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Rusia

OPINIÓN | El mundo condena la guerra de Putin

Por Frida Ghitis

Nota del editor: Frida Ghitis (@fridaghitis), exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.

(CNN) -- El momento fue extraordinario. En una era de profundas divisiones, el mundo se mantuvo casi totalmente unido para castigar el ataque de Rusia a Ucrania.

En una sesión de emergencia en las Naciones Unidas el miércoles se aprobó una resolución que denuncia la invasión de Ucrania por parte del presidente de Rusia, Vladimir Putin, con una votación de 141 a 5 y con la abstención de 35 países. Cuando se anunció el recuento, la sala estalló en una ovación espontánea de pie. Fue la evidencia más contundente de cómo Putin, sin darse cuenta, ha promovido las causas a las que se opone con su ataque contra Ucrania.

Si la contienda de nuestro tiempo es una que enfrenta de las democracias contra las autocracias —y creo que lo es— la campaña de Putin está abogando por la democracia, a pesar de sus mejores esfuerzos.

La guerra contra Ucrania tiene solo unos días, pero el presidente Putin ya ha acumulado una impresionante serie de logros históricos, todos ellos precisamente contrarios de lo que podría haber esperado lograr.

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El conflicto aún está en su apogeo, y Putin aún puede cambiar el rumbo de una invasión en la que sus fuerzas han luchado, pero gran parte del daño que ha hecho a su causa —gran parte de lo que ha hecho para aclarar los principios de la democracia, la autodeterminación y la solidaridad mundial, y para fortalecer las ideas, organizaciones y países que Putin trató de socavar durante décadas— continuará independientemente del resultado final de su invasión.

Desde Estados Unidos hasta la OTAN y la Unión Europea, el ataque injustificado de Rusia contra su vecino provocó una repugnancia absoluta, defendida solo por un puñado de autócratas, e incluso algunos de ellos dudaron en dar su pleno apoyo al ataque.

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Putin le dio al mundo un raro momento de claridad moral. La crisis que creó nos presentó los peligros de la vida real de la autocracia desenfrenada y una demostración muy tangible de la importancia de la democracia, la libertad y la autodeterminación. Los derechos que tan a menudo se consideran conceptos elevados y etéreos de repente se hicieron palpables cuando Putin trató de robárselos al pueblo ucraniano.

Y el ataque de Putin dio un renovado sentido de misión a las organizaciones cuya misión declarada es preservar la paz, la seguridad y la democracia.

En Estados Unidos, que ha sufrido en los últimos años el peligroso virus de la polarización política —agravado por la interferencia de Moscú— el ataque de Rusia creó un aumento poco común de casi unanimidad. Una encuesta de CNN encontró que más del 80% de los estadounidenses respaldan las sanciones para castigar y presionar a Rusia, con mayorías iguales de demócratas y republicanos alineados para decir que EE.UU. debería hacer aún más.

El sentimiento se repitió en todo el mundo, con manifestaciones masivas y medidas concretas tomadas no solo por los gobiernos, sino también por empresas privadas. Las grandes corporaciones han decidido adoptar una postura de principios, incluso a un alto costo financiero.

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, representantes de 193 países se reunieron en una sesión de emergencia —la primera de su tipo en 40 años— para debatir una resolución que deplora la "agresión armada no provocada" de Rusia.

El presidente de la AGNU, Abdullah Shahid de Maldivas, llamó al organismo "la conciencia colectiva de la humanidad". Y la humanidad habló. Orador tras orador se levantaron para condenar la agresión de Rusia. Solo unos pocos se atrevieron a defenderlo. Incluso China, uno de los únicos aliados de Putin, pidió respetar las fronteras internacionales.

El enviado de Ucrania, Sergiy Kyslytsya, advirtió: "Si Ucrania no sobrevive, la paz internacional no sobrevivirá... Si Ucrania no sobrevive, no podemos sorprendernos si la democracia falla a continuación".

El embajador de Canadá, Bob Rae, quien al igual que docenas de sus pares criticó las acciones de Rusia, se dirigió al pueblo ruso y les dijo a quienes se han atrevido a desafiar a Putin con protestas contra la guerra: "Los vemos y los escuchamos", y les dijo a los rusos que su presidente provocó esta crisis "muy mal calculada" al ignorar el espíritu democrático del pueblo ruso. Fue un recordatorio de cómo este desastre podría trastornar el control de Putin sobre su propio país.

El representante de Rusia repitió los falsos pretextos para esta guerra, alegando que Rusia solo se está defendiendo de la amenaza de Ucrania.

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La guerra de Putin ha convertido la valerosa defensa del pueblo ucraniano de su independencia y sus opciones democráticas en una inspiración para el resto del mundo. Al atacar y afirmar que no son una nación real, avivó el sentido de nacionalidad y patriotismo de Ucrania.

Si Putin esperaba que Occidente se dividiera, que la OTAN tropezara, que la Unión Europea se paralizara, debe estar tan sorprendido como el resto del mundo por la resolución global que encendió.

La OTAN había sido menospreciada como "obsoleta" y "con muerte cerebral", pero Putin le ha infundido un nuevo propósito.

Sus miembros más vacilantes, los más cercanos a Moscú hasta ahora, han dado todo su apoyo para resistir y contrarrestar la agresión de Putin. Turquía está bloqueando el acceso al Mediterráneo desde el Mar Negro a los buques de guerra, incluso de la Armada rusa.

Alemania, que corre mayor riesgo de perder combustible ruso, parece transformada.

Después de que varios presidentes estadounidenses intentaron presionar a Berlín para que aumentara su gasto en defensa al 2% del PIB exigido por las reglas de la OTAN, fue Putin quien lo hizo posible. El canciller Olaf Scholz declaró: "El 24 de febrero de 2022 marca un punto de inflexión histórico", refiriéndose a la fecha de la invasión. Anunció que Alemania aumentará de inmediato el gasto en defensa por encima del 2% y acelerará el desarrollo de alternativas de gas no rusas.

Los autócratas de Europa del Este, incluido el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, favorito de los provocadores de derecha, y el presidente de la República Checa, Milos Zeman, menospreciado por sus críticos como el "servidor del Kremlin", expresaron alarma y repulsión por las acciones de Putin. Zeman declaró: "Es necesario aislar a un lunático..."

Orban, cuyos vínculos con la UE se han desgastado en los últimos años, fue inequívoco. "Junto con nuestros aliados de la Unión Europea y la OTAN", dijo, "condenamos a Rusia".

Putin logró recordarles a todos, especialmente a sus vecinos, por qué se unieron a la OTAN. Para las personas en todas partes, pero especialmente en los países que alguna vez estuvieron dominados por el Kremlin, fue un recordatorio inquietante de que sus libertades no están garantizadas.

En el proceso, Putin se ha calificado a sí mismo como un forajido global, posiblemente un criminal de guerra. La claridad moral siempre es útil.

En el pasado, Putin ha podido superar las sanciones occidentales al contar con la codicia de los inversores occidentales. Pero el sector privado encontró sus acciones igualmente abominables. No es frecuente que las empresas privadas, impulsadas por las ganancias, renuncien a miles de millones de dólares para adoptar una posición moral.

Putin probablemente esperaba que su ejército asegurara una victoria rápida, luego Rusia pasaría por encima de una ola de sanciones al explotar las divisiones en Occidente, la codicia de los inversionistas y el apoyo de otros autócratas. Los rusos ya están pagando el precio de su error de cálculo.

A medida que sus fuerzas luchan contra una Ucrania que está más unida que nunca, el mundo, este y oeste, se ha vuelto a despertar a los valores fundamentales de las civilizaciones. Putin les ha recordado a todos que las fronteras nacionales deben ser sacrosantas y que todo lo que damos por sentado —no solo nuestras libertades, sino la suposición básica de que cuando nos despertemos por la mañana, nuestro mundo no habrá sido trastornado por los caprichos de un dictador— depende del respeto a los principios que deben ser defendidos.

La determinación de la comunidad internacional, de los pueblos del mundo, se pondrá a prueba si este conflicto continúa por mucho más tiempo, y especialmente si Putin tiene éxito. Las sanciones contra Rusia, los obstáculos a sus exportaciones, todo puede representar nuevas dificultades para las personas que ahora apoyan la lucha de Ucrania y se oponen a su agresión. Los próximos días, semanas y meses bien pueden desafiar la determinación y la fuerza de carácter de todos.

Por ahora, Ucrania está haciendo el trabajo pesado, pero la gran mayoría del mundo se solidariza, entendiendo que la lucha de Ucrania es de todos. Eso es todo un logro para Vladimir Putin; no uno que esperaba lograr.