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Análisis

ANÁLISIS | En el Ejército ruso está arraigada una cultura de brutalidades

Por Nathan Hodge

(CNN) — Las grotescas imágenes que surgen del suburbio de Bucha en Kyiv son algunas de las evidencias más sólidas hasta el momento de lo que parecen ser crímenes de guerra cometidos por las fuerzas rusas en Ucrania: civiles muertos en la calle, algunos con las manos atadas y baleados al estilo de una ejecución, otros acribillados aparentemente al azar.

Para quien haya seguido el estilo bélico del presidente de, Rusia Vladimir Putin, este es un patrón deprimentemente familiar. El Ejército de Rusia tiene una cultura de brutalidad y desprecio por las leyes de los conflictos armados, ampliamente documentada.

“La historia de las intervenciones militares de Rusia, ya sea en Ucrania o Siria, o su campaña militar en Chechenia, está teñida de un flagrante desprecio por el derecho internacional humanitario”, afirmó Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.

"El ejército ruso burló repetidamente las leyes de la guerra al no proteger a los civiles e incluso atacarlos directamente. Las fuerzas rusas lanzaron ataques indiscriminados, usaron armas prohibidas y, en ocasiones, al parecer atacaron deliberadamente a civiles y objetivos civiles: un crimen de guerra".

Esa declaración, hecha menos de un mes antes de la invasión rusa de Ucrania, ha resultado tristemente profética. En las primeras semanas de la guerra, la comunidad internacional reaccionó con horror cuando las ciudades ucranianas sufrieron el implacable bombardeo ruso. La infraestructura civil protegida fue atacada, al igual que los aviones rusos alguna vez atacaron escuelas y hospitales sirios.

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Pero las escenas desplegadas en lugares como Bucha sugieren un tipo de violencia intrínseca, con reminiscencias de la guerra de Rusia en Chechenia.

Durante la segunda guerra de Chechenia, que coincidió con la llegada al poder de Putin, también surgieron denuncias de abusos generalizados de los derechos humanos por parte de las tropas rusas. En 2000, para citar solo un incidente conocido, investigadores de Human Rights Watch documentaron ejecuciones sumarias de al menos 60 civiles en dos suburbios de Grozny, la capital de Chechenia.

Lugareños desenterraron fosas comunes en Chechenia; funcionarios internacionales hicieron viajes de investigación a la región y efectuaron declaraciones manifestando su preocupación por los informes de abusos y ejecuciones extrajudiciales. Esos alegatos no impidieron que el ejército ruso siguiera adelante con su despiadada campaña de pacificación.

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Soldados rusos en Grozny, Chechenia, el 5 de febrero de 2000.

Evidencias similares de ejecuciones sumarias abundan en ciudades como Bucha. Un equipo de CNN visitó el sótano de un edificio y vio los cuerpos de cinco hombres, antes de que un equipo ucraniano los retirara. Un asesor del ministro del Interior de Ucrania, Anton Gerashchenko, le dijo a CNN que los cinco hombres habían sido torturados y ejecutados por soldados rusos.

CNN no ha podido verificar de forma independiente las afirmaciones de Gerashchenko. Pero es igualmente preocupante el supuesto trato a los prisioneros de guerra ucranianos por parte de las fuerzas rusas. La defensora del pueblo de derechos humanos del parlamento ucraniano, Liudmyla Denisova, dijo el lunes que el trato de Rusia a los prisioneros de guerra viola las Convenciones de Ginebra, presentando un teórico caso para posibles juicios por crímenes de guerra.

En una publicación en Facebook el lunes, Denisova dijo que los soldados ucranianos liberados "hablaron del trato inhumano que les dio la parte rusa: los mantuvieron en un campo, en un pozo, en un garaje. Periódicamente sacaban a uno, lo golpeaban con las culatas de los rifles, disparaban junto a su oreja, lo intimidaban".

CNN no ha podido verificar de forma independiente las afirmaciones de Denisova.

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Tanya Nedashkovskaya, de 57 años, lamenta la muerte de su marido, asesinado en Bucha.

Igor Zhdanov, corresponsal del medio de propaganda estatal ruso RT, publicó videos el 22 de marzo que mostraban a prisioneros de guerra ucranianos siendo procesados para "filtración" —la palabra elegida por Zhdanov— después de ser capturados. Los videos muestran a rusos enmascarados buscando tatuajes o insignias entre sus cautivos, que supuestamente mostrarían afiliación con grupos nacionalistas o "neonazis" que los rusos han presentado como su principal enemigo en Ucrania.

Zhdanov dijo en su publicación que los prisioneros de guerra ucranianos estaban siendo tratados con humanidad. Pero su elección de palabras fue siniestra. Durante la guerra en Chechenia, las fuerzas rusas utilizaron notoriamente los llamados "campos de filtración" para separar a los civiles de los combatientes rebeldes. La legendaria reportera de investigación rusa Anna Politkovskaya recopiló testimonios de civiles chechenos detenidos en centros de filtración, donde los detenidos dijeron que los mantuvieron en pozos y los sometieron a descargas eléctricas, palizas e interrogatorios despiadados.

Las fuerzas rusas también han apuntado a los alcaldes locales ucranianos para su detención, y en al menos un caso, dicen las autoridades ucranianas, una ejecución extrajudicial.

"En este momento, 11 alcaldes locales de las regiones de Kyiv, Jersón, Mykolaiv y Donetsk están en cautiverio ruso", dijo el domingo la viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, en un mensaje publicado en las redes sociales. Agregó que el gobierno ucraniano se enteró el sábado que Olga Sukhenko, la alcaldesa de Motyzhyn, un pueblo en la región de Kyiv, murió bajo la custodia de las fuerzas rusas.

Ivan Fedorov, alcalde de la ciudad sureña de Melitopol, detenido por las fuerzas rusas y luego liberado en un intercambio de prisioneros, dijo que las fuerzas rusas que ocupaban su ciudad se estaban apropiando de los negocios locales y dijo que la "situación es difícil, porque los soldados rusos se han declarado autoridades pero, por supuesto, no se preocupan por las personas y sus problemas, solo se preocupan por quitarles el dinero a los empresarios y apoderarse de sus negocios".

Mucho antes de la invasión de Ucrania, el ejército ruso tenía fama de una cultura de la crueldad. Rusia tiene un sistema híbrido de fuerzas compuestas por soldados contratados y reclutas. Aunque el gobierno ruso afirma haber logrado avances en la profesionalización de sus fuerzas, los militares del país todavía tienen un sistema de novatadas brutal conocido como dedovshchina, una escandalosa tradición que alienta a los reclutas veteranos a golpear, brutalizar o incluso violar a los reclutas más jóvenes.

Putin anunció recientemente un decreto de reclutamiento de primavera, fijando el objetivo de que 134.500 personas sean convocadas a las fuerzas armadas rusas. El presidente de Rusia afirmó originalmente que los conscriptos no participarían en lo que Rusia ha denominado eufemísticamente la "operación militar especial" en Ucrania. Pero el Ministerio de Defensa ruso reconoció posteriormente que los reclutas estaban luchando en Ucrania, y las fuerzas ucranianas afirman haber tomado prisioneros a un número considerable de conscriptos rusos.

Los investigadores ucranianos ya están iniciando indagaciones criminales de presuntos delitos cometidos por las fuerzas rusas, a medida que se liberan más áreas del control ruso, particularmente alrededor de Kyiv y la ciudad norteña de Chernihiv.

Serán días, o tal vez semanas, antes de que se tenga una imagen más completa de lo que sucedió en Bucha. Pero si el pasado sirve de guía, hay pocas esperanzas de que los perpetradores rusos sean llevados ante la justicia.

Alex Hardie de CNN contribuyó a este informe. Vasco Cotovio de CNN contribuyó con reportes desde Bucha, Ucrania.