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China

OPINIÓN | Las peripecias de un globo chino

Por Jorge Dávila Miguel

Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continua en su profesión hasta la fecha. Tiene posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Social, así como estudios posuniversitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Dávila Miguel es columnista de El Nuevo Herald en la cadena McClatchy, y analista político y columnista en CNN en Español. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Mira más en cnne.com/opinion

(CNN Español) -- Un globo chino ha sido la sensación en Estados Unidos durante estos días. El aparato volador empezó su trayectoria desde un punto no revelado del país asiático como un humilde globo meteorológico, según afirma Beijing, pero después se le trató en el mundo libre con más categoría, sospecha y miedo. ¿Qué buscaban los chinos comunistas en el amplio cielo americano? ¿Qué maldad tramarían contra nosotros?

Hasta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, –sin mecionarlo– se refirió al incidente en su discurso sobre el estado de la unión: “Como dejamos claro la semana pasada: si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger a nuestro país. ¡Y lo hicimos!”.

En la prensa nacional e internacional –porque la noticia se convirtió en mundial– se le llama a menudo “globo espía”, sin conocer aún los resultados de la inspección de las autoridades de inteligencia estadounidenses.

Al fin, lo derribaron el sábado 4 de febrero. Fue un certero disparo de un caza de combate F-22 Raptor, a las 2:38 p.m., en un vuelo claramente arriesgado, ya que no se sabía si era un simple globo para estudiar el clima, como dicen los chinos, o una arma secreta disfrazada de globo para espiarnos o incluso asesinarnos.

Joe Biden ordenó el ataque al globo y después felicitó a los pilotos de combate —porque fueron tres los aviones que treparon a los cielos en misión— “Lo derribaron con éxito y quiero felicitar a nuestros aviadores que lo hicieron”, dijo el presidente.

Todo el mundo está contento con el derribo. Pero ¿cómo empezó la cosa? Porque o la vigilancia militar estadounidense está fallando –cosa que no creo—o fue otro episodio más de las intrigas mediático-partidistas de este país, que llegan a lacerar el prestigio de Estados Unidos y dañan su seguridad nacional, con tal de atacar a la administración del presidente Biden. Veamos algunos hechos.

El globo chino fue detectado el martes 31 de enero, antes de entrar por Alaska en territorio estadounidense, por el NORAD, Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte. Así se lo comunicó a la prensa el general de la Fuerza Aérea Glen VanHerck, jefe del NORAD : “Teníamos perfecto conocimiento de cuando el globo se acercaba...[.] Mi evaluación fue que este globo no presentaba una amenaza física o militar para América del Norte”. “No pude tomar medidas inmediatas porque no estaban demostrando un acto o una intención hostiles”.

El 2 de febrero, el general de brigada Patrick Ryder, secretario de Prensa del Pentágono, hizo otra declaración sobre el tema y dijo que el Gobierno continuaba rastreando el globo. Dijo también: “Actualmente el globo viaja a una altitud muy por encima del tráfico aéreo comercial y no presenta una amenaza militar o física para las personas en tierra”. Dijo que se había visto una presencia similar de globos en los últimos años, y agregó que se tomaron medidas para asegurarse de que no recopilaba información confidencial.

Ese mismo 2 de febrero, sin perder un segundo, ni vacilar, el gobernador republicano de Montana, Greg Gianforte, hace pública una declaración en que, sin considerar las declaraciones previas de los generales Glen VanHerck y Patrick Ryder, señala como “espía” al globo. “Desde el globo espía hasta el Partido Comunista Chino que espía a los estadounidenses a través de TikTok […] estoy profundamente preocupado por el flujo constante de acontecimientos alarmantes para nuestra seguridad nacional”. Así, dispuso la hojarasca para el fuego.

3 de febrero. Jim Jordan, combativo trumpista republicano, prendió el fuego con un tuit: “¿Habría Trump dejado que China volara un globo espía sobre nuestro país? ¿Lo haría Reagan? ¿JFK? ¿Truman? No, no, no y no. Entonces, ¿por qué Biden está dejando a China libre?” La prensa se complace con tema, el temor y la visión apocalíptica son dos de sus ingredientes preferidos.

4 de febrero. Muy posiblemente, considerando el nubarrón de tormenta que se cernía sobre su importante discurso sobre el estado de la unión, que tendría lugar en solo tres días, el presidente Biden ordena el ataque al globo. Y es que no puede haber un brillante discurso sobre una nación saludable, con un globo espía y encima chino, examinándote a 60.000 pies de altura. Fue una decisión política, casi obligada por las circunstancias, en vez de por la veracidad de los hechos. Porque, seamos francos, que importa la verdad sobre un globo chino cuando se trata de la presidencia de Estados Unidos. Además. una verdad aún no encontrada.

¿Mi opinión? Que ni a Gianforte ni a Jordan les preocupa la verdad, solo que la eficiente “narrativa” de los hechos los lleve o los mantenga en el poder. Y es igual, en general, para todos los políticos, que navegan sobre certeza de las cosas en el bote de la “posverdad”.

Esperemos, pues, a ver que resulta de la investigación y qué nos contarán sobre ella. Mientras, la saga del globo le impidió a Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., ir a Beijing a una importante reunión, que precedería a la que Putin sostendrá con Xi Jinping en estos complicados tiempos de Ucrania y Taiwán. Blinken se reunió, el 8 de febrero en Washington, con Jens Stoltenberg, secretario General de la OTAN, y le informó a docenas de países sobre la naturaleza del globo chino. ¿Ya terminó la investigación?

Veremos cuando termine, quién tenía razón, si Greg Gianforte y Jim Jordan, o Glen VanHerck y Patrick Ryder, generales que nos cuidan de todos los males chinos, rusos, iraníes, norcoreanos, terroristas, etcétera, etcétera, etcétera.