unidos gana legitimidad y apoyo para su agenda.

En ausencia de un liderazgo estadounidense sólido, latinoamericanos en toda la región están perdiendo la fe en la democracia y en Estados Unidos como socio para un futuro mejor.

Responder al desastre humanitario

Una política estadounidense creíble y eficaz también respondería al desastre humanitario que ha sucedido al pueblo de Venezuela. Más de 5 millones de venezolanos han huido de su país por temor a la persecución política y en busca de oportunidades económicas. Mientras tanto, incontables miles de personas podrían estar muriendo de covid-19 debido al colapso del sistema de atención médica. En 2019, Médicos por la Salud descubrió que el 70% de los hospitales públicos de Venezuela reportaron un acceso intermitente al agua, como señala Human Rights Watch.

Estados Unidos debería trabajar con Colombia y Brasil para abordar este desastre y su repercusión en la región, específicamente dirigiendo la asistencia a los refugiados y los países vecinos que soportan el mayor peso del éxodo. El Gobierno de Estados Unidos también debe extender el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) a los venezolanos en Estados Unidos, un grupo que incluye aproximadamente a 200.000 venezolanos elegibles que han buscado refugio de la crisis en su país de origen, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Biden se ha comprometido a hacer esto si es elegido.

Ayudar al pueblo

En lugar de redoblar las políticas crueles y las sanciones económicas draconianas que exprimen al pueblo venezolano –pero benefician al régimen de Maduro al ofrecerle un encubrimiento para sus fallas económicas– una nueva política entre Estados Unidos y Venezuela debería buscar ayudar al pueblo.

Las políticas fallidas de Estados Unidos sobre Cuba deberían ser una lección. Y Venezuela no debería ser víctima de una repetición de ese enfoque anacrónico. Durante décadas, hemos proporcionado al régimen cubano una excusa para sus propias políticas económicas fallidas, y ahora estamos haciendo lo mismo por Venezuela. Las sanciones sin fin contra Cuba no han resultado en un cambio de régimen. Esa táctica tampoco funcionará en Venezuela. Las sanciones económicas amplias perjudican principalmente a las personas de estos países y las dejan cada vez más postradas ante sus gobiernos autoritarios. Puedes ver eso en las filas de horas para conseguir comida en La Habana y en las filas de horas para conseguir gasolina en Caracas.

Sanciones dirigidas

Serían más efectivas las sanciones dirigidas a personas específicas en el Gobierno de Maduro, el Ejército y los servicios de seguridad. Para fines de 2019, y casi un año después de que Estados Unidos impusiera amplias sanciones económicas y petroleras a Venezuela, el 96% de los hogares en Venezuela vivía en la pobreza. Y, de ese número, el 79% en la pobreza extrema. Sin embargo, Maduro permaneció en el poder.

Las sanciones de Estados Unidos deben apuntar a los ciudadanos venezolanos que apoyan y financian a Maduro. A los que cometen violaciones de derechos humanos. A los que atentan contra procesos e instituciones democráticas como el Consejo Nacional Electoral (CNE). Y a quienes dirigen operaciones de narcotráfico y blanqueo de capitales.

La herramienta contundente de las sanciones generales degrada aún más las malas condiciones económicas en las que viven ahora la mayoría de los venezolanos. Estamos profundizando su sufrimiento en lugar de proporcionar una palanca para una solución.

Bajo la administración de Biden, Estados Unidos recuperará su liderazgo

La política actual entre Estados Unidos y Venezuela también acerca a Venezuela a Rusia, China e Irán. En los últimos años, hemos visto a estos países otorgando préstamos al gobierno venezolano, tomando el control del sector petrolero venezolano y, más recientemente, supuestamente comprando oro venezolano a cambio de gasolina.

La situación en Venezuela es desgarradora. Cuanto antes se puedan celebrar elecciones libres y justas para elegir un nuevo líder, mejor. Bajo la administración de Biden, Estados Unidos recuperará su liderazgo en la región. Y trabajará para ese día en que Venezuela vea que hay una transición democrática y pacífica.