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Ucrania

Tuvo que huir de los nazis cuando era bebé. Ahora, esta sobreviviente ucraniana del Holocausto tiene que huir de su hogar de nuevo

Por Salma Abdelaziz, Sarah Dean, Dan Hodge

Cracovia, Polonia (CNN) --  En el exterior del Centro Comunitario Judío de la ciudad polaca de Cracovia, más de una docena de miembros esperan para recibir a su invitada de honor mientras cae la nieve.

De una ambulancia amarilla sale Margaryta Zatuchna, de 82 años, de complexión delgada, con gruesos lentes redondos y una sonrisa interminable. Le entregan dos ramos de rosas, uno naranja y otro blanco.

Inclina ligeramente la cabeza e inhala profundamente para oler cada ramo. Por fin está a salvo.

Obligada a huir de los nazis cuando era un bebé, esta sobreviviente del Holocausto ha tenido que abandonar su hogar de nuevo, esta vez por la brutal invasión de Ucrania por parte del presidente de Rusia Vladimir Putin.

Nacida en enero de 1940 en la ciudad ucraniana de Járkiv, al noreste del país, la vida de Margaryta comenzó cuando Adolf Hitler ordenó el exterminio de las comunidades judías en toda Europa.

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Margaryta Zatuchna fotografiada con su madre en 1940.

Días antes de que los nazis invadieran su ciudad natal en octubre de 1941, fue evacuada con su familia a un pueblo de los Montes Urales, que ahora forman parte de Rusia, por la planta de turbinas que entonces era propiedad de los soviéticos, donde trabajaba su padre.

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"Su planta fue evacuada con todo el equipo hacia el este", dijo, añadiendo que ella y su madre también se fueron con ellos.

Entre 1941 y 1943, los trabajadores de la planta pasaron de fabricar turbinas a fabricar morteros y reparar tanques para las tropas soviéticas, dijo.

"Nos pusieron en un pequeño pueblo con pequeñas chozas, al final del cual había un bosque", recordó. "A veces los lobos se acercaban a nosotros, pero los niños pequeños no entendíamos el peligro".

Durante este mismo periodo, los nazis acorralaron y asesinaron a unos 16.000 judíos en Járkiv. Muchos fueron fusilados a quemarropa o empujados a fosas comunes y dejados a su suerte.

Cuando el Ejército Rojo recuperó el control de la ciudad en 1943, Margaryta regresó a Járkiv con su familia y creció bajo el régimen soviético.

Terminó sus estudios universitarios y se convirtió en ingeniera, se casó y tuvo un hijo. Más tarde se divorció y se volvió a casar a los 40 años con Valerii Verbitski, al quien describió como un "buen hombre".

Su vida era sencilla y tranquila.

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Margaryta llega a Lviv, en el oeste de Ucrania, tras un largo viaje a través del país desde su ciudad natal.

"Explosión tras explosión"

Esa paz duró hasta el 24 de febrero, cuando las fuerzas rusas lanzaron un ataque no provocado contra Ucrania, arrasando con su ciudad, bombardeando barrios, volando un edificio gubernamental y rodeando a los aproximadamente 1,4 millones de residentes de Járkiv.

"No había agua ni electricidad, no podíamos comprar comida. Se hizo imposible vivir", dijo, "Las sirenas de ataque aéreo nunca pararon, había una explosión tras otra. Una verdadera guerra".

Járkiv tuvo un fuerte bombardeo, mira las imágenes 0:40

Semanas de bombardeos indiscriminados por parte de las fuerzas rusas han aterrorizado a los residentes de Járkiv. Decenas de miles de personas han huido ya de la segunda ciudad más grande de Ucrania en los momentos en que se acuerdan escasos y poco fiables corredores humanitarios de evacuación.

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Una foto tomada hace unos 25 años muestra a Margaryta Zatuchna con su familia. Margaryta es la cuarta por la izquierda en la segunda fila, con lentes y una blusa rosa. A su derecha está su difunto marido Valerii.

Al principio, Margaryta optó por quedarse y cuidar de su marido, frágil y enfermo, mientras se apoyaba en un vecino generoso. Pero los combates se acercaban cada vez más a su casa.

"Una explosión hizo volar todas nuestras ventanas", recuerda. "Después de ese impacto, Valerii se debilitó. Era como si le hubieran cortado las piernas".

El asedio y el incesante bombardeo pasaron factura: Margaryta se despertó la mañana del 20 de marzo y descubrió que su marido había fallecido mientras dormía.

"No pudimos enterrarlo debido a los combates", dijo. "Su cuerpo sigue en la morgue".

Ni siquiera un monumento que honra a las víctimas del Holocausto de Járkiv se salvó de la llamada campaña de desnazificación de Putin. El monumento en forma de menorá estaba agujereado por los bombardeos, con dos de sus brazos retorcidos y arrancadas.

Una placa cercana dice: "En diciembre de 1941 y enero de 1942, los nazis aniquilaron a los prisioneros del gueto judío de Járkov en Drobitsky Yar, más de 16 mil personas, ancianos, mujeres y niños, solo por ser judíos".

Un viaje de varios días

Magaryta sabía que era momento de irse. Contactó a su hermano menor en Nueva Jersey, en Estados Unidos, y rápidamente comenzó a preparar su evacuación con la ayuda de múltiples organizaciones benéficas en tres países.

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Margaryta habla con su hermano que vive en Nueva Jersey, Estados Unidos.

"Es muy difícil ver que mi agradable ciudad, mi hermosa ciudad, donde pasé toda mi vida, está destruida", dijo. "No puedo entender ese grado de destrucción, ¿con qué sentido?".

El miércoles 30 de marzo, un conductor recogió a Margaryta en una SUV azul, golpeada por un ataque de misil anterior y con los vidrios cubiertos con plástico.

"Fue un camino muy difícil", dijo. "Recibíamos información a lo largo del camino de lugares bombardeados y tomamos caminos sin pavimentar. Sentía tantas náuseas".

El par viajó por dos días, deteniéndose durante la noche, a lo largo de cientos de kilómetros de territorio peligroso hasta que alcanzaron la ciudad de Lviv, al oeste de Ucrania.

Después de pasar una noche en un hotel, un conductor de ambulancia noruego voluntario la ayudó a cruzar la frontera de Polonia hasta Cracovia. Esta parte del trayecto fue más sencilla, ella iba sentada cómodamente, sonriendo y charlando sobre geografía, y tomando una siesta ocasional.

Margaryta Polonia

Reciben a Margaryta en el Centro Comunitario Judío en Cracovia, Polonia luego de huir de Ucrania tras la invasión rusa.

Pero su trayecto aún no termina. Margaryta está a la espera de una visa estadounidense para visitar a su hermano en Estados Unidos y no se inmuta ante lo que ha vivido.

"No estaba aterrorizada", dijo sobre las cinco semanas que vivió bajo el bombardeo ruso.

Al preguntarle sobre de dónde obtiene su valentía, simplemente respondió "me llega".

Margaryta insiste en que no quiere convertirse en una refugiada. La sobreviviente, tanto del Holocausto como de la arremetida rusa, espera regresar a Járkiv para enterrar a su marido de casi 40 años y ver su hermosa ciudad nuevamente en paz.

Acerca de los autores

Salma Abdelaziz
Sarah Dean
Dan Hodge